Los políticos nacionalistas catalanes están convencidos de que su estrategia en torno al recien aprobado Estatuto es perfecta y de que, ocurra lo que ocurrra, el nacionalismo y ellos mismos siempre ganan.
Si el texto es aceptado por las Cortes, ellos han ganado y podrán recibir la recopensa de su electorado en las urnas con un reforzamiento masivo de las posiciones nacionalistas triunfantes. Si, por el contrario, el Estatuto es rechazado o radicalmente reformado por el Parlamento español, estimularían y conseguirían un "Festival" de victimismo, agravio y hasta odio que, igualmente, se traduciría en votos, cosechados probablemente en unas elecciones estratégicamente anticipadas para recoger oportunamente la oleada de frustración.
En sus análisis, los nacionalistas no contemplan otras opciones posibles, como podrían ser una reacción espontánea de los ciudadanos españoles contra la ofensiva insolidaria catalana o el descrédito del Estatuto como consecuencia de un proceso de crítica interno por parte de sectores e instituciones catalanas. Simplemente, no las creen posibles.
Sin embargo, hay muchos sectores catalanes que están en desacuerdo con el Estatuto, algunos de ellos con peso notable en la economía y en la empresa, pero guandan un silencio cobarde ante la oportunista oleada nacionalista que se ha desatado en el Parlament.
Si el texto es aceptado por las Cortes, ellos han ganado y podrán recibir la recopensa de su electorado en las urnas con un reforzamiento masivo de las posiciones nacionalistas triunfantes. Si, por el contrario, el Estatuto es rechazado o radicalmente reformado por el Parlamento español, estimularían y conseguirían un "Festival" de victimismo, agravio y hasta odio que, igualmente, se traduciría en votos, cosechados probablemente en unas elecciones estratégicamente anticipadas para recoger oportunamente la oleada de frustración.
En sus análisis, los nacionalistas no contemplan otras opciones posibles, como podrían ser una reacción espontánea de los ciudadanos españoles contra la ofensiva insolidaria catalana o el descrédito del Estatuto como consecuencia de un proceso de crítica interno por parte de sectores e instituciones catalanas. Simplemente, no las creen posibles.
Sin embargo, hay muchos sectores catalanes que están en desacuerdo con el Estatuto, algunos de ellos con peso notable en la economía y en la empresa, pero guandan un silencio cobarde ante la oportunista oleada nacionalista que se ha desatado en el Parlament.