Dos de los principales culpables de la podredumbre europea y de la decadencia imparable.
Trump llama «dictador» a Zelenski y le dice que actúe «rápido» o «se quedará sin país». Esa amenaza está conmoviendo a Europa e indignando a medio mundo porque el pistolero americano se ha colocado al lado del criminal y entre ambos quieren repartirse el cadáver de la Ucrania devastada y víctima de un criminal llamado Putin, experto en arrojar a sus adversarios desde ventanas y balcones.
Europa quiere resucitar y volver a ser fuerte, pero no puede lograrlo mientras esté gobernada por corruptos y miserables.
Europa tiene la oportunidad de resurgir, pero esa tarea será imposible mientras las naciones europeas sigan gobernadas por tipejos habituados a los privilegios y a mirar más por sus propios intereses que por los del pueblo. Los Macrón, Sánchez, Starmer, Scholz, von der Layen y otros de similar calaña no tienen nivel ni valores suficientes para pilotar la regeneración y el despegue de Europa.
Los ciudadanos europeos tienen que rebelarse y exigir ser gobernados por personas dignas y decentes, no por corruptos ególatras, carentes de valores.
Europa tiene muchas tareas por delante y sus actuales líderes carecen de grandeza, son mezquinos y arbitrarios y no creen en la regeneración ni en los valores que la Unión necesita.
Europa necesita recuperar a Dios, asesinado mil veces por la cultura marxista progre, devolver el poder al pueblo, regenerar la democracia, a la que los políticos europeos han acuchillado, dotarse de una política exterior común y de unas fuerzas armadas poderosas, erradicar la corrupción que circula por la médula europea, empujada por una clase política miserable que debe desaparecer con urgencia, impedir que la inmigración desordenada y conflictiva, llena de enemigos, siga invadiendo el continente y acabando con sus valores y tradiciones, bajar los impuestos, muchos de ellos abusivos e innecesarios, abrazar la austeridad, adelgazar los estados, perseguir el delito, aplastar a los corruptos, restablecer la justicia, dejar de financiar con el dinero de todos a los partidos políticos y sindicatos, eliminar las subvenciones corruptas y los concursos públicos infectados, frenar los abusos del feminismo radical y de los grupos LGTB y respetar escrupulosamente la separación de los poderes básicos del Estado, entre otras muchas medidas regeneradoras.
Hemos descubierto la enfermedad terminal de Europa gracias a Donald Trump y a su traición a la vieja protección norteamericana, que en realidad castró al viejo continente y lo hizo un parque de atracciones corrompido para el disfrute de políticos y los burócratas sin alma, con el pueblo marginado y maltratado.
Francisco Rubiales
Europa quiere resucitar y volver a ser fuerte, pero no puede lograrlo mientras esté gobernada por corruptos y miserables.
Europa tiene la oportunidad de resurgir, pero esa tarea será imposible mientras las naciones europeas sigan gobernadas por tipejos habituados a los privilegios y a mirar más por sus propios intereses que por los del pueblo. Los Macrón, Sánchez, Starmer, Scholz, von der Layen y otros de similar calaña no tienen nivel ni valores suficientes para pilotar la regeneración y el despegue de Europa.
Los ciudadanos europeos tienen que rebelarse y exigir ser gobernados por personas dignas y decentes, no por corruptos ególatras, carentes de valores.
Europa tiene muchas tareas por delante y sus actuales líderes carecen de grandeza, son mezquinos y arbitrarios y no creen en la regeneración ni en los valores que la Unión necesita.
Europa necesita recuperar a Dios, asesinado mil veces por la cultura marxista progre, devolver el poder al pueblo, regenerar la democracia, a la que los políticos europeos han acuchillado, dotarse de una política exterior común y de unas fuerzas armadas poderosas, erradicar la corrupción que circula por la médula europea, empujada por una clase política miserable que debe desaparecer con urgencia, impedir que la inmigración desordenada y conflictiva, llena de enemigos, siga invadiendo el continente y acabando con sus valores y tradiciones, bajar los impuestos, muchos de ellos abusivos e innecesarios, abrazar la austeridad, adelgazar los estados, perseguir el delito, aplastar a los corruptos, restablecer la justicia, dejar de financiar con el dinero de todos a los partidos políticos y sindicatos, eliminar las subvenciones corruptas y los concursos públicos infectados, frenar los abusos del feminismo radical y de los grupos LGTB y respetar escrupulosamente la separación de los poderes básicos del Estado, entre otras muchas medidas regeneradoras.
Hemos descubierto la enfermedad terminal de Europa gracias a Donald Trump y a su traición a la vieja protección norteamericana, que en realidad castró al viejo continente y lo hizo un parque de atracciones corrompido para el disfrute de políticos y los burócratas sin alma, con el pueblo marginado y maltratado.
Francisco Rubiales