Los principales dirigentes del mundo, reunidos en Washington para analizar la crisis y tomar medidas para combatirla, han concluido la cumbre con arrogancia y sin asumir responsabilidad alguna ante el desastre de la economía mundial, a pesar de que son ellos el mayor problema del planeta y los verdaderos culpables del drama económico y social que acosa al mundo.
La discusión se ha centrado en un análisis absurdo y falso sobre si el mercado necesita más o menos intervencionismo o si el mundo necesita más liberalismo o más socialismo, pero nadie ha planteado que el liderazgo mundial ha perdido su prestigio, que está divorciado de la ciudadanía y que se ha tornado tan arrogante y alienado que ha dejado de ser eficaz para convertirse en una lacra mundial.
Muchos observadores y pensadores ya habían advertido antes de la cumbre que los políticos son el problema, no la solución y que es metafísicamente imposible que del problema surja la solución.
La caterva reunida en Washington es la que ha incumplido sus deberes permitiendo que las finanzas mundiales entren en crisis y que la economía mundial se encuentre postrada e inmersa en una recesión de caballo a la que muchos ya denominan "postración". Cargados de arrogancia y de poder fátuo han olvidado en sus análisis que no existe otro sector en el mundo tan intervenido por los estados y gobiernos como el dinero (salvo las fuerzas armadas) y que ellos han sido los responsables del desastre en los mercados por permitir el juego sucio y el abuso que ahora afirman querer suprimir. Todos los estados reunidos en Washington, sin excepción, ejercían sobre los mercados un control fuerte a través de los bancos centrales y los organos reguladores, pero ninguno ha reconocido su culpa.
No han hablado de ética, ni han mencionado que la política mundial está todavía más necesitada de reformas profundas que el mismo sistema finenciero. No han reconocido que la noble y digna democracia ya no existe en el mundo porque ellos, los políticos, la han asesinado, sustituyéndola por una oligocracia de partidos y de políticos profesionales. Han denunciado los altos sueldos en el sistema financiero, pero no han entonado el mea culpa ante los casos de corrupción que sus gobiernos amparan, ni ante los abusos de poder que ellos encubren, incluyendo privilegios crecientes para los políticos, subidas de sueldos injustificadas y despilfarro impune en la gestión pública.
Algunos han sido hipócritas ante las cámaras del mundo, muy presentes y atentas en Washington. El español Zapatero, por ejemplo, ha tenido el descaro de hablar de las familias y las pequeñas y medianas empresas, cuando él en España, no solo las ha dejado al margen de los 150 mil millones de euros de dinero público inyectados en las finanzas, sino que también las está acosando con improcedentes subidas de impuestos camufladas, con subidas de tasas y con una terrible oleada de inspecciones y multas que únicamente pretenden esquilmar la economía para pagar los abusos del poder político.
Puede afirmarse sin temor a equivocarnos que Washington ha sido un fracaso plagado de acuerdos sin concreción, de reducciones fiscales no comprometidas y, a veces, defendidas por esquilmadores de ciudadanos y empresas, de peticiones de transparencia en los mercados financieros sin mencionar la especulación ni la corrupción, de refuerzo de los países emergentes en el FMI sin garantizar que habrá más inero y mucha defensa del librecambio sin mencionar la esclavitud de los trabajadores en algunos países, los salarios de miseria orientales ni los subsidios agrícolas occidentales.
Desde la sufrida España, donde el déficit de la democracia ya es acuciante, los ciudadanos sí han podido sentir como el aparato de propaganda del PSOE, con una arrogancia que bordea la locura, concluye que los líderes mundiales han hecho lo que pedía ZP
Como era de esperar en un mundo con su liderazgo político podrido y divorciado de la ciudadanía, la cumbre de Washington ha sido una exhibición de boato, ostentación, ineficiencia y descaro, propia de quienes en lugar de dirigir el mundo con el ejemplo y la sabiduría lo sojuzgan y lo malgobiernan.
Sin embargo, no todo han sido fracasos y retrocesos en la cumbre. En el lado positivo del balance hay que apuntar dos avances:
La discusión se ha centrado en un análisis absurdo y falso sobre si el mercado necesita más o menos intervencionismo o si el mundo necesita más liberalismo o más socialismo, pero nadie ha planteado que el liderazgo mundial ha perdido su prestigio, que está divorciado de la ciudadanía y que se ha tornado tan arrogante y alienado que ha dejado de ser eficaz para convertirse en una lacra mundial.
Muchos observadores y pensadores ya habían advertido antes de la cumbre que los políticos son el problema, no la solución y que es metafísicamente imposible que del problema surja la solución.
La caterva reunida en Washington es la que ha incumplido sus deberes permitiendo que las finanzas mundiales entren en crisis y que la economía mundial se encuentre postrada e inmersa en una recesión de caballo a la que muchos ya denominan "postración". Cargados de arrogancia y de poder fátuo han olvidado en sus análisis que no existe otro sector en el mundo tan intervenido por los estados y gobiernos como el dinero (salvo las fuerzas armadas) y que ellos han sido los responsables del desastre en los mercados por permitir el juego sucio y el abuso que ahora afirman querer suprimir. Todos los estados reunidos en Washington, sin excepción, ejercían sobre los mercados un control fuerte a través de los bancos centrales y los organos reguladores, pero ninguno ha reconocido su culpa.
No han hablado de ética, ni han mencionado que la política mundial está todavía más necesitada de reformas profundas que el mismo sistema finenciero. No han reconocido que la noble y digna democracia ya no existe en el mundo porque ellos, los políticos, la han asesinado, sustituyéndola por una oligocracia de partidos y de políticos profesionales. Han denunciado los altos sueldos en el sistema financiero, pero no han entonado el mea culpa ante los casos de corrupción que sus gobiernos amparan, ni ante los abusos de poder que ellos encubren, incluyendo privilegios crecientes para los políticos, subidas de sueldos injustificadas y despilfarro impune en la gestión pública.
Algunos han sido hipócritas ante las cámaras del mundo, muy presentes y atentas en Washington. El español Zapatero, por ejemplo, ha tenido el descaro de hablar de las familias y las pequeñas y medianas empresas, cuando él en España, no solo las ha dejado al margen de los 150 mil millones de euros de dinero público inyectados en las finanzas, sino que también las está acosando con improcedentes subidas de impuestos camufladas, con subidas de tasas y con una terrible oleada de inspecciones y multas que únicamente pretenden esquilmar la economía para pagar los abusos del poder político.
Puede afirmarse sin temor a equivocarnos que Washington ha sido un fracaso plagado de acuerdos sin concreción, de reducciones fiscales no comprometidas y, a veces, defendidas por esquilmadores de ciudadanos y empresas, de peticiones de transparencia en los mercados financieros sin mencionar la especulación ni la corrupción, de refuerzo de los países emergentes en el FMI sin garantizar que habrá más inero y mucha defensa del librecambio sin mencionar la esclavitud de los trabajadores en algunos países, los salarios de miseria orientales ni los subsidios agrícolas occidentales.
Desde la sufrida España, donde el déficit de la democracia ya es acuciante, los ciudadanos sí han podido sentir como el aparato de propaganda del PSOE, con una arrogancia que bordea la locura, concluye que los líderes mundiales han hecho lo que pedía ZP
Como era de esperar en un mundo con su liderazgo político podrido y divorciado de la ciudadanía, la cumbre de Washington ha sido una exhibición de boato, ostentación, ineficiencia y descaro, propia de quienes en lugar de dirigir el mundo con el ejemplo y la sabiduría lo sojuzgan y lo malgobiernan.
Sin embargo, no todo han sido fracasos y retrocesos en la cumbre. En el lado positivo del balance hay que apuntar dos avances:
- El G-20 se consagra como el foro mundial del futuro, lo que supone una mejora con respecto al G-7, un club demasiado elitista y excluyente.
- La peligrosa pretensión de los socialdemócratas radicales, entre los que se cuenta Zapatero, de aprovechar la crisis para fortalecer todavía más el protagonismo y el poder del Estado y para dar un salto adelante hacia el socialismo intervencionista ha sido frenada en seco tras la intervención inicial del presidente Bush, que ha prestado así el que probablemente sea su último gran servicio a la concepción libre y ciudadana del mundo.
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