El fenómeno del amor entre jóvenes y dinosaurios está ocurriendo en Asturias, donde muchos jóvenes que votan por primera vez se decantan por Álvarez Cascos, un viejo diplodocus que retorna a la política actual, pero ocurre también, de manera todavía más espectacular, en la ciudad andaluza de Jerez, donde Pedro Pacheco, otro gran saurio político que regresa del pasado, está encontrando un sorprendente apoyo masivo de los jóvenes jerezanos, que lo ven como una esperanza de regeneración y de retorno a un pasado que, sin duda, fue mejor que el asqueroso presente político local.
Contrariamente a lo que ocurre en los museos, en la política no todos los dinosaurios son atractivos para los jóvenes. Sólo les atraen los ejemplares solitarios y libres que han abandonado la manada de predadores organizados (partidos políticos), dedicados a dominar y devastar. A los jóvenes les encanta la rebeldía. Los dinosarios viejos de la manada depredadora, como los Manolo Chaves, los Griñán, los Guerra y los extranjeros Gadafi, Mubarak y muchos otros que viven del dominio y la explotación de sus pueblos solo les provocan desprecio.
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Contrariamente a lo que ocurre en los museos, en la política no todos los dinosaurios son atractivos para los jóvenes. Sólo les atraen los ejemplares solitarios y libres que han abandonado la manada de predadores organizados (partidos políticos), dedicados a dominar y devastar. A los jóvenes les encanta la rebeldía. Los dinosarios viejos de la manada depredadora, como los Manolo Chaves, los Griñán, los Guerra y los extranjeros Gadafi, Mubarak y muchos otros que viven del dominio y la explotación de sus pueblos solo les provocan desprecio.
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Álvarez Cascos, que fue número dos del Partido Popular en tiempos de Aznar, y Pedro Pacheco, que lo fue todo en el antiguo Partido Andalucista y alcalde de Jerez durante 24 años, tienen en común otros rasgos, además del de ser viejos y destacados ejemplares de la fauna política española: uno y otro han roto con sus antiguos partidos, el asturiano con el PP y el andaluz con el PA, quizás porque ya no tienen sitio en esas maquinarias implacables de poder, capaces de convivir con la corrupción y ajenas a la ciudadanía y al concepto de bien común. Uno y otro son portadores de recuerdos mejores de una política española que en el pasado fue más limpia, fresca, popular, eficaz y decente.
El andaluz Pacheco alcanzó en los años ochenta fama nacional con su frase "La Justicia es un cachondeo" y denunció connivencias de jueces y magistrados en su disputa legal con el cantante Bertín Osborne, dueño de una gran vivienda contraria a las ordenanzas. Pero su mayor prestigio y fama la alcanzó cuando catapultó a Jerez, su ciudad, hacia los espacios de la promoción mundial, construyendo un circuito de alta velocidad que acogió la Fórmula 1 y un estadio olímpico, organizó unos juegos ecuestres mundiales y, como alcalde, atrajo a empresas, remodeló la ciudad y colocó a Jerez en el exclusivo y restringido club de las ciudades competitivas y pujantes del mundo.
Detrás de él llegaron al Ayuntamiento los dos partidos poderosos de España, el PP y el PSOE, cuyas gestiones municipales, decepcionantes, ineficientes y, en algunos casos, corruptas, convirtieron a Jerez en un cadáver ambulante, lleno de desempleados, nuevos pobres y gente triste y sin esperanza. Tanto el PP como el PSOE le han hecho a Pacheco la campaña para que regrese, portando consigo la esperanza en la regeneración.
Los jóvenes jerezanos, muchos de los cuales no recuerdan a Pacheco como alcalde, se están decantando en las encuestas por apoyarlo de manera masiva y por influir en sus familias para que los adultos le entreguen el voto. Cuando les preguntas por qué apoyan a un político que fue alcalde durante nada menos que 24 años, responden que Pacheco no pertenece a ninguno de los dos partidos corruptos y que devolverá a la ciudad el empuje y la alegría que ha perdido.
Los jóvenes, según las encuestas, repudian la política y sólo buscan en los políticos a gente libre de corrupción y eficaz, que solucione los problemas y sepa anteponer los intereses colectivos sobre los de sus propios partidos.
El "milagro de los dinosaurios" en la política no es un fenómeno inédito en el mundo porque suele producirse siempre, cuando el presente es tan asqueroso que el pasado se transforma en esperanza.
El andaluz Pacheco alcanzó en los años ochenta fama nacional con su frase "La Justicia es un cachondeo" y denunció connivencias de jueces y magistrados en su disputa legal con el cantante Bertín Osborne, dueño de una gran vivienda contraria a las ordenanzas. Pero su mayor prestigio y fama la alcanzó cuando catapultó a Jerez, su ciudad, hacia los espacios de la promoción mundial, construyendo un circuito de alta velocidad que acogió la Fórmula 1 y un estadio olímpico, organizó unos juegos ecuestres mundiales y, como alcalde, atrajo a empresas, remodeló la ciudad y colocó a Jerez en el exclusivo y restringido club de las ciudades competitivas y pujantes del mundo.
Detrás de él llegaron al Ayuntamiento los dos partidos poderosos de España, el PP y el PSOE, cuyas gestiones municipales, decepcionantes, ineficientes y, en algunos casos, corruptas, convirtieron a Jerez en un cadáver ambulante, lleno de desempleados, nuevos pobres y gente triste y sin esperanza. Tanto el PP como el PSOE le han hecho a Pacheco la campaña para que regrese, portando consigo la esperanza en la regeneración.
Los jóvenes jerezanos, muchos de los cuales no recuerdan a Pacheco como alcalde, se están decantando en las encuestas por apoyarlo de manera masiva y por influir en sus familias para que los adultos le entreguen el voto. Cuando les preguntas por qué apoyan a un político que fue alcalde durante nada menos que 24 años, responden que Pacheco no pertenece a ninguno de los dos partidos corruptos y que devolverá a la ciudad el empuje y la alegría que ha perdido.
Los jóvenes, según las encuestas, repudian la política y sólo buscan en los políticos a gente libre de corrupción y eficaz, que solucione los problemas y sepa anteponer los intereses colectivos sobre los de sus propios partidos.
El "milagro de los dinosaurios" en la política no es un fenómeno inédito en el mundo porque suele producirse siempre, cuando el presente es tan asqueroso que el pasado se transforma en esperanza.