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Los griegos ya no son griegos, ni demócratas auténticos



Los griegos han dicho "NO" a las exigencias de los acreedores y se disponen a exigir dinero a Europa a cambio de paz financiera y apelando al miedo. La postura griega es un chantaje típico de tenderos tramposos: "tu me sigues pagando y yo no provoco el caos".

Los griegos actuales ya no son griegos de verdad. Han estado demasiado tiempo bajo la dominación turca y han transformado el espíritu de Aquiles, Ulises, Sócrates y Platón en el de truculentos comerciantes regateadores del bazar. Siguen apelando a la democracia, pero han perdido las virtudes principales de aquel sistema porque han dejado de ser justos, solidarios, transparentes y veraces, porque ahora exigen que les den dinero gratis para financiar sus lujos y excesos sin ánimo de pagarlo nunca, sin pensar siquiera que ese dinero tendrán que pagarlo, con sus impuestos, el resto de los europeos.
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Los griegos saben que ellos nunca podrán pagar la deuda inmensa que tienen, cercana ya al doble de su PIB, pero siguen pidiendo dinero. Están jugando a la ruleta rusa con el miedo de Europa y de todo Occidente a que ellos, con su salida del euro, de la Unión Europea y de la OTAN, puedan generar un drama de proporciones gigantes y esperan que el miedo les traiga sacos de éuros para seguir disfrutando de un sistema de vida que ellos mismos se niegan a considerar como un abuso y una estafa porque está basado en la mentira, el despilfarro y el subsidio sin esfuerzo ni privaciones.

Grecia es un país en quiebra técnica que se resiste a ser considerado por el mundo como un paria y que está utilizando el chantaje para evitar su catástrofe. La actual tragedia griega carece de grandeza y no es, como las clásicas, un conflicto entre los dioses y los hombres o entre el destino y la Humanidad, sino la vulgar defensa de un manirroto frente a sus prestamistas.

Ellos apelan ante los alemanes, franceses y norteamericanos a la democracia que fundaron y piden respeto a sus demandas, pero ignoran que ellos ya no son demócratas porque la democracia clásica era un sistema basado en todo lo contrario de lo que ellos son ahora: transparencia, verdad, equilibrio entre derechos y deberes, esfuerzo, cumplimiento, justicia....

Los griegos del presente son, junto con los españoles, los grandes campeones europeos de la corrupción, un vicio deplorable, reñido con la democracia. Viven en sociedades corrompidas, donde los políticos abusan del poder, han dejado de ser ejemplares y mantienen el gobierno a cambio de repartir dinero ajeno y privilegios que dan votos pero que conducen a la ruina, la degradación y el descrédito. Si eso es democracia, que venga Dios y lo vea.

La democracia es justo lo contrario de lo que es visible en la Grecia de hoy: en lugar de ser el reino de la trampa y el imperio de la corrupción y la mentira, es un sistema basado en la decencia, la verdad y el triunfo de la justicia, no en las ventajas de los poderosos y el predominio de los trucos oscuros, donde los ciudadanos deben repeler la corrupción y cumplen las leyes comunes, mientras los gobernantes son ejemplares y respetan a los ciudadanos sin manipulaciones y engaños. Pagar impuestos en una democracia real es un orgullo responsable, no cosa de imbéciles, como piensan muchos griegos hoy, que, incentivados por la ruindad de su clase política, se niegan a aplicar el IVA y a emitir facturas.

Si Aristóteles, Platón o el mismo Pericles resucitaran hoy y contemplaran lo que es la Grecia del siglo XXI, obra de políticos sin vergüenza y de un pueblo que se ha adaptado al caldo corrupto, se zambullirían de nuevo en sus tumbas, aterrorizados y avergonzados.

Cualquier europeo o ciudadano decente del mundo prestaría dinero con gusto y conciencia solidaria al atribulado pueblo griego, pero no a cambio de chantajes y desde la conciencia de que ese dinero no debe devolverse.


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Lunes, 6 de Julio 2015
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