Los grandes partidos políticos españoles con representación parlamentaria se niegan a regenerarse. A todos les ha ido tan bien sin democracia, subvencionados con dinero público, repartiendose poder, dinero y privilegios y practicando el engaño, la corrupción y el abuso de poder, que ahora se niegan a cambiar.
En la conmemoración del 30 aniversario de la llegada al poder de los socialistas, en 1982, un Felipe González caducado, sobrepasado por la historia, aburguesado y con rostro de dinosaurio, recomendó a su partido, abandonado por los ciudadanos y en caida libre, una receta vieja y sin mordiente: que miraran al pueblo sin sectarismo y que le escucharan. Mas de lo mismo, una salida frustrante y alienante que ignora lo que el partido realmente necesita para resucitar: abandonar la corrupción,renunciar al dinero público, adoptar el servicio al ciudadano como norma de comportamiento, abrazar la democracia, jubilar a sus momias caducas, nunca más hacese una foto con sátrapas y desalmados que despiertan el odio ciudadano, como Zapatero, cuya última fechoría conocida es que "birló" 17.000 millones de euros a la seguridad social española, y enarbolar la bandera de la ética y la regeneración conduciendo a los españoles hacia un futuro más justo, decente y próspero.
Lo mismo ocurre en el PP, un partido que ya nació viejo y que con Aznar se hizo mas socialdemócrata que liberal, adoptando como propios todos los dramas y vicios de la izquierda, desde la corrupción al ansia de poder, pasando por la renuncia a la democracia y terminando con la arrogancia más despreciable y el divorcio con los ciudadanos. El ex presidente Aznar se perfila como posible sucesor de un Rajoy que no convence ni a los suyos, lo que demuestra la nula capacidad de renovación y la inexistencia de un sano y democrático deseo de cambiar y abandonar la actual política de abuso de poder, corrupción y deterioro democrático.
Son partidos confundidos y aterrorizados que se empeñan en mantener las viejas recetas sin darse cuenta que la ciudadanía española está cambiando a pasos agigantados, que los españoles ya no soportan el abuso de poder y ser gobernados por ineptos, corruptos y ególatras sin grandeza ni solvencia ética, atrincherados en el privilegio, que jamás dimiten, que no devuelven lo que roban y que rara vez pagan con la cárcel sus delitos.
Tanto los partidos españoles como los nacionalistas están sobrepasados por la historia y anclados en el pasado, negándose a la regeneración, lo que equivale a un suicidio que no tardará mucho en hacerse cadaver.
Ignoran lo que se deriva de las encuestas, en las que los ciudadanos les señalan como el tercer gran problema del país, después de la corrupción, que también es un problema de los paertidos. No asumen que los partidos políticos han dejado de ser la solución para convertirse en el núcleo del problema. Ni siquiera perciben que son ya el mayor obstáculo para que España resurja y avance hacia un futuro mas justo y mejor. Ajenos a la democracia y divorciados de la decencia y la ética, están muerttos y ni siquiera lo saben.
Empiezan a alarmarse ante el clamor popular que les acusa y la resistencia ciudadana, pero, alienados, interpretan ese sentimiento del pueblo como una rabia pasajera ante la crisis y sus privaciones. No se atreven a asumir que los dirigentes están aislados, que ya no pueden pasear por las calles, ni salir de compras porque el pueblo les pita y abuchea. Tienen miedo al pueblo, un sentimiento sano en demcoracia porque el pueblo es el soberano del sistema, pero ellos reaccionan como estúpidos sátrapas contratando a mas policías y entrenándolos bien para la lucha callejera contra su propio pueblo.
Algunos ciudadanos se extrañan de la torpeza y ceguera de los partidos políticos españoles, incapaces de interpretar los signos de los tiempos, a pesar de que son claros y contundentes, pero no saben que todo lo que ocurre es lógico porque los partidos, sin democracia interna y regidos por el sometimiento al lider, la falta de debate, la represión de la libertad individual y el culto a la simulación y la mentira, son magníficas escuelas que fabrican mediocres, muchos de ellos con ribetes sicopáticos, cualquir cosa menos los dirigentes que la democracia requiere y la sociedad necesita en el siglo XXI.
Los partidos son manadas de auténticos dinusaurios políticos en extinción y cementerios llenos de cadáveres ambulantes.
En la conmemoración del 30 aniversario de la llegada al poder de los socialistas, en 1982, un Felipe González caducado, sobrepasado por la historia, aburguesado y con rostro de dinosaurio, recomendó a su partido, abandonado por los ciudadanos y en caida libre, una receta vieja y sin mordiente: que miraran al pueblo sin sectarismo y que le escucharan. Mas de lo mismo, una salida frustrante y alienante que ignora lo que el partido realmente necesita para resucitar: abandonar la corrupción,renunciar al dinero público, adoptar el servicio al ciudadano como norma de comportamiento, abrazar la democracia, jubilar a sus momias caducas, nunca más hacese una foto con sátrapas y desalmados que despiertan el odio ciudadano, como Zapatero, cuya última fechoría conocida es que "birló" 17.000 millones de euros a la seguridad social española, y enarbolar la bandera de la ética y la regeneración conduciendo a los españoles hacia un futuro más justo, decente y próspero.
Lo mismo ocurre en el PP, un partido que ya nació viejo y que con Aznar se hizo mas socialdemócrata que liberal, adoptando como propios todos los dramas y vicios de la izquierda, desde la corrupción al ansia de poder, pasando por la renuncia a la democracia y terminando con la arrogancia más despreciable y el divorcio con los ciudadanos. El ex presidente Aznar se perfila como posible sucesor de un Rajoy que no convence ni a los suyos, lo que demuestra la nula capacidad de renovación y la inexistencia de un sano y democrático deseo de cambiar y abandonar la actual política de abuso de poder, corrupción y deterioro democrático.
Son partidos confundidos y aterrorizados que se empeñan en mantener las viejas recetas sin darse cuenta que la ciudadanía española está cambiando a pasos agigantados, que los españoles ya no soportan el abuso de poder y ser gobernados por ineptos, corruptos y ególatras sin grandeza ni solvencia ética, atrincherados en el privilegio, que jamás dimiten, que no devuelven lo que roban y que rara vez pagan con la cárcel sus delitos.
Tanto los partidos españoles como los nacionalistas están sobrepasados por la historia y anclados en el pasado, negándose a la regeneración, lo que equivale a un suicidio que no tardará mucho en hacerse cadaver.
Ignoran lo que se deriva de las encuestas, en las que los ciudadanos les señalan como el tercer gran problema del país, después de la corrupción, que también es un problema de los paertidos. No asumen que los partidos políticos han dejado de ser la solución para convertirse en el núcleo del problema. Ni siquiera perciben que son ya el mayor obstáculo para que España resurja y avance hacia un futuro mas justo y mejor. Ajenos a la democracia y divorciados de la decencia y la ética, están muerttos y ni siquiera lo saben.
Empiezan a alarmarse ante el clamor popular que les acusa y la resistencia ciudadana, pero, alienados, interpretan ese sentimiento del pueblo como una rabia pasajera ante la crisis y sus privaciones. No se atreven a asumir que los dirigentes están aislados, que ya no pueden pasear por las calles, ni salir de compras porque el pueblo les pita y abuchea. Tienen miedo al pueblo, un sentimiento sano en demcoracia porque el pueblo es el soberano del sistema, pero ellos reaccionan como estúpidos sátrapas contratando a mas policías y entrenándolos bien para la lucha callejera contra su propio pueblo.
Algunos ciudadanos se extrañan de la torpeza y ceguera de los partidos políticos españoles, incapaces de interpretar los signos de los tiempos, a pesar de que son claros y contundentes, pero no saben que todo lo que ocurre es lógico porque los partidos, sin democracia interna y regidos por el sometimiento al lider, la falta de debate, la represión de la libertad individual y el culto a la simulación y la mentira, son magníficas escuelas que fabrican mediocres, muchos de ellos con ribetes sicopáticos, cualquir cosa menos los dirigentes que la democracia requiere y la sociedad necesita en el siglo XXI.
Los partidos son manadas de auténticos dinusaurios políticos en extinción y cementerios llenos de cadáveres ambulantes.