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Los españoles, cansados de soportar a ineptos y corruptos en el poder, esperan las palabras del rey



Faltan horas para que el rey Felipe VI pronuncie su tradicional discurso de Navidad, en el que va a dirigirse a una España enferma, insegura e infectada de miedo al futuro y de hartazgo, indignada y cansada de soportar a políticos ineptos y corruptos, con sus esperanzas e ilusiones castradas y con la mirada puesta en el monarca, del que espera que cumpla su misión constitucional de defender la nación cuando está en peligro.

Y vive Dios que España está en peligro, sobre todo porque el timón de la nave está en manos mentirosas, ineptas y traidoras, nada fiables por sus carencias éticas, errores fatales y ambición desmedida, unas manos capaces de estrellarnos contra las rocas de la traición y la ruptura de la unidad.

El hartazgo de los españoles ante la baja estofa de los políticos es el sentimiento más fuerte y poderoso entre los ciudadanos, más que el miedo al futuro o a la pobreza. Es un sentimiento vinculado a la indignación y a la desesperación que produce sentirse mal gobernado por tipos que nos conducen hacia el fracaso. Mas de media España cree que el actual presidente, Pedro Sánchez, es un peligro para España, pero esos ciudadanos creen que están atrapados, sin poder hacer nada, por un sistema que nunca fue democracia y por un conjunto de leyes dictadas por los políticos para blindarse y ser impunes.

El hartazgo se hace rechazo y el rechazo avanza hacia el odio y el deseo de venganza contra una clase política decepcionante y carente de sintonía con un pueblo que piensa, cada día con más firmeza, que los políticos y los partidos tradicionales en lugar de solucionar los problemas de España los agrandan y empeoran.

Si el rey Felipe no tiene en cuenta las turbulencias que amenazan nuestra nación y el estado de desesperación y angustia que envuelve a gran parte de la ciudadanía, su discurso sólo servirá para aumentar la frustración y el miedo
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En su gran discurso contra el independentismo y el golpismo en Cataluña, el rey habló con brío y solvencia de "Una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado"
Para entender lo que está ocurriendo hoy en España, donde el poder está en malas manos y dependiendo de los más desleales y de los que odian a España, hay que admitir que la aparición de Podemos, Ciudadanos y VOX no es producto de la ingeniería política, ni de la casualidad, sino consecuencia directa del rechazo de los españoles a los viejos partidos. Mas de la mitad de la población es ya incapaz de confiar y apoyar con sus votos al PSOE, al PP y a los nacionalismos minados de odio porque los culpa, con razón, de haber creado la España actual, todo un lodazal en ruinas a punto de romperse y de fracasar como nación.

El mundo está cambiando y el hartazgo de la política es ya un sentimiento dominante, hasta el punto de que cualquiera que quiera ganar poder en el mundo tiene que ser percibido como alguien que se opone al orden establecido. Lo que importa, como subrayaba pertinentemente Buttigieg, “no es si perteneces a la izquierda o a la derecha, ni en qué punto te sitúas, sino cuánto vas a profundizar en los cambios del sistema”.

España es una especie de laboratorio avanzado donde la vileza de los políticos está alcanzando límites insospechados, como si alguien estuviera utilizando a los españoles para averiguar cuanta maldad, estupidez y bajeza puede aguantar un pueblo sin rebelarse y desatar su furia contra los bandidos.

La palabra clave en política es "cambio". Es tan importante cambiar que casi nadie explica que es lo que quiere cambiar y basta con pronunciar "cambio" para recolectar votos y esperanzas.

Lo que parecía imposible hace poco más de una década hoy es real: políticos rechazados por una mayoría de su pueblo que se apoderan del poder gracias a alianzas bastardas y muchas veces antinaturales con otros partidos sin otra sintonía que el reparto del botín.

España y Pedro Sánchez son el más avanzado y miserable ejemplo de ese hartazgo ciudadano ante el avance de los miserables, capaces de estafar a los ciudadanos haciendo lo contrario de lo que prometieron y de unirse a fuerzas contrarias, únicamente movidos por intereses bastardos y por el poder mismo.

En ese ambiente va a llegar el discurso del rey, tradicionalmente poco escuchado porque lo pronuncia en una noche de paz familiar y de celebración festiva, pero que esta vez al menos duplicará la audiencia porque España necesita recibir altas dosis de seguridad, confianza, esperanza y fortaleza. Si el rey no lo entiende y nos lanza un discurso plano y anodino, lleno de generalidades y buenos deseos, fracasará y les aseguro que, rodeado de republicanos y bandoleros atrincherados en el Estado y las instituciones, un rey debilitado y alejado de su pueblo se convertirá en la presa a abatir mas golosa para el bandolerismo político español.

Francisco Rubiales

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Domingo, 22 de Diciembre 2019
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