En su gran discurso contra el independentismo y el golpismo en Cataluña, el rey habló con brío y solvencia de "Una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado"
Para entender lo que está ocurriendo hoy en España, donde el poder está en malas manos y dependiendo de los más desleales y de los que odian a España, hay que admitir que la aparición de Podemos, Ciudadanos y VOX no es producto de la ingeniería política, ni de la casualidad, sino consecuencia directa del rechazo de los españoles a los viejos partidos. Mas de la mitad de la población es ya incapaz de confiar y apoyar con sus votos al PSOE, al PP y a los nacionalismos minados de odio porque los culpa, con razón, de haber creado la España actual, todo un lodazal en ruinas a punto de romperse y de fracasar como nación.
El mundo está cambiando y el hartazgo de la política es ya un sentimiento dominante, hasta el punto de que cualquiera que quiera ganar poder en el mundo tiene que ser percibido como alguien que se opone al orden establecido. Lo que importa, como subrayaba pertinentemente Buttigieg, “no es si perteneces a la izquierda o a la derecha, ni en qué punto te sitúas, sino cuánto vas a profundizar en los cambios del sistema”.
España es una especie de laboratorio avanzado donde la vileza de los políticos está alcanzando límites insospechados, como si alguien estuviera utilizando a los españoles para averiguar cuanta maldad, estupidez y bajeza puede aguantar un pueblo sin rebelarse y desatar su furia contra los bandidos.
La palabra clave en política es "cambio". Es tan importante cambiar que casi nadie explica que es lo que quiere cambiar y basta con pronunciar "cambio" para recolectar votos y esperanzas.
Lo que parecía imposible hace poco más de una década hoy es real: políticos rechazados por una mayoría de su pueblo que se apoderan del poder gracias a alianzas bastardas y muchas veces antinaturales con otros partidos sin otra sintonía que el reparto del botín.
España y Pedro Sánchez son el más avanzado y miserable ejemplo de ese hartazgo ciudadano ante el avance de los miserables, capaces de estafar a los ciudadanos haciendo lo contrario de lo que prometieron y de unirse a fuerzas contrarias, únicamente movidos por intereses bastardos y por el poder mismo.
En ese ambiente va a llegar el discurso del rey, tradicionalmente poco escuchado porque lo pronuncia en una noche de paz familiar y de celebración festiva, pero que esta vez al menos duplicará la audiencia porque España necesita recibir altas dosis de seguridad, confianza, esperanza y fortaleza. Si el rey no lo entiende y nos lanza un discurso plano y anodino, lleno de generalidades y buenos deseos, fracasará y les aseguro que, rodeado de republicanos y bandoleros atrincherados en el Estado y las instituciones, un rey debilitado y alejado de su pueblo se convertirá en la presa a abatir mas golosa para el bandolerismo político español.
Francisco Rubiales
El mundo está cambiando y el hartazgo de la política es ya un sentimiento dominante, hasta el punto de que cualquiera que quiera ganar poder en el mundo tiene que ser percibido como alguien que se opone al orden establecido. Lo que importa, como subrayaba pertinentemente Buttigieg, “no es si perteneces a la izquierda o a la derecha, ni en qué punto te sitúas, sino cuánto vas a profundizar en los cambios del sistema”.
España es una especie de laboratorio avanzado donde la vileza de los políticos está alcanzando límites insospechados, como si alguien estuviera utilizando a los españoles para averiguar cuanta maldad, estupidez y bajeza puede aguantar un pueblo sin rebelarse y desatar su furia contra los bandidos.
La palabra clave en política es "cambio". Es tan importante cambiar que casi nadie explica que es lo que quiere cambiar y basta con pronunciar "cambio" para recolectar votos y esperanzas.
Lo que parecía imposible hace poco más de una década hoy es real: políticos rechazados por una mayoría de su pueblo que se apoderan del poder gracias a alianzas bastardas y muchas veces antinaturales con otros partidos sin otra sintonía que el reparto del botín.
España y Pedro Sánchez son el más avanzado y miserable ejemplo de ese hartazgo ciudadano ante el avance de los miserables, capaces de estafar a los ciudadanos haciendo lo contrario de lo que prometieron y de unirse a fuerzas contrarias, únicamente movidos por intereses bastardos y por el poder mismo.
En ese ambiente va a llegar el discurso del rey, tradicionalmente poco escuchado porque lo pronuncia en una noche de paz familiar y de celebración festiva, pero que esta vez al menos duplicará la audiencia porque España necesita recibir altas dosis de seguridad, confianza, esperanza y fortaleza. Si el rey no lo entiende y nos lanza un discurso plano y anodino, lleno de generalidades y buenos deseos, fracasará y les aseguro que, rodeado de republicanos y bandoleros atrincherados en el Estado y las instituciones, un rey debilitado y alejado de su pueblo se convertirá en la presa a abatir mas golosa para el bandolerismo político español.
Francisco Rubiales