Celebrar la bancarrota y el fracaso como hizo ayer el PSOE en el décimo aniversario del "zapaterismo", es obsceno y, además, cínico. El peor dirigente político de la España moderna, en el parcial y falso balance de sus diez años al frente del socialismo español, habló de conquistas sociales que no existen y de éxitos invisibles, ignorando la gran verdad de su herencia, que la España que él ha construido está más cerca del fracaso y del fascismo que cuando él asumió el poder.
Diez años de Zapatero han sido suficientes para debilitar tanto la política y la democracia y para decepcionar tanto a los ciudadanos que el país ha aprendido a odiar a los "políticos" y a desconfiar tanto del sistema que empieza a estar preparado para recibir con los brazos abiertos a cualquier salvapatrias que se presente ante la sociedad como "antipolítico" y sea portador de una "escoba" que barra los abusos, los privilegios injustos y la arrogancia de la actual casta afincada en el poder.
Es duro pero cierto. El divorcio entre políticos y ciudadanos se ha consumado durante el mandato de Zapatero, como queda reflejado en las encuestas, que señalan al político como el tercer gran problema del país. Sin la habitual "cocina" del poder, esas encuestas revelarían la amarga verdad de que los políticos profesionales actuales son el principal y mayor problema de España.
Zapatero, con sus mentiras, engaños, arbitrariedades y trampas, tras haber arruinado el país, dividido la sociedad y despertado el fantasma de las dos Españas, ha esquilmado el panorama político y democrático español, hasta lograr que el político sea percibido como el carcelero de un pueblo al que el poder teme porque un día podría despertar y descubrir que está siendo oprimido y engañado hasta el abuso.
En su balance falso y arbitrario, los socialistas olvidaron reconocer que la principal herencia de Zapatero ni siquiera es el desempleo, el avance de la pobreza y la destrucción de la confianza y de la riqueza, sino la destrucción del prestigio de la política y la degradación de la democracia, un sistema que en sus manos se ha revelado como una dictadura del partido en el poder, sin controles ni cautelas y con un poder desmedido y peligroso.
La España que dejará Zapatero estará más madura para el fascismo porque la democracia y el prestigio de la política, que son los principales frenos al totalitarismo, han sido degradados por el torpe y arbitrario dirigente socialista. gracias al cual los ciudadanos españoles perden cada día más la confianza en el poder democrático, la esperanza en el futuro y el respeto a la democracia.
La práctica continuada del clientelismo, el nepotismo, el amiguismo, el despilfarro, la arbitrariedad, la ineficacia, la arrogancia y la parcialidad han colmado de oprobio al gobierno y estimulado el desprecio a lo público en millones de españoles, disconformes con el comportamiento de Zapatero y con su labor demoledora del país y de sus riquezas y valores.
El socialismo de Zapatero ha demostrado que nos acerca mas que cualquier otro sistema, incluido el liberalismo salvaje, al mundo esclavo de Orwell, donde la libertad se limita porque unos tienen más derechos que otros y la ley se aplica con rigor al enemigo y d manera magnánima al amigo.
Al igual que los abusos de la II República abrieron las puertas al "Franquismo", los errores, las mentiras y los abusos de Zapatero están abriendo las puertas de España a cualquier futura aventura totalitaria, con tal de que se presente como limpia y enemiga de los "políticastros" y "aprovechados".
Al margen de lo interpretable, ateniéndonos a los puros hechos y estadísticas, el balance de Zapatero es aterrador: avance de la pobreza, desempleo masivo, pérdida de confianza en el poder, desprestigio de los políticos y del sistema y un liderazgo despreciable que ha convertido a España en país campeón en ámbitos y sectores como la baja calidad de la enseñanza, el fracaso escolar, la delincuencia de bandas internacionales, el despilfarro público, el endeudamiento atroz, el tráfico y el consumo de drogas, el blanqueo de dinero, la prostitución, la trata de blancas, la violencia de género, el alcoholismo, los privilegios de la "casta" política, el crecimiento insostenible del Estado,y otras muchas lacras que son reflejo y causa, al mismo tiempo, de la decadencia de la sociedad española, de la convivencia y del bienestar general.
Celebrar como un éxito estas desgracias, como acaban de hacer los socialistas, es una verdadera desvergüenza y una ofensa a la verdad y a la decencia.
Diez años de Zapatero han sido suficientes para debilitar tanto la política y la democracia y para decepcionar tanto a los ciudadanos que el país ha aprendido a odiar a los "políticos" y a desconfiar tanto del sistema que empieza a estar preparado para recibir con los brazos abiertos a cualquier salvapatrias que se presente ante la sociedad como "antipolítico" y sea portador de una "escoba" que barra los abusos, los privilegios injustos y la arrogancia de la actual casta afincada en el poder.
Es duro pero cierto. El divorcio entre políticos y ciudadanos se ha consumado durante el mandato de Zapatero, como queda reflejado en las encuestas, que señalan al político como el tercer gran problema del país. Sin la habitual "cocina" del poder, esas encuestas revelarían la amarga verdad de que los políticos profesionales actuales son el principal y mayor problema de España.
Zapatero, con sus mentiras, engaños, arbitrariedades y trampas, tras haber arruinado el país, dividido la sociedad y despertado el fantasma de las dos Españas, ha esquilmado el panorama político y democrático español, hasta lograr que el político sea percibido como el carcelero de un pueblo al que el poder teme porque un día podría despertar y descubrir que está siendo oprimido y engañado hasta el abuso.
En su balance falso y arbitrario, los socialistas olvidaron reconocer que la principal herencia de Zapatero ni siquiera es el desempleo, el avance de la pobreza y la destrucción de la confianza y de la riqueza, sino la destrucción del prestigio de la política y la degradación de la democracia, un sistema que en sus manos se ha revelado como una dictadura del partido en el poder, sin controles ni cautelas y con un poder desmedido y peligroso.
La España que dejará Zapatero estará más madura para el fascismo porque la democracia y el prestigio de la política, que son los principales frenos al totalitarismo, han sido degradados por el torpe y arbitrario dirigente socialista. gracias al cual los ciudadanos españoles perden cada día más la confianza en el poder democrático, la esperanza en el futuro y el respeto a la democracia.
La práctica continuada del clientelismo, el nepotismo, el amiguismo, el despilfarro, la arbitrariedad, la ineficacia, la arrogancia y la parcialidad han colmado de oprobio al gobierno y estimulado el desprecio a lo público en millones de españoles, disconformes con el comportamiento de Zapatero y con su labor demoledora del país y de sus riquezas y valores.
El socialismo de Zapatero ha demostrado que nos acerca mas que cualquier otro sistema, incluido el liberalismo salvaje, al mundo esclavo de Orwell, donde la libertad se limita porque unos tienen más derechos que otros y la ley se aplica con rigor al enemigo y d manera magnánima al amigo.
Al igual que los abusos de la II República abrieron las puertas al "Franquismo", los errores, las mentiras y los abusos de Zapatero están abriendo las puertas de España a cualquier futura aventura totalitaria, con tal de que se presente como limpia y enemiga de los "políticastros" y "aprovechados".
Al margen de lo interpretable, ateniéndonos a los puros hechos y estadísticas, el balance de Zapatero es aterrador: avance de la pobreza, desempleo masivo, pérdida de confianza en el poder, desprestigio de los políticos y del sistema y un liderazgo despreciable que ha convertido a España en país campeón en ámbitos y sectores como la baja calidad de la enseñanza, el fracaso escolar, la delincuencia de bandas internacionales, el despilfarro público, el endeudamiento atroz, el tráfico y el consumo de drogas, el blanqueo de dinero, la prostitución, la trata de blancas, la violencia de género, el alcoholismo, los privilegios de la "casta" política, el crecimiento insostenible del Estado,y otras muchas lacras que son reflejo y causa, al mismo tiempo, de la decadencia de la sociedad española, de la convivencia y del bienestar general.
Celebrar como un éxito estas desgracias, como acaban de hacer los socialistas, es una verdadera desvergüenza y una ofensa a la verdad y a la decencia.