Las últimas encuestas confirman el crecimiento constante de UPyD y de su líder, Rosa Diéz, que ya supera a Zapatero en valoración popular. La clave del empuje de UPyD está en que los demócratas, la gente honrada y los muchos ciudadanos libres que se sienten hastiados del bipartidismo corrupto y arrogante que domina la política española han decidio retirar su apoyo a los partidos tradicionales y apoyar a partidos nuevos que apuestan por la verdadera democracia.
Premiado por su voluntad de cambio, por su rechazo a la corrupción, por su decisión de reformar la Constitución y la Ley Electoral y porque es capaz de decir en todos los rincones de España lo que los demócratas quieren oir, UPyD aparece en las encuestas de este fin de semana catapultado por los ciudadanos hasta posiciones que resultan impensables para un partido nuevo y sin apenas dinero, con poco más de un año de vida. Tanto en Galicia como en el País Vasco el partido de Rosa Diéz tendrá escaños y en ambos territorios podría convertirse en la llave del poder, mientras que a nivel nacional, la intención de voto refleja el empuje de un partido que ya se perfila como la tercera fuerza política del país, por delante de Izquierda Unida, de CIU y del PNV.
Pero el dato más sorprendente de las encuestas recientes es que Rosa Diéz supera ya en valoración a Zapatero, al que por primera vez suspenden los ciudadanos, y también a un Rajoy salpicado por los escándalos de corrupción, cuyo liderazgo en la derecha no logra captar adhesiones ni votos, a pesar del retroceso de Zapatero, cuya imagen cae ya, víctima de su fracaso al gestionar la crisis económica y de los escándalos recientes, que muestran a su partido como un conglomerado de nuevos señoritos arrogantes, despilfarradores y privilegiados.
La rebeldía de una creciente fuerza demócrata que quiere cambiar las cosas en España y que tiene el firme propósito de instaurar, de una vez por todas, la democracia, degradada por los actuales partidos, que la han transformado en una burda y despreciable oligocracia, queda nítidamente reflejada en las encuestas que publican el Mundo, ABC, El País y El Periódico de Cataluña. En todos esos medios se aprecia el fuerte crecimiento de UPyD y el estancamiento de los agotados partidos tradicionales y de los nacionalismos, que podrían haber iniciado ya su inevitable declive en Galicia y el País Vasco.
Premiado por su voluntad de cambio, por su rechazo a la corrupción, por su decisión de reformar la Constitución y la Ley Electoral y porque es capaz de decir en todos los rincones de España lo que los demócratas quieren oir, UPyD aparece en las encuestas de este fin de semana catapultado por los ciudadanos hasta posiciones que resultan impensables para un partido nuevo y sin apenas dinero, con poco más de un año de vida. Tanto en Galicia como en el País Vasco el partido de Rosa Diéz tendrá escaños y en ambos territorios podría convertirse en la llave del poder, mientras que a nivel nacional, la intención de voto refleja el empuje de un partido que ya se perfila como la tercera fuerza política del país, por delante de Izquierda Unida, de CIU y del PNV.
Pero el dato más sorprendente de las encuestas recientes es que Rosa Diéz supera ya en valoración a Zapatero, al que por primera vez suspenden los ciudadanos, y también a un Rajoy salpicado por los escándalos de corrupción, cuyo liderazgo en la derecha no logra captar adhesiones ni votos, a pesar del retroceso de Zapatero, cuya imagen cae ya, víctima de su fracaso al gestionar la crisis económica y de los escándalos recientes, que muestran a su partido como un conglomerado de nuevos señoritos arrogantes, despilfarradores y privilegiados.
La rebeldía de una creciente fuerza demócrata que quiere cambiar las cosas en España y que tiene el firme propósito de instaurar, de una vez por todas, la democracia, degradada por los actuales partidos, que la han transformado en una burda y despreciable oligocracia, queda nítidamente reflejada en las encuestas que publican el Mundo, ABC, El País y El Periódico de Cataluña. En todos esos medios se aprecia el fuerte crecimiento de UPyD y el estancamiento de los agotados partidos tradicionales y de los nacionalismos, que podrían haber iniciado ya su inevitable declive en Galicia y el País Vasco.
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