Información y Opinión

Los demócratas andaluces contra los "gigantes" del PSOE



Los demócratas y la gente de bien de Andalucía, deseosos de cambiar la política actual y de eliminar la corrupción y el abuso, no se enfrentan solo a un partido político poderoso, sino a un sofisticado y eficaz sistema clientelar diseñado para neutralizar al ciudadano, generar miedo, pervertir la democracia y ganar los votos suficientes para perpetuarse en el poder.
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Muchos españoles se sienten indignados y están cuestionando el sistema porque los andaluces, en las elecciones del 22 de marzo, han votado a sus verdugos y han dado su apoyo en las urnas al partido que les ha colocado en el atraso y la corrupción y la falta de esperanza, pero antes de emitir una condena deberían analizar la triste realidad del pueblo andaluz, hoy en manos de los nuevos señoritos, unos políticos que, al igual que los antiguos señores rurales, controlan los puestos de trabajo, administran la riqueza, compran votos y cercenan la libertad y el orgullo de cientos de miles de familias sometidas.

No existe en toda España otra maquinaria de poder y de perversión del sistema tan eficaz y sofisticada como la que han creado en Andalucía los socialistas durante los 33 años ininterrumpidos que llevan gobernando y utilizando el dinero público para tejer una red de la que es casi imposible escapar. Gracias a esa tela de araña, es prácticamente imposible que pierdan unas elecciones, sobre todo si enfrente, como partido adversario, tienen a un PP andaluz que ha batido casi todos los records de torpeza, desatino e ineficiencia política.

Hasta ahora, al contemplar las dos opciones existentes con capacidad real de gobierno (PSOE y PP), los andaluces optaban en masa por votar socialista, probablemente con razón, porque consideran al PSOE el menos malo de los dos partidos o porque, al contemplar lo que hace el PP gobernando España, aplican el sabio principio de que "mas vale malo conocido que bueno por conocer".

La tela de araña socialista andaluza domina mas de la mitad de la economía regional, es el mayor empleador y sus tentáculos llegan hasta el último rincón de la sociedad civil y del tejido productivo: empresas, autónomos, comercios, universidades, medios de comunicación, escuelas, sindicatos, patronal, religiones, comercios, viviendas, urbanismo, servicios básicos, instituciones financieras, leyes, Justicia, asociaciones, orquestas, cultura, clubes deportivos, folclore, fiestas y hasta cofradías y otras organizaciones sin ánimo de lucro. Donde no sientan a sus representantes, funcionan sus infiltrados o inspectores y donde no dominan directamente, logran el control a través de subvenciones, convenios, intercambios o apaños opacos e inconfesables.

La situación andaluza es tan dramática y triste que la mayor esperanza de los demócratas y de los andaluces decentes hoy está representada por la jueza Alaya, incansable cazadora de corruptos atrincherados en la Junta de Andalucía, probablemente la única oposición real que existe y el mayor obstáculo que se alza frente al terrible e imponente socialismo andaluz.

Considerar que Andalucía es como Madrid o Castilla es un error porque en esas regiones o no hay red clientelar de acero o la que hay es ridícula y débil comparada con el potente y estremecedor entramado andaluz.

Andalucía está presa de un sistema que combina lo económico, lo político, lo cultural, lo social y el resto de las manifestaciones vitales, prácticamente sin excepción, un poder que se plasma en los puestos de trabajo, concursos públicos, subvenciones, ayudas, permisos, privilegios, apoyos, tráficos de información e influencias, compra de voluntades, publicidad condicionada, acoso, promociones, negocios, marginación y dosis tan elevadas de miedo que aquí podrían aprender los directores del cine de terror de Estados Unidos, Japón y toda Europa.

El atraso andaluz no es consecuencia del bajo nivel de la educación, ni de las letales dosis de corrupción que infectan la sociedad, ni del bajo rendimiento laboral, ni de la falta de creatividad y capacidad innovadora, sino de que todo está frenado y adormecido por el miedo y la dependencia que emanan de esa red pegajosa y paralizante que merma el empuje, adormece los sentidos, limita la libertad y crea zozobra e inseguridad a raudales.

Andalucía es como un Ferrari conducido por un mono o como un avión sin hélices al que se le exige volar.

Andalucía necesita mas una perestroika que libere su mente y cree hombres y mujeres libres que inyecciones económicas para el desarrollo. Todo dinero que caiga en la red o desaparece o se emplea tan mal que no produce frutos. El rescate que Andalucía necesita es moral y político porque solo si la sociedad andaluza es liberada de sus invisibles cadenas podrá despegar.

No hace mucho estuve conversando con un empresario israelí que tiene inversiones en Andalucía y recuerdo algo que me dijo y me dejó casi grogui: "Andalucía parece una tierra feliz, pero es tan poco libre como Palestina" y agregó: "Pero creo que lo vuestro es peor porque el problema de Palestina se ve y es el Estado de Israel, pero lo que convierte a los andaluces en prisioneros acobardados en una red invisible e invencible, tejida por políticos sin escrúpulos".


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Domingo, 26 de Abril 2015
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