Los damnificados de la partitocracia española y las víctimas de la insensatez y del mal gobierno son ya legiones y el número de cesa de crecer. Al ejército de las víctimas de Zapatero, formado por los que han perdido el empleo, los que han tenido que cerrar sus empresas, los que no llegan a fin de mes, los que tienen que hacer colas en los comedores de caridad, los que sienten vergüenza ante la decadencia de España, los que viajan al extranjero y sienten que son despreciados por ser españoles y los demócratas obligados a asistir al sucio espectáculo del asesinato de la democracia y su sustitución por una oligocracia indecente, hay que agregar ahora las nuevas víctimas de Rajoy: aquellos que se sienten acribillados a impuestos, los que ven con impotencia cómo el gobierno les mete la mano en la cartera y los muchos que se sienten frustrados por las promesas incumplidas de la derecha española, que prometió castigar a los corruptos y delincuentes afincados en el poder, un gobierno justo y no subir impuestos, pero, una vez asumido el poder, el perdón del zapaterismo y la subida de impuestos han sido sus primeras medidas.
Las víctimas de la partitocracia española crecen a diario y son ya una marea frustrada a la que acaban de incorporarse los que quedarán todavía más aplastados por la subida de impuestos decretada por el gobierno, los que sienten repugnancia ante el despilfarro y el abuso del poder y los enemigos de la partitocracia antidemócrata que domina España.
No es fácil entender cómo esa legión de damnificados, obligados a soportar el lujo de los poderosos, el injusto comportamiento del sistema financiero y a admitir atropellos como la financiación con dinero público de partidos políticos y sindicatos y la persistencia de las ruinosas televisiones públicas, verdaderos juguetes del poder, no se rebelan ante tanta injusticia.
En Francia, Alemania, Portugal, Marruecos y otros países comentan ya que los españoles hemos arrebatado a los italianos el triste liderazgo en la cobardía europea.
Por mucho menos de lo que España está padeciendo, pueblos del mundo con mayor dignidad y principios han salido a las calles para rechazar a los corruptos, a los depredadores y a los ineptos que pilotan el Estado hacia el colapso, sin tino ni solvencia.
¿Cuantos parados son necesarios para que la gente salga a protestar? ¿Cuanto dinero publico tienen que despilfarrar o regalar a los amigos del poder para que nos sintamos indignados y esquilmados? ¿Cuanta vergüenza nos queda que soportar a los teóricos demócratas españoles para abandonar nuestra cobardía y enfrentarnos al poder público, expresando nuestro rechazo a la ruindad?
Ayer me decía un amigo que él, a partir de ahora, hará boicot al Estado en aquello que más le duele y dejará de comprar loteria y de participar en juegos gestionados por el poder, como son la primitiva, la bonoloto, los euromillones y otros similares. No es un revolución, pero al menos es una protesta que el poder político sentirá porque les toca a ellos el bolsillo y afecta a lo que los políticos aman con más ardor: el dinero.
En Voto en Blanco hemos decidido secundar y propagar esa propuesta.
Las víctimas de la partitocracia española crecen a diario y son ya una marea frustrada a la que acaban de incorporarse los que quedarán todavía más aplastados por la subida de impuestos decretada por el gobierno, los que sienten repugnancia ante el despilfarro y el abuso del poder y los enemigos de la partitocracia antidemócrata que domina España.
No es fácil entender cómo esa legión de damnificados, obligados a soportar el lujo de los poderosos, el injusto comportamiento del sistema financiero y a admitir atropellos como la financiación con dinero público de partidos políticos y sindicatos y la persistencia de las ruinosas televisiones públicas, verdaderos juguetes del poder, no se rebelan ante tanta injusticia.
En Francia, Alemania, Portugal, Marruecos y otros países comentan ya que los españoles hemos arrebatado a los italianos el triste liderazgo en la cobardía europea.
Por mucho menos de lo que España está padeciendo, pueblos del mundo con mayor dignidad y principios han salido a las calles para rechazar a los corruptos, a los depredadores y a los ineptos que pilotan el Estado hacia el colapso, sin tino ni solvencia.
¿Cuantos parados son necesarios para que la gente salga a protestar? ¿Cuanto dinero publico tienen que despilfarrar o regalar a los amigos del poder para que nos sintamos indignados y esquilmados? ¿Cuanta vergüenza nos queda que soportar a los teóricos demócratas españoles para abandonar nuestra cobardía y enfrentarnos al poder público, expresando nuestro rechazo a la ruindad?
Ayer me decía un amigo que él, a partir de ahora, hará boicot al Estado en aquello que más le duele y dejará de comprar loteria y de participar en juegos gestionados por el poder, como son la primitiva, la bonoloto, los euromillones y otros similares. No es un revolución, pero al menos es una protesta que el poder político sentirá porque les toca a ellos el bolsillo y afecta a lo que los políticos aman con más ardor: el dinero.
En Voto en Blanco hemos decidido secundar y propagar esa propuesta.