Información y Opinión

Los ciudadanos podemos bajar el precio de la gasolina y del gasóleo ¿Quiere saber cómo?



Se equivocan los que se excusan en que el poder del Estado es inmenso y que el ciudadano puede hacer poco para cambiar las cosas. El poder del boicot es enorme. Si los ciudadanos quisieran, podrían cambiar el gobierno, imponer una reforma educativa o bajar el precio de los combustibles. Sólo tienen que practicar el boicot.
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Por muchos poder que tengan los gobiernos y las grandes corporaciones, el poder final pertenece al ciudadano. El poder del boicot es enorme. El problema es que, para ejercerlo, necesitamos organización y los gobiernos ya se encargan de que los ciudadanos estemos aíslados y desorganizados. Sin embargo, con un poco de organización y orden podríamos alcanzar grandes victorias, como expulsar del poder a los malos gobernantes, imponer una democracia regenerada, forzar la bajada de los impuestos y muchas cosas más.

Estas vacaciones de Semana Santa hemos visto cómo la gasolina y el gasóleo han subido sus precios en España de manera alarmante, muy por encima de lo razonable, de forma descarada, sin otra justificación que recaudar más dinero del ciudadano. Los expertos afirman que los precios subirán mucho más antes del verano, a pesar de la crisis galopante, no sólo porque el precio del crudo se eleve en los mercados, sino porque el gobierno de Zapatero quiere recaudar a toda costa y los combustibles son el recurso más masivo y fácil.

Sin embargo, el poder del consumidor organizado puede derrotar todas esas sucias y truculentas "conspiraciones", contrarias a las reglas de la democracia y del libre mercado.

Hoy estudiaremos cómo conseguir que bajen el precio de la gasolina y el gasóleo.

Un boicot abierto y generalizado, como se ha hecho otras veces, consistente en no comprar combustible en un día concreto, es ineficaz y sólo provoca risa a las petroleras, que saben que, tarde o temprano, iremos a llenar el depósito. Sin embargo, hay formas más inteligentes y eficaces para lograr el mismo objetivo.

La mejor consiste en dejar de comprar combustible en dos compañías petroleras concretas, que, por su poderío y enorme influencia en los mercados, deberían ser Shell y BP, dos de las mayores del mundo. Si a partir de hoy dejásemos de acudir a esas gasolineras, las dos compañías, asustadas ante el boicot, para relanzar sus ventas, se verían obligadas a bajar los precios del combustible, una bajada que arrastraría a las demás compañías, acostumbradas a manipular el libre mercado operando con la misma política de precios ante la ciudadanía, aunque eso sea ilegal.

El boicot debe mantenerse hasta que el precio de los gasóleos y gasolinas alcance los 80 céntimos de euro el litro, un precio más que razonable para las compañías, incluso con el precio del petróleo a 100 dólares el barril. El gobierno, que se lleva más de la mitad del precio final de los combustibles en impuestos, sentirá el golpe y aprenderá a temer al ciudadano.

El sistema demostrará la eficacia imbatible del boicot y el poder supremo del consumidor. También enseñará al gobierno que el ciudadano es quien manda en democracia y que cuando el ciudadano teme al gobierno, es porque existe tiranía, mientras que si es el gobierno el que teme al ciudadano, entonces hay democracia.

(Inspirado en una propuesta anónima recibida por Internet, reescrita y reelaborada en Voto en Blanco)

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Lunes, 3 de Mayo 2010
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