Información y Opinión

Los ciudadanos luchan contra la vieja democracia corrupta en todo el mundo



Numerosos expertos y analistas políticos se preguntan porque están creciendo como la espuma los partidos más radicales y los que ofrecen recetas drásticas, como VOX en España, la Liga Norte en Italia y otros similares en todo el mundo. La respuesta es sencilla: los ciudadanos se sienten engañados por los viejos políticos y sus partidos y buscan como deshacerse de ellos.

Creíamos que tras ser derribado el Muro de Berlín (1989), la democracia triunfante crecería y se fortalecería en todo el mundo, pero está ocurriendo justo lo contrario: la democracia se ha corrompido y es rechazada y repudiada por buena parte de la ciudadanía en todo el mundo.

Los tres rasgos principales de este siglo XXI están siendo la dictadura económica que impone el capitalismo, el creciente repudio a la democracia corrupta y el enfrentamiento de los ciudadanos con los gobiernos, los partidos políticos y los profesionales de la política, hacia los que destilan un creciente y profundo odio.
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La proporción de personas que piensa que las élites gobiernan para su propio beneficio ha aumentado constantemente en la última década, hasta el punto de que en casi todo el mundo supera el 60 por ciento. Cada día son más los ciudadanos que creen que la mayoría de los políticos con cargos públicos están involucrados en la corrupción y son indignos de representar y gobernar a sus países.

No es cierto que la gente se desvincule de la política. Lo que es cierto es que se desvincula de los políticos. La política apasiona en estos tiempos. Sin embargo, desde hace años, las encuestas reflejan que la mayoría afirma que no votará por ningún partido porque ninguno les convence. La mayoría de esos ciudadanos que rechazan a los políticos se abstienen o votan a partidos radicales, como una forma de vengarse de una clase política que desaprueban y rechazan.

La mayoría de los expertos interpretan con ceguera el abstencionismo, los votos de protesta y el voto a partidos emergentes como desinterés por la política, cuando es justamente lo contrario y el único desinterés es por la vieja política.

La democracia pierde apoyos en todas partes, no porque no sea un gran sistema, sino porque una vez prostituida por los partidos, queda reducida a un sistema truculento, injusto y opresor, carente de controles y acogedor para todo tipo de corruptos, rufianes y tiranos camuflados. El rechazo al sistema es mayor entre los pobres que entre los ricos y las clases medias, con más de diez puntos de diferencia entre unos y otros.

Pero el mayor problema es que los jóvenes son los mas escépticos, lo que constituye un grave obstáculo para el futuro de la democracia.

Los métodos de análisis están cambiando y la forma de interpretar las encuestas también. La vieja lógica ya no vale porque ha irrumpido un fenómeno nuevo que lo cambia todo: muchos millones de votantes, casi siempre más del 30 por ciento del censo, son propensos a arremeter contra los políticos y partidos establecidos y a elegir líderes que prometan resolver problemas de manera drástica.

Este nuevo fenómeno está cambiando el mundo político y es el responsable de que el viejo socialismo esté desapareciendo en muchos países y que la vieja derecha esté también en crisis, abandonada por sus votantes tradicionales, que se pasan en masa a los populismos y a las nuevas derechas radicales, capaces de atraer e ilusionar a votantes de todos los colores. Esas nuevas pautas son también las que están detrás de la elección en las urnas de personajes inesperados y distintos, como Donald Trump. en Estados Unidos, Jaír Bolsonaro, en Brasil y López Obrador, en México.

La situación es preocupante y llega cargada de amenazas, pero no hay otros culpables que los viejos partidos, fracasados por culpa de su hipocresía, por gobernar en contra de los intereses y criterios del pueblo y por desarbolar la democracia, privándola de sus controles y frenos para que ellos pudieran saquear y gobernar sin apenas limitaciones. Que ahora no se lamenten porque los asesinos de la democracia han sido ellos, así como los padres del nuevo radicalismo.

Todos los viejos políticos se lamentan de los nuevos criterios de la ciudadanía y de los cambios que se imponen, pero sólo resisten, de manera cruel y criminal, los dictadores comunistas, atrincherados en el poder y rodeados de fusiles en Cuba, Nicaragua, Venezuela y otros países, donde los políticos se parecen más a mafias organizadas que lo acaparan todo y se enriquecen que a verdaderos servidores del pueblo.

¿Hacia dónde se dirige el mundo? Hay muchas respuestas, pero la mía es que la democracia, pervertida por los viejos partidos de la derecha corrompida y la socialdemocracia hipócrita y corrupta , será primero limpiada y después restaurada por los nuevos partidos radicales, que concentrarán su acción de gobierno en beneficiar a los ciudadanos y en acabar con los viejos partidos, la corrupción y los muchos abusos del poder.

Parece una paradoja, pero no lo es porque los nuevos partidos radicales no son de "extrema derecha", de "extrema izquierda" ni "antisistemas", como les acusan, sino solamente terapias oportunas, duras y necesarias, producidas en el seno del pueblo para limpiar el mundo de los viejos políticos hipócritas y dañinos que se habían habituado a gobernar para enriquecerse, atiborrarse de privilegios y de espaldas al pueblo.

Francisco Rubiales


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Domingo, 10 de Febrero 2019
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