Pintada callejera en la ciudad de Zamora
Hay nada menos que 17.621 aforados en España, más que en todo el resto de la Unión Europea. La cantidad de aforados en España es un claro reflejo de la podredumbre y el caracter andidemocrático del sistema político español, en nacda parecido a una democracia. Los políticos, dueños de un poder casi absoluto y sin controles, logran librarse muchas veces del castigo que merecen por sus robos, abusos y fechorías gracias al aforamiento, una figura medieval que les preserva de la Justicia ordinaria y les somete sólo a los altos tribunales (el Supremo), precisamente el más polítizado, cuyos magistrados son nombrados directamente por los partidos políticos.
Los aforados consiguen eternizar sus juicios porque el Supremo no puede con la carga de casos abiertos y muchas veces consiguen que los delitos prescriban. Es un sucio abuso de poder y una burla a la Justicia que los ciudadanos españoles no deberían tolerar y que la Unión Europea debería prohibir, porque viola claramente la democracia.
En Portugal hay un solo aforado, en Francia 19, en Inglaterra y USA, ninguno. La figura es impresentable y sucia porque encierra un privilegio medieval impropio de una democracia moderna.
En definitiva, corrupción y suciedad intolerable en España, una marea de basura que es rechazada por los ciudadanos, pero que se mantiene inalterada por voluntad de la despreciada y degradada clase política.
Francisco Rubiales
Los aforados consiguen eternizar sus juicios porque el Supremo no puede con la carga de casos abiertos y muchas veces consiguen que los delitos prescriban. Es un sucio abuso de poder y una burla a la Justicia que los ciudadanos españoles no deberían tolerar y que la Unión Europea debería prohibir, porque viola claramente la democracia.
En Portugal hay un solo aforado, en Francia 19, en Inglaterra y USA, ninguno. La figura es impresentable y sucia porque encierra un privilegio medieval impropio de una democracia moderna.
En definitiva, corrupción y suciedad intolerable en España, una marea de basura que es rechazada por los ciudadanos, pero que se mantiene inalterada por voluntad de la despreciada y degradada clase política.
Francisco Rubiales