Susana Díaz Pacheco (Sevilla, 1974), presidenta del gobierno de Andalucía, quiere liderar el PSOE “para volver a las victorias y a los logros” de los gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, sus dos "patrocinadores". La elección interna es un paso necesario para el verdadero objetivo de Díaz: gobernar “desde la victoria”.
Si Susana hiciera en España lo mismo que ha hecho en Andalucía, este país dejaría de ser una democracia y se parecería mucho a una de aquellas antiguas repúblicas soviéticas intervencionistas, dominadas férreamente por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en tiempos de Breznev o Andropov, con el gobierno más intervencionista de Europa controlándolo todo, desde la vida de los ciudadanos hasta la economía, la cultura y la educación, sin sociedad civil y con las libertades y los derechos bajo estricto control gubernamental.
Un gobierno presidido por Susana cobraría más impuestos que cualquier otro anterior, como ocurre hoy en Andalucía, que es la autonomía con mayor presión fiscal de España. Pero Andalucía es mucho mas: es la mas corrupta de las regiones de España, según dictamen de Bruselas, la que tiene un gobierno más intervencionista, la más atrasada, la que posee una educación menos eficiente, la que lidera el fracaso escolar, la que bate todos los records de desempleo y fespilfarro, la que ha convertido el clientelismo en fuente suprema de su poder, la región más opaca de España y la que ha protagonizado los mayores escándalos de corrupción (EREs falsos, cursos de formación, etc.).
La sensación de vivir en una sociedad controlada por los políticos, casi comunista, es muy intensa en Andalucía, donde el gobierno controla, directa o indirectamente, más de la mitad de la economía de la región. Ser empresario en Andalucía al margen del poder es casi imposible, como lo es también ejercer carreras como la docencia, la Justicia, la medicina, la arquitectura, muchas otras ramas profesionales y los distintos compartimentos del funcionariado con el socialismo "reinante" en contra.
El gobierno controla las subvenciones, los contratos públicos, las ayudas, la sociedad civil casi en pleno, el sector sin ánimo de lucro, la cultura, la ciencia, la vida empresarial y casi todo lo imaginable.
Tiene tanto poder que se permite ignorar las protestas del pueblo, aunque sean tan intensas como la que actualmente protagonizan cientos de miles de andaluces contra el anticonstitucional e injusto Impuesto de Sucesiones y Donaciones, bautizado por los andaluces como el "Impuesto a los Muertos", contra el que se ha alzado un verdadero clamor popular ante la indiferencia soberbia y codiciosa de un gobierno socialista que aplica ese impuesto con la máxima brutalidad, hasta el punto de que morir en Andalucía significa pagar por la herencia cien veces más de lo que pagan madrileños y canarios.
Es tan arrogante el poder político andaluz que, mientras Asturias, Extremadura, Murcia y otras autonomías han retrocedido ante la impopularidad del Impuesto de Sucesiones y han expresado su voluntad de rebajarlo o bonificarlo al máximo, Susana se mantiene insensible y sorda ante la protesta creciente de sus ciudadanos, afirmando una y otra vez esa inmensa mentira populista de que ese impuesto "solo lo pagan los ricos".
Muchos analistas políticos y pensadores no pueden entender como el PSOE puede apostar por una dirigente política como Susana Díaz, que lidera la autonomía más atrasada e ineficiente de España, líder en desempleo, avance de la pobreza, impuestos abusivos, intervencionismo político y otros muchos males, casi todos propios del Tercer Mundo.
Pero menos comprensible es que, además, pueda presentar un día a Susana como candidata a la presidencia de España, cuando el modelo que representa posee casi todos los males propios de una sociedad fracasada, a la que la Unión Europea hasta corta líneas de crédito por sus tendencias corruptas.
La única baza a favor de Susana es que Pedro Sánchez, su gran adversario en el camino hacia el control del PSOE y la Moncloa, es todavía más siniestro y peligroso porque pretende una alianza con el totalitarismo bolivariano que se esconde detrás de Podemos.
Francisco Rubiales
Si Susana hiciera en España lo mismo que ha hecho en Andalucía, este país dejaría de ser una democracia y se parecería mucho a una de aquellas antiguas repúblicas soviéticas intervencionistas, dominadas férreamente por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en tiempos de Breznev o Andropov, con el gobierno más intervencionista de Europa controlándolo todo, desde la vida de los ciudadanos hasta la economía, la cultura y la educación, sin sociedad civil y con las libertades y los derechos bajo estricto control gubernamental.
Un gobierno presidido por Susana cobraría más impuestos que cualquier otro anterior, como ocurre hoy en Andalucía, que es la autonomía con mayor presión fiscal de España. Pero Andalucía es mucho mas: es la mas corrupta de las regiones de España, según dictamen de Bruselas, la que tiene un gobierno más intervencionista, la más atrasada, la que posee una educación menos eficiente, la que lidera el fracaso escolar, la que bate todos los records de desempleo y fespilfarro, la que ha convertido el clientelismo en fuente suprema de su poder, la región más opaca de España y la que ha protagonizado los mayores escándalos de corrupción (EREs falsos, cursos de formación, etc.).
La sensación de vivir en una sociedad controlada por los políticos, casi comunista, es muy intensa en Andalucía, donde el gobierno controla, directa o indirectamente, más de la mitad de la economía de la región. Ser empresario en Andalucía al margen del poder es casi imposible, como lo es también ejercer carreras como la docencia, la Justicia, la medicina, la arquitectura, muchas otras ramas profesionales y los distintos compartimentos del funcionariado con el socialismo "reinante" en contra.
El gobierno controla las subvenciones, los contratos públicos, las ayudas, la sociedad civil casi en pleno, el sector sin ánimo de lucro, la cultura, la ciencia, la vida empresarial y casi todo lo imaginable.
Tiene tanto poder que se permite ignorar las protestas del pueblo, aunque sean tan intensas como la que actualmente protagonizan cientos de miles de andaluces contra el anticonstitucional e injusto Impuesto de Sucesiones y Donaciones, bautizado por los andaluces como el "Impuesto a los Muertos", contra el que se ha alzado un verdadero clamor popular ante la indiferencia soberbia y codiciosa de un gobierno socialista que aplica ese impuesto con la máxima brutalidad, hasta el punto de que morir en Andalucía significa pagar por la herencia cien veces más de lo que pagan madrileños y canarios.
Es tan arrogante el poder político andaluz que, mientras Asturias, Extremadura, Murcia y otras autonomías han retrocedido ante la impopularidad del Impuesto de Sucesiones y han expresado su voluntad de rebajarlo o bonificarlo al máximo, Susana se mantiene insensible y sorda ante la protesta creciente de sus ciudadanos, afirmando una y otra vez esa inmensa mentira populista de que ese impuesto "solo lo pagan los ricos".
Muchos analistas políticos y pensadores no pueden entender como el PSOE puede apostar por una dirigente política como Susana Díaz, que lidera la autonomía más atrasada e ineficiente de España, líder en desempleo, avance de la pobreza, impuestos abusivos, intervencionismo político y otros muchos males, casi todos propios del Tercer Mundo.
Pero menos comprensible es que, además, pueda presentar un día a Susana como candidata a la presidencia de España, cuando el modelo que representa posee casi todos los males propios de una sociedad fracasada, a la que la Unión Europea hasta corta líneas de crédito por sus tendencias corruptas.
La única baza a favor de Susana es que Pedro Sánchez, su gran adversario en el camino hacia el control del PSOE y la Moncloa, es todavía más siniestro y peligroso porque pretende una alianza con el totalitarismo bolivariano que se esconde detrás de Podemos.
Francisco Rubiales