La cena con Pertini. En el sofá están Pertini, Luis María Ansón y Francisco Rubiales
El actual drama de España, un país postrado y al borde de la desaparición, no es un problema de democracia si o democracia no, sino de personas con valor y sin valor. En la España actual es casi imposible encontrar personas valiosas en la política, donde los partidos políticos se han convertido en refugio de mediocres y delincuentes.
Recuerdo la valiosa lección que nos trasladó Sandro Pertini, presidente de Italia, en una cena que organice a finales de 1982, en mi casa de Roma con periodistas españoles, cuando yo era director de la Agencia EFE en Italia. Dijo el sabio presidente italiano dos cosas que nos impresionaron: la primera fue que tuviéramos cuidado con los políticos porque están acumulando demasiado poder y pronto podrán ser casi invulnerables; la segunda fue que a veces algunos países tienen la desgracia de que lo peor de la sociedad llegue al gobierno. Se refería él a la Italia de entonces maltratada por los partidos corruptos Democracia Cristiana (DC), Partido Socialista Italiano (PSI) y Partido Comunista Italiano (PCI), los cuales terminaron desapareciendo tras ser acosados por los jueces de Manos Limpias, que denunciaron su intensa corrupción.
Las dos advertencias de Pertini se han cumplido al milímetro, por desgracia también en España, donde el poder y la bajeza de una parte importante de la política está poniendo en riesgo hasta la existencia de la nación.
En la España del presente, donde no solamente hay partidos más corrompidos que aquellos de Italia desaparecidos, sino que también tenemos la desgracia de que los políticos han acumulado demasiado poder y que los peores enemigos de la nación, encuadrados en los partidos más antidemocráticos, corruptos, enemigos de España y desalmados, están gobernando.
Cuando eso ocurre, como advirtió entonces Pertini, la pus que emana del gobierno lo infecta todo y los países son asolados por cuadrillas de desalmados con enorme poder político, dedicados a adoptar decisiones que dividen y destrozan la sociedad y la nación.
¿Que solución existe para solucionar el drama de un país gobernado por gente desalmada y sin valores? En Italia la solución llegó de la mano de la Justicia, que acabó con los partidos corruptos y provocó su desaparición y sustitución por otros, un proceso que contó con el apoyo entusiasta de la sociedad italiana.
En España, donde la Justicia está mucho más maniatada y politizada, es lícito dudar que la Justicia sea capaz de cumplir con su deber de erradicar la podredumbre del corazón del Estado y tendrá que ser el pueblo, la otra fuerza capaz de realizar la limpieza, quien tome el protagonismo y expulse de la política a esa chusma política peligrosa.
Francisco Rubiales
Recuerdo la valiosa lección que nos trasladó Sandro Pertini, presidente de Italia, en una cena que organice a finales de 1982, en mi casa de Roma con periodistas españoles, cuando yo era director de la Agencia EFE en Italia. Dijo el sabio presidente italiano dos cosas que nos impresionaron: la primera fue que tuviéramos cuidado con los políticos porque están acumulando demasiado poder y pronto podrán ser casi invulnerables; la segunda fue que a veces algunos países tienen la desgracia de que lo peor de la sociedad llegue al gobierno. Se refería él a la Italia de entonces maltratada por los partidos corruptos Democracia Cristiana (DC), Partido Socialista Italiano (PSI) y Partido Comunista Italiano (PCI), los cuales terminaron desapareciendo tras ser acosados por los jueces de Manos Limpias, que denunciaron su intensa corrupción.
Las dos advertencias de Pertini se han cumplido al milímetro, por desgracia también en España, donde el poder y la bajeza de una parte importante de la política está poniendo en riesgo hasta la existencia de la nación.
En la España del presente, donde no solamente hay partidos más corrompidos que aquellos de Italia desaparecidos, sino que también tenemos la desgracia de que los políticos han acumulado demasiado poder y que los peores enemigos de la nación, encuadrados en los partidos más antidemocráticos, corruptos, enemigos de España y desalmados, están gobernando.
Cuando eso ocurre, como advirtió entonces Pertini, la pus que emana del gobierno lo infecta todo y los países son asolados por cuadrillas de desalmados con enorme poder político, dedicados a adoptar decisiones que dividen y destrozan la sociedad y la nación.
¿Que solución existe para solucionar el drama de un país gobernado por gente desalmada y sin valores? En Italia la solución llegó de la mano de la Justicia, que acabó con los partidos corruptos y provocó su desaparición y sustitución por otros, un proceso que contó con el apoyo entusiasta de la sociedad italiana.
En España, donde la Justicia está mucho más maniatada y politizada, es lícito dudar que la Justicia sea capaz de cumplir con su deber de erradicar la podredumbre del corazón del Estado y tendrá que ser el pueblo, la otra fuerza capaz de realizar la limpieza, quien tome el protagonismo y expulse de la política a esa chusma política peligrosa.
Francisco Rubiales