Los españoles seguimos empeñados en llamar Democracia a la vulgar cleptocracia vigente, a pesar de que el sistema no cumple ni uno solo de los requisitos básicos de la democracia real. En España no existe una ley igual para todos, ni poder del pueblo, ni elecciones realmente libres, ni gobiernos sometidos al control de las leyes y de los ciudadanos, ni independencia y libertad en los poderes básicos del Estado, ni una información veraz garantizada, ni una sociedad civil fuerte, capaz de servir de contrapeso al poder, ni control del poder de los partidos, ni defensa de los grandes valores y del bien común, ni castigos adecuados para corruptos y delincuentes afincados en el poder, ni instituciones públicas adecuadas a la democracia.
Hace años me dijo un famoso juez que existe un dato que demuestra toda la bajeza del sistema político español, pero del que no se habla: los muchos miles de políticos que se han enriquecido gracias a sus cargos y que hoy son incapaces de justificar sus patrimonios. Mas tarde, he escuchado esa misma opinión de boca de numerosos juristas y pensadores demócratas, pero nunca lo he visto en un telediario, noticiero o en las páginas de los grandes medios escritos.
España es un bodrio para el ciudadano, un paraíso para los poderosos y un infierno para los demócratas, obligados a contemplar la hipocresía de los políticos que llaman "democracia" a lo que es una basura prostituida y degenerada que permite todo tipo de abusos y arbitrariedades.
Ni siquiera se ha cumplido en España el principio básico de la democracia, que es capaz de dotarse de gobiernos legítimos. El de Pedro Sánchez carece de legitimidad democrática por haber nacido de un vicio profundo y de una deformación del sistema. Los gobiernos, en democracia, tienen que ser limpios, veraces y honestos con los ciudadanos, pero el de Pedro Sánchez alcanzó el poder mediante mentiras, trucos y falsedades.
Sánchez engaño a los votantes al prometerles que haría lo que después no ha hecho y al negar que harí lo después hizo. Prometió en campaña electoral que no gobernaría con los comunistas de Podemos, ni con los pro etarras de Bildu, ni con los golpistas catalanes, pero hoy está gobernando con esos partidos. >Prometió que endurecería las leyes contra la corrupción y la sedición, pero hoy ha eliminado la sedición del código penal y ha rebajado notablemente el castigo por la malversación, que es el principal freno para los corruptos.
Cuando un gobierno nace envuelto en la mentira y es fruto de una estafa a los votantes, no es legítimo y es dudosamente legal, puesto que los que le votaron no lo hicieron con la libertad que exige la democracia, sino engañados.
La democracia es un sistema basado en la confianza de los administrados en sus administradores, un principio que en España no funciona porque grandes masas de ciudadanos desconfían del sanchismo y hasta llegan al extremo de creer que el gobierno prepara un pucherazo que alterará el resultado de las próximas elecciones.
Esa sospecha es tan grave, que invalida la democracia y pudre por completo el sistema. Aunque el pucherazo no llega a producirse, el simple hecho de que la ciudadanía crea que se está preparando invalida el sistema.
La democracia no nació para elegir gobiernos, sino para limitar el poder de los gobiernos. El de Pedro Sánchez ha acumulado en sus manos más poder del permitido, ha roto la separación de los poderes básicos del Estado, ha intentado dominar los tribunales y ya controla casi todos los recursos y fuerzas de la sociedad, aquellas que la democracia define como independientes y capaces de servir como contrapeso al poder político.
El gobierno controla la sociedad civil, las universidades, el poder legislativo, el poder judicial casi por completo, las instituciones decisivas, el sistema informativo casi al completo, la demoscopia oficial, la hacienda pública, las fuerzas armadas, las de orden público, los servicios de inteligencia y el resto de los recursos y resortes del poder, lo que le convierte en un monstruo imponente que se permite neutralizar a los críticos, debilitar a la oposición, silenciar la verdad que le perjudica y repartir los fondos con opacidad y de manera arbitraria, beneficiando a sus aliados y perjudicando a sus adversarios. Tiene capacidad también para condenar a los disidentes al ostracismo y a la muerte civil y goza de una impunidad práctica en casi todas sus actuaciones y decisiones, gracias a su fuerza y al control de parte importante del sistema legal.
Creer que el pervertido gobierno de Sánchez es democrático y que la sucia España es una democracia es absurdo y demencial. La presunta democracia española no soportaría ni la auditoría que le practicara un colegio de primaria.
La verdad duele, pero hay que admitirla para poder combatirla y dotar a España de libertad y decencia:
"España no es una democracia y Pedro Sánchez es un dictador obscenamente travestido de demócrata".
Francisco Rubiales
Hace años me dijo un famoso juez que existe un dato que demuestra toda la bajeza del sistema político español, pero del que no se habla: los muchos miles de políticos que se han enriquecido gracias a sus cargos y que hoy son incapaces de justificar sus patrimonios. Mas tarde, he escuchado esa misma opinión de boca de numerosos juristas y pensadores demócratas, pero nunca lo he visto en un telediario, noticiero o en las páginas de los grandes medios escritos.
España es un bodrio para el ciudadano, un paraíso para los poderosos y un infierno para los demócratas, obligados a contemplar la hipocresía de los políticos que llaman "democracia" a lo que es una basura prostituida y degenerada que permite todo tipo de abusos y arbitrariedades.
Ni siquiera se ha cumplido en España el principio básico de la democracia, que es capaz de dotarse de gobiernos legítimos. El de Pedro Sánchez carece de legitimidad democrática por haber nacido de un vicio profundo y de una deformación del sistema. Los gobiernos, en democracia, tienen que ser limpios, veraces y honestos con los ciudadanos, pero el de Pedro Sánchez alcanzó el poder mediante mentiras, trucos y falsedades.
Sánchez engaño a los votantes al prometerles que haría lo que después no ha hecho y al negar que harí lo después hizo. Prometió en campaña electoral que no gobernaría con los comunistas de Podemos, ni con los pro etarras de Bildu, ni con los golpistas catalanes, pero hoy está gobernando con esos partidos. >Prometió que endurecería las leyes contra la corrupción y la sedición, pero hoy ha eliminado la sedición del código penal y ha rebajado notablemente el castigo por la malversación, que es el principal freno para los corruptos.
Cuando un gobierno nace envuelto en la mentira y es fruto de una estafa a los votantes, no es legítimo y es dudosamente legal, puesto que los que le votaron no lo hicieron con la libertad que exige la democracia, sino engañados.
La democracia es un sistema basado en la confianza de los administrados en sus administradores, un principio que en España no funciona porque grandes masas de ciudadanos desconfían del sanchismo y hasta llegan al extremo de creer que el gobierno prepara un pucherazo que alterará el resultado de las próximas elecciones.
Esa sospecha es tan grave, que invalida la democracia y pudre por completo el sistema. Aunque el pucherazo no llega a producirse, el simple hecho de que la ciudadanía crea que se está preparando invalida el sistema.
La democracia no nació para elegir gobiernos, sino para limitar el poder de los gobiernos. El de Pedro Sánchez ha acumulado en sus manos más poder del permitido, ha roto la separación de los poderes básicos del Estado, ha intentado dominar los tribunales y ya controla casi todos los recursos y fuerzas de la sociedad, aquellas que la democracia define como independientes y capaces de servir como contrapeso al poder político.
El gobierno controla la sociedad civil, las universidades, el poder legislativo, el poder judicial casi por completo, las instituciones decisivas, el sistema informativo casi al completo, la demoscopia oficial, la hacienda pública, las fuerzas armadas, las de orden público, los servicios de inteligencia y el resto de los recursos y resortes del poder, lo que le convierte en un monstruo imponente que se permite neutralizar a los críticos, debilitar a la oposición, silenciar la verdad que le perjudica y repartir los fondos con opacidad y de manera arbitraria, beneficiando a sus aliados y perjudicando a sus adversarios. Tiene capacidad también para condenar a los disidentes al ostracismo y a la muerte civil y goza de una impunidad práctica en casi todas sus actuaciones y decisiones, gracias a su fuerza y al control de parte importante del sistema legal.
Creer que el pervertido gobierno de Sánchez es democrático y que la sucia España es una democracia es absurdo y demencial. La presunta democracia española no soportaría ni la auditoría que le practicara un colegio de primaria.
La verdad duele, pero hay que admitirla para poder combatirla y dotar a España de libertad y decencia:
"España no es una democracia y Pedro Sánchez es un dictador obscenamente travestido de demócrata".
Francisco Rubiales