Manuel Pizarro, aquel prometedor fichaje de la derecha española que permanece en la nevera política desde que en vísperas de las elecciones generales del 2008 perdió un debate televisivo con Pedro Solbes por decir la verdad y anticipar milimétricamente la crisis que se avecinaba, reapareció anoche en el programa "El gato al agua", de Intereconomía, para deslumbrar a la audiencia con verdades solventes y demostrar claramente que España, en manos de Zapatero, está siendo conducida hacia la ruina y el fracaso.
El antiguo presidente de Endesa es hoy un diputado "penalizado" del Partido Popular, al que Rajoy y las mezquindades del PP mantienen más oculto y callado de lo que le conviene a España.
Pizarro, cuya coherencia y solidez le hacían parecer un político de otra galaxia, habló de verdades que España ignora y que los ciudadanos deberían conocer para evitar la derrota y el fracaso al que la sociedad está siendo conducida por el gobierno: dijo que España es como una familia que gasta más de lo que ingresa y se endeuda sin parar y que, para salir de la crisis, no hay otro camino que el esfuerzo, el sacrificio y ganar posiciones en eficiencia y competitividad.
Su discurso, comparado con el de Zapatero e, incluso, con el de otros políticos mediocres de la izquierda y la derecha, suena convincente, atractivo y cargado de esperanza.
Es una lástima que la miseria del PP, la envidia y el sometimiento perruno al líder silencien y marginen a los más valiosos.
Los ciudadanos españoles, al igual que hicieron anoche centenares de televidentes al lanzar mensajes al programa, vía teléfono móvil, deberíamos exigir a los partidos que dejen de ser un refugio de lujo para mediocres, que abandonen el culto a la mentira, que sustituyan la sumisión al lider por el debate libre y que permitan a los mejores ocupar los puestos de vanguardia que, en justicia y buena lid, le corresponderían.
Pizarro, además de mostrarse sólido en las argumentaciones, se mantuvo alejado de la posiciones más conservadoras del PP y exhibió un centrismo atractivo que no se veía en España desde los tiempos heroícos de UCD.
En su intervención, además de demostrar sin decirlo que en España, durante los últimos cinco años, se han hecho desde el poder político demasiadas golferías e imbecilidades, defendió los valores tradicionales de la familia, la vida, los padres, el trabajo, el esfuerzo, la libertad de las personas, la educación como mejor forma de conducir a un país hacia la prosperidad y el éxito, el sentido común, la transparencia y la comunicación constante entre los políticos y el pueblo al que representan. Pero quizás lo que más atrajo a la audiencia fue su decidida apuesta por el cumplimiento de la ley y porque en este país existan principios y normas que obliguen a todos por igual.
El antiguo presidente de Endesa es hoy un diputado "penalizado" del Partido Popular, al que Rajoy y las mezquindades del PP mantienen más oculto y callado de lo que le conviene a España.
Pizarro, cuya coherencia y solidez le hacían parecer un político de otra galaxia, habló de verdades que España ignora y que los ciudadanos deberían conocer para evitar la derrota y el fracaso al que la sociedad está siendo conducida por el gobierno: dijo que España es como una familia que gasta más de lo que ingresa y se endeuda sin parar y que, para salir de la crisis, no hay otro camino que el esfuerzo, el sacrificio y ganar posiciones en eficiencia y competitividad.
Su discurso, comparado con el de Zapatero e, incluso, con el de otros políticos mediocres de la izquierda y la derecha, suena convincente, atractivo y cargado de esperanza.
Es una lástima que la miseria del PP, la envidia y el sometimiento perruno al líder silencien y marginen a los más valiosos.
Los ciudadanos españoles, al igual que hicieron anoche centenares de televidentes al lanzar mensajes al programa, vía teléfono móvil, deberíamos exigir a los partidos que dejen de ser un refugio de lujo para mediocres, que abandonen el culto a la mentira, que sustituyan la sumisión al lider por el debate libre y que permitan a los mejores ocupar los puestos de vanguardia que, en justicia y buena lid, le corresponderían.
Pizarro, además de mostrarse sólido en las argumentaciones, se mantuvo alejado de la posiciones más conservadoras del PP y exhibió un centrismo atractivo que no se veía en España desde los tiempos heroícos de UCD.
En su intervención, además de demostrar sin decirlo que en España, durante los últimos cinco años, se han hecho desde el poder político demasiadas golferías e imbecilidades, defendió los valores tradicionales de la familia, la vida, los padres, el trabajo, el esfuerzo, la libertad de las personas, la educación como mejor forma de conducir a un país hacia la prosperidad y el éxito, el sentido común, la transparencia y la comunicación constante entre los políticos y el pueblo al que representan. Pero quizás lo que más atrajo a la audiencia fue su decidida apuesta por el cumplimiento de la ley y porque en este país existan principios y normas que obliguen a todos por igual.