"Las últimas monarquías de este mundo desaparecerán antes de que acabe este siglo". El vaticinio es del nepalí Sanu Bhai Dangol, asesor de reyes, historiador y, probablemente, el más prestigioso experto en monarquías del planeta. Pero Dangol no es el único en ver un futuro muy negro para los monarcas, un criterio que comparten cientos de pensadores actuales de prestigio.
Bhai Dangol opina que "las únicas monarquías con algún futuro serán aquellas que sean toleradas por el pueblo" y advierte que "es importante que las miembros de las monarquías no tengan negocios o aprovechen su posición para enriquecerse, algo que todavía sucede".
Explica el historiador que a muchos monarcas les resulta difícil adaptarse a los tiempos actuales de la igualdad y la democracia y que algunos siguen creyéndose los dueños de sus países, algo explicable -dice- porque hasta hace poco realmente lo eran, dueños de las tierras y hasta de las vidas de sus súbditos.
Aunque Bhai Dangol no explica la razón última de su profecía, en Voto en Blanco compartimos su vaticinio y creemos que esa caída de los últimos reductos monárquicos será la consecuencia lógica de la creciente exigencia ciudadana, ya en marcha, de imponer su voluntad soberana sobre políticos y regímenes que se creen dueños del poder.
Si los ciudadanos quieren aumentar sus controles sobre el poder y no están predispuestos a seguir tolerando los privilegios y ventajas de políticos ineficientes, a los que va a exigirles que sirvan sin reservas a la ciudadanía y a los intereses comunes, ¿cómo van a tolerar a reyes cuya única misión es representar al pueblo y que, en algunos casos, gozan de privilegios como la inmunidad, la impunidad y el indefendible derecho a transmitir el rango a sus descendientes, por la vía de la sangre?.
Es posible que la monarquía sea compatible con la democracia representativa, en la que el poder, de hecho, no reside en los ciudadanos, sino en los partidos políticos, pero no es compatible con la democracia auténtica, en la que el poder reside en los ciudadanos y en las instituciones que ellos controlen. Es prácticamente imposible rebatir científicamente el principio que cuanto más demócrata sea un sistema, más incompatible es con la institución monárquica.
Algunos expertos en prospectiva auguran que en las democracias regeneradas del futuro el pueblo ejercerá su soberanía y el derecho al autogobierno, haciéndose representar por los mejores ciudadanos, controlándoles e imponiendoles ética y servicio, algo diametralmente opuesto a lo que la monarquía significa.
De los casi 6.500 millones de habitantes que pueblan la Tierra, sólo 500 millones son súbditos de un soberano.
En la actualidad hay 29 países que se rigen por una monarquía, una porción pequeña dentro de las más de 200 naciones que atomizan el mundo. Japón y el Reino Unidos son las dos monarquías más poderosas y pobladas, ya que juntas suman casi la mitad de los "súbditos" del mundo, unos 250 millones.
Bhai Dangol opina que "las únicas monarquías con algún futuro serán aquellas que sean toleradas por el pueblo" y advierte que "es importante que las miembros de las monarquías no tengan negocios o aprovechen su posición para enriquecerse, algo que todavía sucede".
Explica el historiador que a muchos monarcas les resulta difícil adaptarse a los tiempos actuales de la igualdad y la democracia y que algunos siguen creyéndose los dueños de sus países, algo explicable -dice- porque hasta hace poco realmente lo eran, dueños de las tierras y hasta de las vidas de sus súbditos.
Aunque Bhai Dangol no explica la razón última de su profecía, en Voto en Blanco compartimos su vaticinio y creemos que esa caída de los últimos reductos monárquicos será la consecuencia lógica de la creciente exigencia ciudadana, ya en marcha, de imponer su voluntad soberana sobre políticos y regímenes que se creen dueños del poder.
Si los ciudadanos quieren aumentar sus controles sobre el poder y no están predispuestos a seguir tolerando los privilegios y ventajas de políticos ineficientes, a los que va a exigirles que sirvan sin reservas a la ciudadanía y a los intereses comunes, ¿cómo van a tolerar a reyes cuya única misión es representar al pueblo y que, en algunos casos, gozan de privilegios como la inmunidad, la impunidad y el indefendible derecho a transmitir el rango a sus descendientes, por la vía de la sangre?.
Es posible que la monarquía sea compatible con la democracia representativa, en la que el poder, de hecho, no reside en los ciudadanos, sino en los partidos políticos, pero no es compatible con la democracia auténtica, en la que el poder reside en los ciudadanos y en las instituciones que ellos controlen. Es prácticamente imposible rebatir científicamente el principio que cuanto más demócrata sea un sistema, más incompatible es con la institución monárquica.
Algunos expertos en prospectiva auguran que en las democracias regeneradas del futuro el pueblo ejercerá su soberanía y el derecho al autogobierno, haciéndose representar por los mejores ciudadanos, controlándoles e imponiendoles ética y servicio, algo diametralmente opuesto a lo que la monarquía significa.
De los casi 6.500 millones de habitantes que pueblan la Tierra, sólo 500 millones son súbditos de un soberano.
En la actualidad hay 29 países que se rigen por una monarquía, una porción pequeña dentro de las más de 200 naciones que atomizan el mundo. Japón y el Reino Unidos son las dos monarquías más poderosas y pobladas, ya que juntas suman casi la mitad de los "súbditos" del mundo, unos 250 millones.