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Tras las bombas en Santoña, Ondarroa y Vitoria y el asesinato por ETA del brigada del ejército Luis Conde de la Cruz, conviene recurrir a la memoria y recordar lo siguiente: que Zapatero es la persona con más poder en España y el máximo responsable institucional de la política española, lo que le convierte en responsable de lo que ha hecho el gobierno en los últimos años. Que entre esas responsabilidades adquiridas destacan algunas inquietantes y vergonzantes, como haber decidido que el terrorismo etarra estuviera presente en las instituciones, de las que había sido expulsado, y de que en ese periodo los terroristas hayan recibido cientos de millones de euros en subvenciones públicas.
Zapatero es también responsable de haber aplicado oxigeno a ETA cuando estaba exhausta y de haber expedido certificados de "hombres de paz" a los mismos terroristas que hoy ponen bombas y asesinan.
También es responsable de haber abierto a los testaferros de ETA las puertas del Parlamento Europeo, donde recibieron un reconocimiento político y una legitimidad internacional que no merecían los asesinos y que hoy clama al cielo.
Es también responsable de las humillaciones de las víctimas del terrorismo, gente que, por su sufrimiento y simbolismo, debería haber sido mimada por la nación, pero que, gracias al propio Zapatero, se ha sentido abandonada y rechazada por el gobierno.
Es responsable de decenas de desgracias cuyas repercusiones negativas sobre el futuro de España se verán con claridad cuando el actual presidente pierda el poder, pero Zapatero es, sobre todo, responsable de gobernar al amparo de la mentira, de decir que no habría crisis económica cuando la crisis ya carcomía las arcas del Estado, que no negociaría con ETA para después seguir haciéndolo, de ocultar su deseo de obtener la paz a toda costa, pagando incluso un precio que a muchos nos parecía indigno, con tal de poder exhibir ante el electorado el trofeo de la paz.
Lamentablemente, las responsabilidades de Zapatero responden a un plan de gobierno que no ha sido abandonado, que sigue su curso y que él cumple a rajatabla.
El próximo capítulo de esta lamentable novela por entregas, del que todos los demócratas nos avergonzaremos será su más que probable pacto con el PNV para gobernar el País Vasco en la próxima legislatura, un pacto antidemocrático con enemigos de España que Zapatero, con casi total seguridad, preferirá antes de aliarse con el PP, que es el único partido que respeta la Constitución en el País Vasco y con el que, moral y democráticamente, el PSOE está obligado a formar gobierno para restaurar la democracia y las libertades y derechos en Euskadi.
Zapatero es también responsable de haber aplicado oxigeno a ETA cuando estaba exhausta y de haber expedido certificados de "hombres de paz" a los mismos terroristas que hoy ponen bombas y asesinan.
También es responsable de haber abierto a los testaferros de ETA las puertas del Parlamento Europeo, donde recibieron un reconocimiento político y una legitimidad internacional que no merecían los asesinos y que hoy clama al cielo.
Es también responsable de las humillaciones de las víctimas del terrorismo, gente que, por su sufrimiento y simbolismo, debería haber sido mimada por la nación, pero que, gracias al propio Zapatero, se ha sentido abandonada y rechazada por el gobierno.
Es responsable de decenas de desgracias cuyas repercusiones negativas sobre el futuro de España se verán con claridad cuando el actual presidente pierda el poder, pero Zapatero es, sobre todo, responsable de gobernar al amparo de la mentira, de decir que no habría crisis económica cuando la crisis ya carcomía las arcas del Estado, que no negociaría con ETA para después seguir haciéndolo, de ocultar su deseo de obtener la paz a toda costa, pagando incluso un precio que a muchos nos parecía indigno, con tal de poder exhibir ante el electorado el trofeo de la paz.
Lamentablemente, las responsabilidades de Zapatero responden a un plan de gobierno que no ha sido abandonado, que sigue su curso y que él cumple a rajatabla.
El próximo capítulo de esta lamentable novela por entregas, del que todos los demócratas nos avergonzaremos será su más que probable pacto con el PNV para gobernar el País Vasco en la próxima legislatura, un pacto antidemocrático con enemigos de España que Zapatero, con casi total seguridad, preferirá antes de aliarse con el PP, que es el único partido que respeta la Constitución en el País Vasco y con el que, moral y democráticamente, el PSOE está obligado a formar gobierno para restaurar la democracia y las libertades y derechos en Euskadi.
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