En apariencia, el comunismo y el socialismo crecen en España y ganan posiciones gracias a su control del Estado, pero en realidad están en retroceso profundo porque millones de españoles se han alzado contra el socialismo sanchista y sus socios comunistas, convencidos de que ese binomio nos conduce a la pobreza, el atraso y la esclavitud.
Los españoles de la Transición veían lejos el franquismo y el comunismo, dos doctrinas del pasado casi olvidadas, pero los socialistas los han resucitado y devueltos a la actualidad, por culpa de Zapatero y Sánchez, dos insensatos cuya política de rencor y venganza contra los que ganaron la guerra civil de 1936 nos ha sumergido en un clima miserable de enfrentamientos y rencores, similar al que dio pie a la Guerra de 1936.
Basta echar un vistazo a las redes sociales para descubrir que el anticomunismo está en alza por la proliferación de ciudadanos y de asociaciones y grupos que se autodenominan anticomunistas. La mejor prueba del auge del anticomunismo es el resultado de las recientes elecciones en las comunidades de Madrid y Andalucía, donde los madrileños y andaluces apoyaron en masa la libertad frente a la amenaza comunista, encabezada por Sánchez y los socialistas, que sufrieron derrotas humillantes.
Por fortuna, los españoles están descubriendo con claridad que el socialismo sanchista y el comunismo son parecidos porque ambos pretenden esclavizar y destruir lo que existe para construir un mundo nuevo controlado por las élites, sin libertades ni derechos, un mundo de esclavos pobres y tristes.
Pero la gente cree que una democracia viciada y pervertida como la española es algo distinto al comunismo, sin advertir que se parecen demasiado porque los oligarcas están en el poder en ambos sistemas y sin controles suficientes. El Estado, en las actuales democracias degeneradas, es, si cabe, todavía más fuerte y dominante que el viejo Estado Soviético, además de mucho más inteligente. No necesita la censura porque ha logrado imponer la autocensura y gestiona el miedo y la mentira de manera sofisticada y hábil, logrando que los esclavos se sientan libres. Los poderosos en las democracias gozan de los mismos o superiores privilegios que los que disfrutaba la nomenclatura de Breznev: sueldos altos, coches oficiales, acceso a la corrupción y a fondos secretos, impunidad práctica, poder sobre los demás, ostentación, etc.
El sistema seudodemocrático que nos gobierna y el anticuado sistema soviético funcionan con el mismo mecanismo básico: El Estado aplica fuerza letal a toda la población para abastecerse de todo lo necesario, sin tener que justificarse.
La única forma de escapar del indecente dominio de las élites corrompidas socialcomunistas es formando desde las escuelas de párvulos a ciudadanos libres y capaces de imponer una democracia real, el sistema que limita el poder de los que gobiernan e impide que corruptos, sinvergüenzas y ladrones se apoderen del Estado.
Por si existía alguna duda sobre la bajeza de la democracia española, la reciente dimisión de Boris Johnson, forzada por su pueblo por causa de sus mentiras, lo demuestra. En España gobierna Sánchez, cien veces más mentiroso que Boris y en lugar de ser expulsado del poder es sostenido por la turba de socialistas degenerados, comunistas totalitarios y partidos del odio a España vascos y catalanes.
Francisco Rubiales
Los españoles de la Transición veían lejos el franquismo y el comunismo, dos doctrinas del pasado casi olvidadas, pero los socialistas los han resucitado y devueltos a la actualidad, por culpa de Zapatero y Sánchez, dos insensatos cuya política de rencor y venganza contra los que ganaron la guerra civil de 1936 nos ha sumergido en un clima miserable de enfrentamientos y rencores, similar al que dio pie a la Guerra de 1936.
Basta echar un vistazo a las redes sociales para descubrir que el anticomunismo está en alza por la proliferación de ciudadanos y de asociaciones y grupos que se autodenominan anticomunistas. La mejor prueba del auge del anticomunismo es el resultado de las recientes elecciones en las comunidades de Madrid y Andalucía, donde los madrileños y andaluces apoyaron en masa la libertad frente a la amenaza comunista, encabezada por Sánchez y los socialistas, que sufrieron derrotas humillantes.
Por fortuna, los españoles están descubriendo con claridad que el socialismo sanchista y el comunismo son parecidos porque ambos pretenden esclavizar y destruir lo que existe para construir un mundo nuevo controlado por las élites, sin libertades ni derechos, un mundo de esclavos pobres y tristes.
Pero la gente cree que una democracia viciada y pervertida como la española es algo distinto al comunismo, sin advertir que se parecen demasiado porque los oligarcas están en el poder en ambos sistemas y sin controles suficientes. El Estado, en las actuales democracias degeneradas, es, si cabe, todavía más fuerte y dominante que el viejo Estado Soviético, además de mucho más inteligente. No necesita la censura porque ha logrado imponer la autocensura y gestiona el miedo y la mentira de manera sofisticada y hábil, logrando que los esclavos se sientan libres. Los poderosos en las democracias gozan de los mismos o superiores privilegios que los que disfrutaba la nomenclatura de Breznev: sueldos altos, coches oficiales, acceso a la corrupción y a fondos secretos, impunidad práctica, poder sobre los demás, ostentación, etc.
El sistema seudodemocrático que nos gobierna y el anticuado sistema soviético funcionan con el mismo mecanismo básico: El Estado aplica fuerza letal a toda la población para abastecerse de todo lo necesario, sin tener que justificarse.
La única forma de escapar del indecente dominio de las élites corrompidas socialcomunistas es formando desde las escuelas de párvulos a ciudadanos libres y capaces de imponer una democracia real, el sistema que limita el poder de los que gobiernan e impide que corruptos, sinvergüenzas y ladrones se apoderen del Estado.
Por si existía alguna duda sobre la bajeza de la democracia española, la reciente dimisión de Boris Johnson, forzada por su pueblo por causa de sus mentiras, lo demuestra. En España gobierna Sánchez, cien veces más mentiroso que Boris y en lugar de ser expulsado del poder es sostenido por la turba de socialistas degenerados, comunistas totalitarios y partidos del odio a España vascos y catalanes.
Francisco Rubiales