La dimisión del premier británico es contemplada con envidia y admiración desde España, país gobernado por un mentiroso de peor calaña
Boris ha perdido la confianza de su partido, que le ha forzado a dimitir, mientras Sánchez ni siquiera tiene resistencia en el PSOE, a pesar de sus gravísimos errores y sus numerosas mentiras, engaños e incumplimientos de promesas.
Un tipo como Sánchez nunca podría haber hecho carrera política en una democracia como la británica. Sus antecedentes, sucios y tramposos, se lo habrían impedido.
Sánchez fue expulsado del liderazgo de su partido por haber sido sorprendido haciendo trampas con una urna camuflada, en unas votaciones.
Otros aspectos del sanchismo, como sus alianzas con totalitarios comunistas, ex terroristas y golpistas que odian la nación, son también intolerables en Gran Bretaña y en el resto de las democracias decentes del planeta.
A Boris le han obligado a dimitir los suyos. A Pedro, por el contrario, le sostienen sus barones, sus ministros etc.. Todos ellos son cómplices de este desacato que se está cometiendo contra el pueblo español.
Los socialistas españoles tienen que admitir una verdad de gran dureza: el sanchismo es una enfermedad típicamente española, que degrada la política y que no tiene paralelismo en ningún otro país de Europa, donde sus mentiras, traiciones y alianzas con partidos totalitarios y llenos de odio a la nación serían imposibles de soportar por la sociedad y la comunidad política.
Millones de españoles contemplan con envidia en estos días el fascinante espectáculo de la dimisión de un mentiroso y corrupto, obligado por la opinión pública y sus propios correligionarios. Más de media España lamenta que el presidente español y los partidos que le sostienen no tengan la misma entereza y solvencia democrática que sus equivalentes en Gran Bretaña.
Francisco Rubiales
Un tipo como Sánchez nunca podría haber hecho carrera política en una democracia como la británica. Sus antecedentes, sucios y tramposos, se lo habrían impedido.
Sánchez fue expulsado del liderazgo de su partido por haber sido sorprendido haciendo trampas con una urna camuflada, en unas votaciones.
Otros aspectos del sanchismo, como sus alianzas con totalitarios comunistas, ex terroristas y golpistas que odian la nación, son también intolerables en Gran Bretaña y en el resto de las democracias decentes del planeta.
A Boris le han obligado a dimitir los suyos. A Pedro, por el contrario, le sostienen sus barones, sus ministros etc.. Todos ellos son cómplices de este desacato que se está cometiendo contra el pueblo español.
Los socialistas españoles tienen que admitir una verdad de gran dureza: el sanchismo es una enfermedad típicamente española, que degrada la política y que no tiene paralelismo en ningún otro país de Europa, donde sus mentiras, traiciones y alianzas con partidos totalitarios y llenos de odio a la nación serían imposibles de soportar por la sociedad y la comunidad política.
Millones de españoles contemplan con envidia en estos días el fascinante espectáculo de la dimisión de un mentiroso y corrupto, obligado por la opinión pública y sus propios correligionarios. Más de media España lamenta que el presidente español y los partidos que le sostienen no tengan la misma entereza y solvencia democrática que sus equivalentes en Gran Bretaña.
Francisco Rubiales