La cabeza guillotinada del Rey Luis XVI
¿Por qué la comunidad internacional no dispone de un cuerpo policial propio cuya misión sea detener y juzgar a los dirigentes asesinos del mundo? Hay razones jurídicas de peso para que enemigos de la humanidad y asesinos en serie que han alcanzado el poder sean erradicados para defender a sus pueblos indefensos y martirizados.
Las guillotinas francesas que funcionaron en la Revolución y que decapitaron al Rey Luis, representante máximo del despotismo absolutista, son hoy más necesarias que entonces. Luis XVI no era un torturador, ni un asesino, pero los actuales dirigentes de países como Cuba, Venezuela y otros si los son y merecen más el cadalso que el monarca francés decapitado.
La existencia de esa voluntad internacional de luchar contra los criminales que martirizan y aniquilan a sus pueblos serviría de disuasorio para muchos dirigentes que, sin haber llegado tan lejos en el crimen como el cubano, el venezolano y el nicaragüense, sí martirizan a sus pueblos con represión, mentiras, engaños, estafas, violaciones de las leyes, atentados contra la Constitución, despilfarro, impuestos confiscatorios, robos, corrupción y otros muchos delitos propios de tiranos envilecidos.
Ante la proliferación de canallas y asesinos en el poder, el derecho internacional debe cambiar y dotarse de la capacidad de acabar con esos criminales.
Para demostrar la urgente necesidad de acabar con la plaga de los miserables en el poder miremos a la actual Gran Bretaña, donde el poder político y la policía guardaron silencio y ocultaron la violación de miles de niñas vulnerables, muchas de ellas tuteladas por el Estado, sin castigo alguno para los criminales pederastas, casi todos de origen pakistaní.
¿No merece el premier inglés Starmer una intervención del derecho internacional que castigue su crimen? La respuesta, sin duda es "SI" porque la tolerancia con los criminales es complicidad.
Hay miles de colaboradores de los tiranos criminales y corruptos que viven y se enriquecen con impunidad. Hablemos del español Rodríguez Zapatero, colaborador del criminal Nicolás Maduro ¿No merece Zapatero un castigo surgido del derecho internacional, cuyo primer deber debería ser la protección de los ciudadanos frente a bestias y criminales instalados en el poder?
Este tema, a pesar de su urgencia y necesidad, parece intocable y nadie se atreve a plantearlo con la contundencia debida, entre otras razones por la cobardía y la falta de valores y principios en la política y porque los mandatarios se han auto dotado de una obscena y asquerosa impunidad, que les permite abusar de sus pueblos, expoliarlos y, en ocasiones, asesinarlos.
Francisco Rubiales
Las guillotinas francesas que funcionaron en la Revolución y que decapitaron al Rey Luis, representante máximo del despotismo absolutista, son hoy más necesarias que entonces. Luis XVI no era un torturador, ni un asesino, pero los actuales dirigentes de países como Cuba, Venezuela y otros si los son y merecen más el cadalso que el monarca francés decapitado.
La existencia de esa voluntad internacional de luchar contra los criminales que martirizan y aniquilan a sus pueblos serviría de disuasorio para muchos dirigentes que, sin haber llegado tan lejos en el crimen como el cubano, el venezolano y el nicaragüense, sí martirizan a sus pueblos con represión, mentiras, engaños, estafas, violaciones de las leyes, atentados contra la Constitución, despilfarro, impuestos confiscatorios, robos, corrupción y otros muchos delitos propios de tiranos envilecidos.
Ante la proliferación de canallas y asesinos en el poder, el derecho internacional debe cambiar y dotarse de la capacidad de acabar con esos criminales.
Para demostrar la urgente necesidad de acabar con la plaga de los miserables en el poder miremos a la actual Gran Bretaña, donde el poder político y la policía guardaron silencio y ocultaron la violación de miles de niñas vulnerables, muchas de ellas tuteladas por el Estado, sin castigo alguno para los criminales pederastas, casi todos de origen pakistaní.
¿No merece el premier inglés Starmer una intervención del derecho internacional que castigue su crimen? La respuesta, sin duda es "SI" porque la tolerancia con los criminales es complicidad.
Hay miles de colaboradores de los tiranos criminales y corruptos que viven y se enriquecen con impunidad. Hablemos del español Rodríguez Zapatero, colaborador del criminal Nicolás Maduro ¿No merece Zapatero un castigo surgido del derecho internacional, cuyo primer deber debería ser la protección de los ciudadanos frente a bestias y criminales instalados en el poder?
Este tema, a pesar de su urgencia y necesidad, parece intocable y nadie se atreve a plantearlo con la contundencia debida, entre otras razones por la cobardía y la falta de valores y principios en la política y porque los mandatarios se han auto dotado de una obscena y asquerosa impunidad, que les permite abusar de sus pueblos, expoliarlos y, en ocasiones, asesinarlos.
Francisco Rubiales