Los medios de comunicación nos han bombardeado hasta el último detalle, con noticias e informes, sobre las revueltas de Egipto y Libia, pero han silenciado y ocultan la ejemplar revolución cívica que se está desarrollando desde hace dos años en Islandia, donde los ciudadanos, de manera pacífica pero con ejemplar firmeza, han obligado a dimitir a un gobierno en pleno y se han reunido en asamblea permanente para reescribir la Constitución.
Precisamente porque la de Islandia es una revolución ciudadana modélica, ha sido silenciada en los caducadas y degradadas democracias de Europa, en las que el único poder consentido es el de las castas políticas profesionales y donde el ciudadano ha sido expulsado de los procesos de toma de decisiones.
La censura de la revolución de Islandia es la mejor prueba de que existe el control de la información, siempre que la información que se silencia sea peligrosa para los partidos políticos, como ocurre con el caso de Islandia.
En Islandia, el pueblo ha hecho dimitir a un gobierno en pleno, se nacionalizaron los principales bancos, se decidió no pagar la deuda que estos han creado con Gran Bretaña y Holanda, por causa de su mala política financiera, y se acaba de crear una asamblea popular para redactar una nueva Constitución en la que los ciudadanos sean los protagonistas, en lugar de los políticos.
Islandia constituye hoy el mejor ejemplo de reacción ciudadana digna y pacífica contra ese poder inepto y falto de decencia que ha prostituido la democracia y ha conducido al mundo hasta la crisis. La de Islandia es una ola de rebeldía ciudadana que los políticos temen por su capacidad potencias de servir de ejemplo y de expandirse por toda la Europa de los políticos, de la que los ciudadanos han sido expulsados.
Los hechos silenciados durante los dos últimos años son los siguientes:
2008. Se nacionaliza el principal banco del país. La moneda se desploma, la bolsa suspende su actividad. El país está en bancarrota.
2009. Las protestas ciudadanas frente al parlamento logran que se convoquen elecciones anticipadas y provocan la dimisión del primer ministro, y de todo su gobierno en bloque. Continúa la pésima situación económica del país.
Mediante una ley, los políticos proponen la devolución de la deuda a Gran Bretaña y Holanda, a través del pago de 3.500 millones de euros, suma que pagarían todos las familias islandesas mensualmente durante los próximos 15 años al 5,5% de interés.
2010. La gente se vuelve a echar a la calle y solicita someter la ley a referéndum.
En enero de 2010 el Presidente, se niega a ratificarla y anuncia que habrá consulta popular.
En marzo se celebra el referéndum y el NO al pago de la deuda arrasa con un 93% de los votos.
A todo esto, el gobierno ha iniciado una investigación para dirimir jurídicamente las responsabilidades de la crisis. Comienzan las detenciones de varios banqueros y altos ejecutivos. La Interpol dicta una orden, y todos los banqueros implicados, abandonan el país.
En este contexto de crisis, se elige una asamblea para redactar una nueva constitución, que recoja las lecciones aprendidas de la crisis y que sustituya a la actual, que es una copia de la constitución danesa.
Para ello, se recurre directamente al pueblo soberano. Se eligen 25 ciudadanos sin filiación política de los 522 que se han presentado a las candidaturas, para lo cual sólo era necesario ser mayor de edad y tener el apoyo de 30 personas.
La asamblea constitucional comienza su trabajo en febrero de 2011 y presentará un proyecto de carta magna a partir de las recomendaciones consensuadas en distintas asambleas que se celebrarán por todo el país.
Deberá ser aprobada por el actual Parlamento y por el que se constituya tras las próximas elecciones legislativas.
Esta es la breve historia de la revolución islandesa: dimisión de todo un gobierno en bloque, nacionalización de la banca, referéndum para que el pueblo decida sobre las decisiones económicas trascendentales, encarcelación de responsables de la crisis y reescritura de la constitución por los ciudadanos.
Lo ocurrido en Islandia ha sido considerado por políticos como Merkel, Sarkozy, Cameron, Zapatero, Berlusconi y otros como peligroso y digno de ser silenciado, no sea que los europeos decidan hacer lo mismo y ellos pierdan su indecente y antidemocrático dominio rentable sobre el ciudadano.
El boicot informativo a Islandia ha sido escrupulosamente seguido por los miles de periodistas sometidos que escriben y opinan en la prensa, la radio y la televisión, la mayoría de los cuales están comprados por le poder político, que, en contra de los criterios democráticos, proporciona a los medios concesiones exenciones y publicidad a cambio de silencios y apoyos.
Pero la lección que el pueblo islandés ha sabido dar a toda Europa, plantándole cara al sistema y dando una lección de democracia al resto del mundo, será conocida y valorada, tarde o temprano, a pesar de la censura vulgar de las castas políticas responsables de la crisis y del desencante masivo de los ciudadanos.
Precisamente porque la de Islandia es una revolución ciudadana modélica, ha sido silenciada en los caducadas y degradadas democracias de Europa, en las que el único poder consentido es el de las castas políticas profesionales y donde el ciudadano ha sido expulsado de los procesos de toma de decisiones.
La censura de la revolución de Islandia es la mejor prueba de que existe el control de la información, siempre que la información que se silencia sea peligrosa para los partidos políticos, como ocurre con el caso de Islandia.
En Islandia, el pueblo ha hecho dimitir a un gobierno en pleno, se nacionalizaron los principales bancos, se decidió no pagar la deuda que estos han creado con Gran Bretaña y Holanda, por causa de su mala política financiera, y se acaba de crear una asamblea popular para redactar una nueva Constitución en la que los ciudadanos sean los protagonistas, en lugar de los políticos.
Islandia constituye hoy el mejor ejemplo de reacción ciudadana digna y pacífica contra ese poder inepto y falto de decencia que ha prostituido la democracia y ha conducido al mundo hasta la crisis. La de Islandia es una ola de rebeldía ciudadana que los políticos temen por su capacidad potencias de servir de ejemplo y de expandirse por toda la Europa de los políticos, de la que los ciudadanos han sido expulsados.
Los hechos silenciados durante los dos últimos años son los siguientes:
2008. Se nacionaliza el principal banco del país. La moneda se desploma, la bolsa suspende su actividad. El país está en bancarrota.
2009. Las protestas ciudadanas frente al parlamento logran que se convoquen elecciones anticipadas y provocan la dimisión del primer ministro, y de todo su gobierno en bloque. Continúa la pésima situación económica del país.
Mediante una ley, los políticos proponen la devolución de la deuda a Gran Bretaña y Holanda, a través del pago de 3.500 millones de euros, suma que pagarían todos las familias islandesas mensualmente durante los próximos 15 años al 5,5% de interés.
2010. La gente se vuelve a echar a la calle y solicita someter la ley a referéndum.
En enero de 2010 el Presidente, se niega a ratificarla y anuncia que habrá consulta popular.
En marzo se celebra el referéndum y el NO al pago de la deuda arrasa con un 93% de los votos.
A todo esto, el gobierno ha iniciado una investigación para dirimir jurídicamente las responsabilidades de la crisis. Comienzan las detenciones de varios banqueros y altos ejecutivos. La Interpol dicta una orden, y todos los banqueros implicados, abandonan el país.
En este contexto de crisis, se elige una asamblea para redactar una nueva constitución, que recoja las lecciones aprendidas de la crisis y que sustituya a la actual, que es una copia de la constitución danesa.
Para ello, se recurre directamente al pueblo soberano. Se eligen 25 ciudadanos sin filiación política de los 522 que se han presentado a las candidaturas, para lo cual sólo era necesario ser mayor de edad y tener el apoyo de 30 personas.
La asamblea constitucional comienza su trabajo en febrero de 2011 y presentará un proyecto de carta magna a partir de las recomendaciones consensuadas en distintas asambleas que se celebrarán por todo el país.
Deberá ser aprobada por el actual Parlamento y por el que se constituya tras las próximas elecciones legislativas.
Esta es la breve historia de la revolución islandesa: dimisión de todo un gobierno en bloque, nacionalización de la banca, referéndum para que el pueblo decida sobre las decisiones económicas trascendentales, encarcelación de responsables de la crisis y reescritura de la constitución por los ciudadanos.
Lo ocurrido en Islandia ha sido considerado por políticos como Merkel, Sarkozy, Cameron, Zapatero, Berlusconi y otros como peligroso y digno de ser silenciado, no sea que los europeos decidan hacer lo mismo y ellos pierdan su indecente y antidemocrático dominio rentable sobre el ciudadano.
El boicot informativo a Islandia ha sido escrupulosamente seguido por los miles de periodistas sometidos que escriben y opinan en la prensa, la radio y la televisión, la mayoría de los cuales están comprados por le poder político, que, en contra de los criterios democráticos, proporciona a los medios concesiones exenciones y publicidad a cambio de silencios y apoyos.
Pero la lección que el pueblo islandés ha sabido dar a toda Europa, plantándole cara al sistema y dando una lección de democracia al resto del mundo, será conocida y valorada, tarde o temprano, a pesar de la censura vulgar de las castas políticas responsables de la crisis y del desencante masivo de los ciudadanos.