F. Fukuyama
¿Por qué los inmigrantes que llegan a Estados Unidos se integran fácilmente y los que se asientan en Europa difícilmente lo consiguen? ¿Por qué en Estados Unidos funciona el multiculturalismo y en Europa no tanto? ¿Por qué fracasan ahora en la integración países europeos como Gran Bretaña y Francia, que se consideraban modelos?
Estas incognitas pueden parecer misteriosas a algunos, pero otros creen que existen respuestas logicas. La clave, según esos expertos, está en dos ámbitos: en la fuerza de las culturas y las instituciones, por una parte, y en la existencia o no de intrumentos de integración, por otra. Estados Unidos los integra más fácilmente porque sus instituciones son más fuertes, su cultura tiene más presencia en la vida diaria y porque dispone de poderosos instrumentos de integración. España difícilmente lo consigue porque sus instituciones están siendo minadas por la política, porque su cultura histórica también está debilitada y cuestionada por el mismo poder político y porque, además, carece de grandes instrumentos integradores.
Estados Unidos integra a sus inmigrantes porque posee un proyecto atractivo como comunidad, porque sus instituciones son fuertes y porque cuenta con elementos como el orgullo nacional, el sentido de patria, la democracia, entendida como la voluntad de vivir juntos, en libertad y armonía, y una misión que cumplir como pueblo. Francia consigue ciertos éxitos importantes en la integración de los inmigrantes porque dispone de dos instrumentos integradores eficientes: el ejercito y la escuela laíca, donde se imparte una educación unificada y común. España, por su parte, no cuenta ni con un sólo instrumento integrador eficaz: ni un servicio militar obligatorio (ya suprimido), donde los jóvenes conocían el concepto de patria común, ni una escuela laíca unificada, ni instituciones fuertes, ni un sólo idioma integrador, ni siquiera un proyecto común como país.
Francis Fukuyama toca el problema cuando sostiene que "Un tema muy importante es cómo los países desarrollados integran a los inmigrantes en sus sistemas políticos y sociales. Creo que en este aspecto Europa se enfrenta a un gran problema que no está tratando correctamente".
Fukuyama cree que la clave para la integración está en las instituciones. Si un país posee instituciones fuertes, suele poseer también una cultura fuerte y un proyecto atractivo capaz de integrar a sus propios ciudadanos y a los inmigrantes.
El ejemplo más claro hoy de un país con instituciones fuertes es Estados Unidos, cuya capacidad para atraer extranjeros e integrarlos ha sido indiscutible en lo ultimos siglos. Por el contrario, el mas elocuente ejemplo actual de un espacio sin instituciones fuertes es América Latina, que no termina de despegar y que contempla impotente como su mejor capital económico y humano emigra a Estados Unidos. Un caso interesante de cambio de tendencia en la actualidad es el de China, India y Taiwán, países que se están dotando de instituciones potentes y que poseen un proyecto de futuro lo bastante sólido como para que sus emigrantes establecidos en Estados Unidos, magníficamente formados, comiencen a regresar.
Europa tiene demasiado Estado, pocos ciudadanos y demasiados partidos políticos que se despedazan unos a otros. Debilitar el Estado europeo es vital para el progreso de Europa, pero para conseguirlo hay que entender y asumir que el Estado europeo deja poco margen a la libertad creativa y ocupa demasiados espacios: partidos políticos, empresas públicas, instituciones, sector público de la economía, medios de comunicación controlados y un espacio de influencia que abarca casi la totalidad de la sociedad, desde la enseñanza a la salud, sin que se escapen las finanzas, el comercio, la tecnología, la ciencia y la industria. En fin, como sostiene Fukuyama, un "Estado Agobiante" que termina por asfixiar el progreso.
Pues bien, ese enorme Estado europeo, precisamente por su excesivo poder, es incapaz hasta de integrar a sus propios ciudadanos, cada día más divorciados de la política y de generar un proyecto común. Si ese Estado ni siquiera consigue integrar a los suyos, ¿cómo va a lograr integrar a los inmigrantes? El moderno Estado Europeo está consiguiendo un balance preocupante: alejarse de los ciudadanos, aislarse de la sociedad e instalar a los inmigrantes en guettos, donde la integración se hace imposible y donde se acumulan sentimientos de hostilidad. Es todo un cáncer en progresión que no muy tarde dará la cara con efectos terribles.
Estas incognitas pueden parecer misteriosas a algunos, pero otros creen que existen respuestas logicas. La clave, según esos expertos, está en dos ámbitos: en la fuerza de las culturas y las instituciones, por una parte, y en la existencia o no de intrumentos de integración, por otra. Estados Unidos los integra más fácilmente porque sus instituciones son más fuertes, su cultura tiene más presencia en la vida diaria y porque dispone de poderosos instrumentos de integración. España difícilmente lo consigue porque sus instituciones están siendo minadas por la política, porque su cultura histórica también está debilitada y cuestionada por el mismo poder político y porque, además, carece de grandes instrumentos integradores.
Estados Unidos integra a sus inmigrantes porque posee un proyecto atractivo como comunidad, porque sus instituciones son fuertes y porque cuenta con elementos como el orgullo nacional, el sentido de patria, la democracia, entendida como la voluntad de vivir juntos, en libertad y armonía, y una misión que cumplir como pueblo. Francia consigue ciertos éxitos importantes en la integración de los inmigrantes porque dispone de dos instrumentos integradores eficientes: el ejercito y la escuela laíca, donde se imparte una educación unificada y común. España, por su parte, no cuenta ni con un sólo instrumento integrador eficaz: ni un servicio militar obligatorio (ya suprimido), donde los jóvenes conocían el concepto de patria común, ni una escuela laíca unificada, ni instituciones fuertes, ni un sólo idioma integrador, ni siquiera un proyecto común como país.
Francis Fukuyama toca el problema cuando sostiene que "Un tema muy importante es cómo los países desarrollados integran a los inmigrantes en sus sistemas políticos y sociales. Creo que en este aspecto Europa se enfrenta a un gran problema que no está tratando correctamente".
Fukuyama cree que la clave para la integración está en las instituciones. Si un país posee instituciones fuertes, suele poseer también una cultura fuerte y un proyecto atractivo capaz de integrar a sus propios ciudadanos y a los inmigrantes.
El ejemplo más claro hoy de un país con instituciones fuertes es Estados Unidos, cuya capacidad para atraer extranjeros e integrarlos ha sido indiscutible en lo ultimos siglos. Por el contrario, el mas elocuente ejemplo actual de un espacio sin instituciones fuertes es América Latina, que no termina de despegar y que contempla impotente como su mejor capital económico y humano emigra a Estados Unidos. Un caso interesante de cambio de tendencia en la actualidad es el de China, India y Taiwán, países que se están dotando de instituciones potentes y que poseen un proyecto de futuro lo bastante sólido como para que sus emigrantes establecidos en Estados Unidos, magníficamente formados, comiencen a regresar.
Europa tiene demasiado Estado, pocos ciudadanos y demasiados partidos políticos que se despedazan unos a otros. Debilitar el Estado europeo es vital para el progreso de Europa, pero para conseguirlo hay que entender y asumir que el Estado europeo deja poco margen a la libertad creativa y ocupa demasiados espacios: partidos políticos, empresas públicas, instituciones, sector público de la economía, medios de comunicación controlados y un espacio de influencia que abarca casi la totalidad de la sociedad, desde la enseñanza a la salud, sin que se escapen las finanzas, el comercio, la tecnología, la ciencia y la industria. En fin, como sostiene Fukuyama, un "Estado Agobiante" que termina por asfixiar el progreso.
Pues bien, ese enorme Estado europeo, precisamente por su excesivo poder, es incapaz hasta de integrar a sus propios ciudadanos, cada día más divorciados de la política y de generar un proyecto común. Si ese Estado ni siquiera consigue integrar a los suyos, ¿cómo va a lograr integrar a los inmigrantes? El moderno Estado Europeo está consiguiendo un balance preocupante: alejarse de los ciudadanos, aislarse de la sociedad e instalar a los inmigrantes en guettos, donde la integración se hace imposible y donde se acumulan sentimientos de hostilidad. Es todo un cáncer en progresión que no muy tarde dará la cara con efectos terribles.