Información y Opinión

La tragedia de la desgraciada España



España atraviesa esta crisis del coronavirus como un país maldito, como uno de los países más desgraciados del planeta, con el peor gobierno posible, que, por desgracia, es también el que más poder tiene desde que murió Franco y el menos controlado por el Parlamento. El de España es también el gobierno más opaco desde la dictadura franquista, el mas autoritario, el más inepto y el único que nos ha metido en el poder a los peores enemigos de España, a los comunistas y a los nacionalistas independentistas. En fin, la desgraciada España es hoy víctima del peor de los gobiernos y de su inepta y ridícula lucha contra la peor crisis sanitaria en los últimos siglos.
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Millones de españoles indignados contra el gobierno de Sánchez miran al rey en espera de una solución que termine con el calvario de España
La última decisión del gobierno, la de camuflar las muertes para mejorar las estadísticas, refleja la negrura de su alma y la peligrosidad de su actuación. Es un gobierno desenfrenado, que antepone siempre sus intereses al interés general y al bien común. El gobierno carece de sensibilidad y prudencia y sus errores se suceden en una catarata demencial que sobrecoge y asusta. Los más aguerridos críticos le acusan de homicidio masivo por haber causado muchas infecciones y muertes con sus decisiones. Hay ya algunas denuncias en ese sentido abriéndose paso en los juzgados. Es también un gobierno desesperado y acorralado, consciente de que su estrella palidece y de que cada día pierde miles de votos, con su popularidad por los suelos y con el número de sus enemigos incrementándose. Hay ya muchos miles de españoles preparados para combatirlo sin piedad cuando la emergencia termine. España, herida por el coronavirus y por la incompetencia de los gobernantes, clama venganza.

El gobierno de España retrasó, de manera suicida y temeraria, la adopción de las medidas urgentes que España necesitaba para defenderse del coronavirus y lo hizo por razones electoralistas, anteponiendo la propaganda a la vida y el electoralismo al riesgo de muerte. Después, cuando la pandemia mostró su terrible rostro letal, el gobierno mintió, escurrió el bulto y ocultó su enorme incapacidad para gobernar. Mandó a los sanitarios al matadero sin haber previsto que necesitaban protegerse y no hizo nada para reforzar el equipamiento sanitario, que pronto se demostró que era escaso. Como lo único que saben gestionar con eficacia es la propaganda, esos desgraciados quisieron derrotar al virus con mentiras, engaños y poniendo delante a su legión de periodistas y propagandistas apesebrados y sometidos.

A España le llegó el coronavirus sin reservas económicas, sin recursos fiscales para afrontar cualquier crisis, sin apenas capacidad de endeudamiento, con su crédito casi agotado, sin amigos en el mundo, sin prestigio y dominada por un gobierno inexperto y sin neuronas.

Acosado por las críticas, el gobierno y sus apesebrados responden con campañas de mentiras y con represión vengativa, campaña como la que se está lanzando contra el gobierno de Madrid, que es del PP, al que quieren culpar de las muertes y fracasos sanitarios que ellos mismos han provocado, y con la represión rabiosa lanzada contra los sanitarios, a los que castigará con hasta 600.000 euros de multa si revelan "datos sensibles" sobre el coronavirus, sin especificar que datos son sensibles realmente, considerando, como todos los totalitarios, que la verdad debe estar prohibida.

Millones de españoles empiezan a movilizarse y a preparar su rebelión contra la peligrosa ineptitud y el comportamiento letal del gobierno, preparando denuncias colectivas y agudizando sus campañas de críticas y difusión de la verdad. Parece mentira que en un país que se dice democrático, el peor enemigo de su ciudadanía y de su futuro esté siendo su propio gobierno.

Poco a poco el país entero, incluyendo a sus clases más poderosas, se convence de que el mismo gobierno que está gestionando de manera estúpida y temeraria la crisis sanitaria no puede gestionar el enorme esfuerzo de reconstrucción que deberán realizar los españoles cuando el virus sea derrotado. Sería un suicidio para España que los mismos que han demostrado ineptitud suicida y letal contra el coronavirus se encarguen de pilotar nuestra vital lucha contra la pobreza que nos amenaza.

Millones de españoles, desde su encierro forzoso, con tiempo sobrado para la reflexión y el análisis, están llegando a la conclusión de que caminar por la vida con un gobierno como el que preside Pedro Sánchez es una apuesta clara por el fracaso y la ruina.

La gente de la desgraciada España, mientras se lame sus heridas y acumula frustración y miedo paralizada en sus hogares, contemplando como la gente muere y la economía se hunde por culpa del poder de los ineptos, exige ya un "gobierno de concentración", integrado por personas decentes, fiables y de prestigio, que jubile del poder a un equipo de políticos impresentables, que cuente con el apoyo de la sociedad española y que, con el juego limpio, las neuronas y la decencia que el gobierno de Sánchez no posee, salve a España de la catástrofe que amenaza su futuro como nación libre.


Francisco Rubiales




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Miércoles, 1 de Abril 2020
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