Después de numerosos tiras y aflojas, Sanidad cede ante la Federación Española de Fútbol y ha decidido vacunar hoy a los jugadores de La Roja con Janssen y Pfizer. Sanitarios del Ejército suministrarán una dosis de Pfizer a los que hayan pasado el covid y Janssen al resto.
La federación hace gestiones para que sus futbolistas se vacunen, como han hecho casi la totalidad de los países, desde hace más de dos meses, pero el gobierno, temeroso de la reacción popular y de ser acusado de favoritismo, ha retrasado la decisión hasta hoy, cuando poner la vacuna tiene más riesgos que ventajas y resulta más peligroso.
Los españoles, por culpa e la torpeza de sus gobernantes, tendrán que jugar al fútbol, en una competición de máxima intensidad, soportando los posibles efectos secundarios de una vacuna recién inoculada.
El asunto de la vacuna a los jugadores que representan a España ha desatado una ola de indignación entre los aficionados al fútbol, que acusan al gobierno de inútil y de generar problemas donde no los había. Algunos aficionados, al comentar lo ocurrido, apuntan que el gobierno en lugar de solucionar problemas parece interesado en crearlos para seguir destruyendo España.
Además, el gobierno, como es habitual, ha mentido porque ha dicho que la Federación pidió la vacuna hace sólo una semana, cuando en realidad hace dos meses.
El asunto de la vacuna de los futbolistas, un problema que el resto del mundo ha resuelto con discreta eficacia, en España se ha convertido en un escándalo más que refleja la imbecilidad de los que gobiernan el país, al que están dañando en todos los ámbitos del acontecer, desde la economía a la gestión de la pandemia, la cohesión, la unidad, la prosperidad, el avance, la cultura, la Justicia, la ciencia, el turismo, la agricultura, la industria, el comercio, el prestigio internacional y cualquier otra manifestación de la vida de España como nación.
El asunto se hizo todavía más ridículo, rocambolesco y tercermundista cuando hoy, el jugador Llorente, que había sido señalado como infectado por los tests practicados, da negativo y se dice que lo suyo pudo ser un "falso positivo". Esos fallos, a estas alturas, cuando faltan menos de tres días para que España se enfrente a Suecia, suena a torpeza, incompetencia y tercermundismo.
Francisco Rubiales
La federación hace gestiones para que sus futbolistas se vacunen, como han hecho casi la totalidad de los países, desde hace más de dos meses, pero el gobierno, temeroso de la reacción popular y de ser acusado de favoritismo, ha retrasado la decisión hasta hoy, cuando poner la vacuna tiene más riesgos que ventajas y resulta más peligroso.
Los españoles, por culpa e la torpeza de sus gobernantes, tendrán que jugar al fútbol, en una competición de máxima intensidad, soportando los posibles efectos secundarios de una vacuna recién inoculada.
El asunto de la vacuna a los jugadores que representan a España ha desatado una ola de indignación entre los aficionados al fútbol, que acusan al gobierno de inútil y de generar problemas donde no los había. Algunos aficionados, al comentar lo ocurrido, apuntan que el gobierno en lugar de solucionar problemas parece interesado en crearlos para seguir destruyendo España.
Además, el gobierno, como es habitual, ha mentido porque ha dicho que la Federación pidió la vacuna hace sólo una semana, cuando en realidad hace dos meses.
El asunto de la vacuna de los futbolistas, un problema que el resto del mundo ha resuelto con discreta eficacia, en España se ha convertido en un escándalo más que refleja la imbecilidad de los que gobiernan el país, al que están dañando en todos los ámbitos del acontecer, desde la economía a la gestión de la pandemia, la cohesión, la unidad, la prosperidad, el avance, la cultura, la Justicia, la ciencia, el turismo, la agricultura, la industria, el comercio, el prestigio internacional y cualquier otra manifestación de la vida de España como nación.
El asunto se hizo todavía más ridículo, rocambolesco y tercermundista cuando hoy, el jugador Llorente, que había sido señalado como infectado por los tests practicados, da negativo y se dice que lo suyo pudo ser un "falso positivo". Esos fallos, a estas alturas, cuando faltan menos de tres días para que España se enfrente a Suecia, suena a torpeza, incompetencia y tercermundismo.
Francisco Rubiales