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La suicida resistencia a cambiar de los grandes partidos políticos españoles



La resistencia al cambio es tan brutal en la España de los políticos que la victoria del populismo es cada día mas posible. Tienen tantos privilegios y les atrae tanto la orgía del poder que se resisten como fieras a cambiar, como les exigen los ciudadanos, las reglas corruptas del juego político español, que ni es democrático, ni decente y que ha cometido los peores pecados imaginables en un sistema avanzado: ha erradicado la ética y los valores, ha expulsado a los ciudadanos de la participación y de los procesos de toma de decisiones, ha expulsado la ética de la escena y se atiborra cada día de ignominia e injusticia.

La única forma de frenar el peligroso ascenso del populismo es dejar de comportarse como "casta" y poner en marcha una poderosa energía de renovación y cambio hacia la democracia y la decencia, pero los partidos no quieren cambiar y parece que prefieren morir, arrastrando a España hacia una aventura desconocida y cargada de incógnitas.
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A pesar de que España está sufriendo todo un huracán político, con el populismo creciendo y asaltando el poder y con millones de ciudadanos descontentos y odiando a los políticos, la resistencia a cambiar en los grandes partidos es tan brutal y absurda que casi nada se mueve. Los grandes partidos se limitan a esperar que pase la crisis para que todo vuelva a ser tan sucio e inmoral como era antes.

En el reciente Debate sobre el Estado de la Nación 2015, el PP de Mariano Rajoy ha exhibido el mismo rosto y el mismo estilo que hace tres años, cuando alcanzó el poder gracias a promesas sobre la economía que nunca cumplió. El mismo Rajoy, un poco mas hábil como parlamentario, el mismo partido y una estrategia basada también en disfrazar la realidad y miedo a que los demás gobiernen y hundan la nación, sin admitir que España es hoy un país distinto, muchos mas injusto, triste y sin esperanza que el que les votó a ellos por mayoría absoluta, creyendo que construirían una sociedad mejor y mas decente.

Ante ese inmovilismo suicida del PP y del PSOE, la indignación de los ciudadanos no solo no remite, sino que aumenta. Los aforados siguen siendo mas de 17.000, lo que significa que en España hay mas que en el resto de toda Europa junta. Los jueces siguen intervenidos por los políticos, que nombran magistrados en los grandes tribunales y órganos de gobierno judicial. Los partidos, incapaces de regenerarse y menos de refundarse, como les exigen los ciudadanos, sólo se maquillan y salen a la calle, con el rostro ajado y apestando a corrupción, con el mismo ánimo que antaño, pescando votantes incautos y engañados que se creen en democracia. La desigualdad sigue creciendo, como el desamparo de los débiles, mientras crecen también el endeudamiento, el despilfarro, el exilio de los ciudadanos y la arrogancia de los que mandan. La corrupción no está en retroceso, sino que ha aprendido a funcionar con mas precauciones porque los partidos siguen cobrando comisiones, inundando de injusticia el gobierno y la función pública y lanzando a las calles a sus recaudadores para demostrar que fuera del poder hace un frío insoportable.

El PP ni siquiera sabe que tiene que cambiar y centra todo su esfuerzo en mejorar la economía, como si el pueblo hubiera elegido a contables, no a políticos para que les gobiernen. Aquellos que se pensaban que en el PSOE iba a cambiar con la llegada de Susana y Sánchez, se equivocaron porque todo sigue igual y tienen ya preparado un "plan B", por si Podemos gana las elecciones, que consiste en sumar los votos de la derecha y del socialismo para que los que mandaban lo sigan haciendo, que es lo que de verdad les importa.

Los valores siguen hundidos y. aunque se aprueban algunas leyes que mejoran la transparencia y hacen mas difícil la corrupción, las grandes demandas populares continúan ignorándose: los partidos siguen financiándose con dinero público a chorros; los impuestos siguen siendo los mas injustos de Europa y el poder de los partidos sigue nadando en la impunidad y el descontrol, mientras la democracia es vapuleada y violada cada día por los partidos y los políticos profesionales.

Las grandes aspiraciones del pueblo siguen ignoradas: Las 17 autonomías inútiles y costosas, fuentes de disgregación y corrupción, siguen vivas, aunque la mayoría de los ciudadanos las rechacen y suspiren por suprimirlas; el Estado no adelgaza; los políticos no pierden poder ni privilegios que no merecen; la voluntad popular sigue siendo ignorada; las empresas siguen cerrando; la austeridad no se ve por ninguna parte, el despilfarro y el endeudamiento loco no cesan, los jóvenes no encuentran trabajo y tienen que emigrar; los derechos humanos no se respetan; la policía sigue armándose y entrenándose para reprimir con eficacia y los servicios y derechos básicos siguen recortándose, al mismo tiempo que la pobreza avanza y cada día son mas los ciudadanos que sueñan con ser mileuristas.

El cambio real en España solo será posible si en las urnas son derrotados y humillados los que están interesados en mantener el basurero floreciente, como ha ocurrido en Grecia, un país donde la única política posible parecía que era la que aprobaban la Merkel y el FMI, pero que ahora resulta que es posible suprimir la troika y que la deuda griega puede renegociarse y reestructurarse.

Los ciudadanos tienen la palabra cuando se abran las urnas porque podrán usar el único poder que les queda: el de votar contra la corrupción y el mal gobierno.


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Miércoles, 25 de Febrero 2015
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