Las vacunas están ya disponibles en los hospitales y clínicas españoles, pero la demanda es ridícula y sorprendente. Demasiada gente tiene miedo a vacunarse y prefiere no hacerlo, aunque le cueste la vida.
Más del 80 por ciento de los españoles desconfían de la vacuna contra la guipe A, a pesar de que el virus de la nueva gripe es peligroso, impredecible y causante de miles de muertos en todo el mundo, 88 de los cuales en España.
La desconfianza española sorprende al mundo científico y es difícil de entender en otros paises europeos, donde la sociedad apenas tiene resistencias frente a la vacuna. Sin embargo, esa "desconfianza española" es fácilmente explicable si se toma en consideración la enorme desconfianza de los españoles frente a su clase política, la cual, según las encuestas, se acerca a esa sorprendente cifra del 80 por ciento de la población.
Los españoles no se fían de sus políticos y la pésima gestión gubernamental del secuestro del pesquero Alakrana, plagada de mentiras y errores, ha debido incrementar esa letal desconfianza en el liderazgo. En consecuencia, cuando sus líderes recomiendan que la población de riesgo "se vacune", consiguen justamente el efecto contrario: recelo y rechazo a una vacuna que, según se dice, no está lo suficientemente probada y que podría ocasionar males desconocidos.
La distancia que separa a los españoles de sus dirigentes políticos es descomunal, creciente y, probablemente, ya constituya un record mundial no computado y del que la España oficial no habla porque no le conviene.
Para la mayoría de los españoles sus políticos son mentirosos, corruptos, arrogantes, ineficientes, torpes y obsesionados por el poder y los privilegios.
Los ejemplos políticos que los españoles leen en la prensa o ven en la televisión no son precisamente generadores de confianza: autosubidas de suerldos, exenciones fiscales injustificadas, pensiones de lujo con solo 7 años de cotización, la imagen del sospechoso Camps, presidente de la Comunidad Valencia, conduciendo un Ferrari o la revelación de que los hijos del "socialista" Pepe Blanco no estudian en la escuela pública, sino en colegios privados caros, y elitistas, entre otras muchas ofensas y privilegios de la "casta", más propias de tiranías que de democracias, contribuyen, sin duda, a esa intensa desconfianza de los españoles en los políticos y, por extensión, en todo lo que ellos aconsejan o recomiendan.
Más del 80 por ciento de los españoles desconfían de la vacuna contra la guipe A, a pesar de que el virus de la nueva gripe es peligroso, impredecible y causante de miles de muertos en todo el mundo, 88 de los cuales en España.
La desconfianza española sorprende al mundo científico y es difícil de entender en otros paises europeos, donde la sociedad apenas tiene resistencias frente a la vacuna. Sin embargo, esa "desconfianza española" es fácilmente explicable si se toma en consideración la enorme desconfianza de los españoles frente a su clase política, la cual, según las encuestas, se acerca a esa sorprendente cifra del 80 por ciento de la población.
Los españoles no se fían de sus políticos y la pésima gestión gubernamental del secuestro del pesquero Alakrana, plagada de mentiras y errores, ha debido incrementar esa letal desconfianza en el liderazgo. En consecuencia, cuando sus líderes recomiendan que la población de riesgo "se vacune", consiguen justamente el efecto contrario: recelo y rechazo a una vacuna que, según se dice, no está lo suficientemente probada y que podría ocasionar males desconocidos.
La distancia que separa a los españoles de sus dirigentes políticos es descomunal, creciente y, probablemente, ya constituya un record mundial no computado y del que la España oficial no habla porque no le conviene.
Para la mayoría de los españoles sus políticos son mentirosos, corruptos, arrogantes, ineficientes, torpes y obsesionados por el poder y los privilegios.
Los ejemplos políticos que los españoles leen en la prensa o ven en la televisión no son precisamente generadores de confianza: autosubidas de suerldos, exenciones fiscales injustificadas, pensiones de lujo con solo 7 años de cotización, la imagen del sospechoso Camps, presidente de la Comunidad Valencia, conduciendo un Ferrari o la revelación de que los hijos del "socialista" Pepe Blanco no estudian en la escuela pública, sino en colegios privados caros, y elitistas, entre otras muchas ofensas y privilegios de la "casta", más propias de tiranías que de democracias, contribuyen, sin duda, a esa intensa desconfianza de los españoles en los políticos y, por extensión, en todo lo que ellos aconsejan o recomiendan.