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La ruta hacia el comunismo pasa por corromper a los generales y controlar los servicios de inteligencia



El desgraciado "asunto" del general Santiago, de la Guardia Civil, cuando dijo ante las cámara de televisión que la benemérita vigilaba a los españoles para defender al gobierno, es un claro indicio de que Pedro Sánchez y los suyos están actuando en los cuarteles y en las fuerzas de seguridad para controlar el poder, cumpliendo así la hoja de ruta diseñada por el neocomunismo en el siglo XXI.

Fidel Castro, que fue uno de los diseñadores del renacer comunista en el siglo XXI, aprendió de la experiencia española que hay dos condiciones imprescindibles para que el comunismo tome el poder: el control de los servicios de inteligencia y la compra de los generales. Con esas dos premisas, las fuerzas armadas y de seguridad, que son la clave para la toma del poder por parte del comunismo, quedarían neutralizadas, en una primera etapa, para, posteriormente, ser incorporadas al núcleo del nuevo poder rojo.

Fidel Castro me dijo personalmente que España sería un país comunista tras la muerte de Franco. Estaba el dictador agonizando y me llamó para charlar sobre el tema, siendo yo corresponsal de la agencia EFE en la Habana. Me dijo "off the record" que España sería comunista tras la muerte de Franco porque los cuarteles habían sido infiltrados por el comunismo, sobre todo en los niveles de suboficiales, que son la clave. Yo le dijo que no me creía ese pronóstico y que lo que España deseaba es sumarse a las democracia ricas de Europa.

Después, la experiencia demostró que la apuesta comunista fracasó y entonces Fidel y sus pensadores cambiaron de rumbo y apostaron, en adelante, por el control de los generales y de los servicios de inteligencia, como forma infalible para neutralizar a las fuerzas armadas y para que el comunismo renacido tome el poder.

La nueva estrategia de corromper al generalato funcionó perfectamente en Venezuela, que hoy es un país en manos del comunismo bolivariano, gracias a las fuerzas armadas y a la inteligencia militar, esta última infiltrada y controlada por los cubanos.
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No tenemos pruebas de que los comunistas estén aplicando esa receta en España, pero hay indicios claros. Dos de ellos son recientes y muy indicativos: el primero el la obsesión del comunista Pablo Iglesias por controlar el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), donde ya ha puesto su zarpa, y el segundo ocurrió el domingo 19 de abril, cuando el general Santiago, de la Guardia Civil, cometió el error o la indiscreción de afirmar que el instituto armado de la Benemérita estaba trabajando para defender al gobierno de Sánchez frente a los ataques de la opinión pública, toda una locura anticonstitucional impropia de un general en un país democrático, si es que España puede seguir considerándose una democracia, aunque sea imperfecta.

Hay otros muchos indicios de que España avanza hacia Venezuela, siguiendo al pie de la letra la hoja de ruta del comunismo del siglo XXI, ideado para lavar el rostro manchado de sangre del viejo comunismo soviético, derrotado por su propio pueblo cuando el Muro de Berlín fue derribado y la poderosa Unión Soviética se disolvió como un azucarillo.

La imagen de un país recluido en sus hogares, dependiendo por entero del Estado y dando zancadas hacia la ruina económica parece una fotocopia de lo que los comunistas sueñan para tomar el poder. Si ese país, además, avanza hacia la censura, purga a los periodistas libres, califica de "bulo" y persigue toda crítica a su gestión, somete a la Justicia nombrando una Fiscal General con lealtad al partido, si se miente y se falsean los datos, si se atiborra el país de propaganda y confusión y si se siembran miedos y amenazas a diestro y siniestro, incluyendo la de confiscar el dinero y los bienes privados si el Estado los necesita, entonces tenemos algo más que una amenaza y se percibe el avance cauteloso hacia esa "gran cárcel roja", que es la meta final del comunismo.

En Venezuela se puso a prueba con un éxito espectacular la estrategia de conquista del poder ideada por los estrategas comunistas. Cuando el coronel Hugo Chaves fue ganado para la causa, Fidel le dijo que perder el poder cuando se había ganado es propio de "huevones y remamahuevos" y que eso no podía ocurrir en Venezuela. A partir de entonces Chaves aplicó la receta: corrompió a los generales, con lo que controló al Ejército, al que entregó oro y empresas para que vivieran en la abundancia y el lujo; infiltró y controló los servicios de inteligencia; arruinó la economía para que no quedara otro poder económico fuerte que el del Estado; aterrorizó a la ciudadanía para que sintiera la necesidad de ser socorrida desde el Estado; aplastó a la oposición hasta aterrorizarla; reformó las leyes y la misma Constitución para que el poder nunca se escapara y empezó a gobernar beneficiando a los amigos y aplastando a los enemigos.

Esa es la receta diseñada y la pregunta clave es si es posible aplicarla en España, un país miembro de la Unión Europea y de la OTAN con una Constitución y un Estado de derecho ideados para funcionar en la democracia. Algunos ilusos creen que Europa y la OTAN no van a permitir la violación de las leyes en España y la esclavitud comunista de su pueblo, pero e equivocan, como se equivocaron los cubanos y los venezolanos que creyeron que Estados Unidos no permitiría la existencia de una tiranía en su patrio trasero. No sólo lo permitió sino que utilizó los ejemplos de Cuba y Venezuela para que otros países tentados a seguir su ruta supieran que ese camino conduce al dolor, a la ruina y a la esclavitud.

En España puede ocurrir lo mismo.

Ninguno de los millones de teóricos demócratas españoles creíamos que un gobierno con vicepresidente comunista pudiera gobernar España y que el PSOE, un partido teóricamente constitucional, no sólo soportarÍa esa situación sino que la patrocinaría con entusiasmo, aliado también con pro terroristas, independentistas, golpistas y partidos que odian a España.

La realidad es a veces terrible y a España le ha tocado el peor gobierno, con la peor gente, en el peor momento de su Historia moderna, lo que deja al pueblo español como único valladar defensivo para evitar que nos devoren y conviertan a nuestros hijos y nietos en esclavos permanentes al servicio del Estado opresor.

Francisco Rubiales

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Martes, 28 de Abril 2020
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