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La revolución de la sociedad civil en el libro "Democracia Severa. Más allá de la indignación"



Acontecimientos como el de las banderas independentistas en la final de la Copa del Rey 2016, mal gestionados por un gobierno que dicta una prohibición que después anula un juez, logrando que el independentismo se fortalezca, convencen a los españoles de que dejar el país en manos de los políticos es un suicidio.

La Sociedad Civil cobra cada día más protagonismo en la política española. Ante la incapacidad de los gobiernos para solucionar los problemas y la falta de voluntad política para regenerar un país podrido y en profunda decadencia, los ciudadanos dejan de mirar a sus gobernantes y comienzan a asumir protagonismo. Cada día hay mas españoles que creen que la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos.

El libro "Democracia Severa. Más allá de la indignación", de Francisco Rubiales y Juan Jesús Mora, analiza el papel de la sociedad civil en democracia y señala la ruta para devolverle el protagonismo que le corresponde y que le ha sido arrebatado por los partidos políticos. La sociedad civil tiene la misión de controlar a los políticos y a sus partidos, pero no sólo no le dejan hacerlo, sino que la han ocupado y neutralizado. Los principales bastiones de una sociedad civil que debe ser siempre independiente y funcionar como fuerte contrapeso al poder político, están en manos o controlados por los políticos, desde las universidades a los grandes medios de comunicación, instituciones financieras y mecanismos reguladores que deberían ser independientes pero que, inexplicablemente, están en poder de los políticos.

Pero el principal argumento para recuperar el protagonismo de una sociedad civil española que ha sido ocupada y aplastada por la clase política, dejando descompensada la nación e indefensa la sociedad es el pésimo balance que ofrecen los políticos después de cuatro décadas de dominio absoluto. La España que han construido es injusta, antidemocrática, desigual, asfixiada por la deuda exterior, el despilfarro y el desempleo, asustada ante el futuro, con sus pensiones en peligro y a punto de despedazarse porque el independentismo crece en un país mal gobernado e incapaz de generar ilusión.

Los siguientes son algunos párrafos sobre la sociedad civil extraídos del libro:
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La democracia es clara al establecer que la sociedad civil debe existir al margen de la vida política y con independencia, precisamente para que sirva de contrapeso al poder político. Pero los partidos, ambiciosos e irrefrenables, han ocupado la sociedad civil y la han asfixiado hasta dejarla al borde del coma, con lo que han prostituido la democracia.

Si se abandona el bastardo principio de que los partidos políticos tienen el monopolio de la representación y se admiten los más justos y democráticos principios de que ni siquiera representan con plenitud a sus propios afiliados y que el voto de los ciudadanos no otorga un cheque en blanco sino un mandato para cumplir las promesas electorales y gobernar con justicia y eficiencia, entonces las cosas podrían cambiar y este mundo, transformado en oligárquico por los partidos políticos, podría llegar a ser democrático.

Al principio de que «Los males de la democracia se solucionan con más democracia», los políticos contraponen y aplican justo lo contrario: los problemas se solucionan con más poder concentrado, imposiciones, prohibiciones, abusos, arbitrariedad y recortes.

Mientras que los partidos políticos, si son grandes y de ámbito nacional, pueden llegar a tener unos pocos cientos de miles de afiliados, la sociedad civil está integrada por millones de personas, muchas de las cuales no se sienten ni identificadas, ni representadas por esos partidos que han monopolizado el poder.

La Sociedad civil debe tener sus propios representantes en las instituciones, sobre todo en aquellas que son de interés general y público, donde la presencia sectaria y arbitraria de los partidos sólo causa perjuicios.

La representatividad de la sociedad civil debe asumirse en democracia hasta sus últimas consecuencias, lo que haría posible que los simples ciudadanos que no tengan el respaldo de un partido pudieran presentarse a las elecciones, amparados por su pertenencia a la sociedad civil.

Es la sociedad civil y no los partidos la que debe controlar el sistema político y la economía, entre otras razones porque poner a políticos controlando la política o la economía es como colocar al lobo al cuidado de las ovejas.


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Sábado, 21 de Mayo 2016
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