Resistir y hacer frente a la injusticia no es una opción sino un deber para todo ciudadano decente. España es, básicamente, un país sin justicia, desequilibrado y gobernado por partidos políticos poco fiables que han demostrado su incapacidad. Hay datos muy sólidos que demuestran el fracaso de los políticos españoles: Cataluña y Euskadi ya no están solas en su pugna por ser independientes. En otras regiones, por desgracia, crece el deseo de escapar de un país marcado por la voracidad insaciable de los políticos, por el endeudamiento, los impuestos desproporcionados, el peso insoportable de un Estado plagado de enchufados y parásitos, la corrupción y el abuso de poder de sus clases dirigentes y poderosas.
Por culpa de la "casta" política, ser español hoy significa someterse a gente sin valor ni mérito y a injusticias que humillan y arrebatan la dignidad.
La mayoría de los ciudadanos reflejan en las encuestas que no se fían de la clase política, a la que rechazan. En las últimas encuestas, el rechazo directo a los políticos es de casi el 40 por ciento, lo que representa un rechazo crítico, parcial pero real, de más del 60 por ciento.
Los políticos, mientras tanto, con una arrogancia despreciable y ajena a la democracia, ni siquiera toman nota del rechazo popular y de su desprestigio internacional, ignorando que sin el apoyo de los administrados, en democracia, sólo queda la opresión. Ellos siguen firmes en lo suyo, que es construir un mundo peor, disfrutar de privilegios frente a un pueblo abrumado por los recortes y la dureza de la crisis y el disfrute corrupto y antidemocrático de un poder político que ha perdido el concepto de servicio y se ha tornado depredador.
No existe en el mundo político actual nada más digno y democrático que resistir ante el poder y luchar para evitar que gente sin escrúpulos construya un mundo nuevo, dividido en élites privilegiados y masas esclavizadas. Los que resisten ante el poder inicuo que liquida derechos ciudadanos y aspira a crear un mundo claramente dividido entre privilegiados y borregos torpes, asustados y empobrecidos, son la última esperanza de una civilización amenazada de muerte por clases dirigentes sin grandeza ni solvencia ética, que han perdido la generosidad y solo piensan ya en su propio provecho.
El mayor logro de las decadentes y deterioradas democracias actuales es que han hecho creer a los ciudadanos que viven en libertad y que son ellos los que deciden, cuando la realidad es justo lo contrario. La influencia real del ciudadano en las democracias degradadas que se han impuesto en países como España es comparable a la que posee en un sistema totalitario. La única diferencia es que en España, los ciudadanos se creen libres e importantes, cuando en realidad no cuentan y son borregos sometidos, que ni siquiera perciben que están siendo manipulados, esquilmados y saqueados.
La resistencia es la única esperanza democrática para un pueblo como el español, engañado, mal gobernado, manipulado y maltratado.
Francisco Rubiales
Por culpa de la "casta" política, ser español hoy significa someterse a gente sin valor ni mérito y a injusticias que humillan y arrebatan la dignidad.
La mayoría de los ciudadanos reflejan en las encuestas que no se fían de la clase política, a la que rechazan. En las últimas encuestas, el rechazo directo a los políticos es de casi el 40 por ciento, lo que representa un rechazo crítico, parcial pero real, de más del 60 por ciento.
Los políticos, mientras tanto, con una arrogancia despreciable y ajena a la democracia, ni siquiera toman nota del rechazo popular y de su desprestigio internacional, ignorando que sin el apoyo de los administrados, en democracia, sólo queda la opresión. Ellos siguen firmes en lo suyo, que es construir un mundo peor, disfrutar de privilegios frente a un pueblo abrumado por los recortes y la dureza de la crisis y el disfrute corrupto y antidemocrático de un poder político que ha perdido el concepto de servicio y se ha tornado depredador.
No existe en el mundo político actual nada más digno y democrático que resistir ante el poder y luchar para evitar que gente sin escrúpulos construya un mundo nuevo, dividido en élites privilegiados y masas esclavizadas. Los que resisten ante el poder inicuo que liquida derechos ciudadanos y aspira a crear un mundo claramente dividido entre privilegiados y borregos torpes, asustados y empobrecidos, son la última esperanza de una civilización amenazada de muerte por clases dirigentes sin grandeza ni solvencia ética, que han perdido la generosidad y solo piensan ya en su propio provecho.
El mayor logro de las decadentes y deterioradas democracias actuales es que han hecho creer a los ciudadanos que viven en libertad y que son ellos los que deciden, cuando la realidad es justo lo contrario. La influencia real del ciudadano en las democracias degradadas que se han impuesto en países como España es comparable a la que posee en un sistema totalitario. La única diferencia es que en España, los ciudadanos se creen libres e importantes, cuando en realidad no cuentan y son borregos sometidos, que ni siquiera perciben que están siendo manipulados, esquilmados y saqueados.
La resistencia es la única esperanza democrática para un pueblo como el español, engañado, mal gobernado, manipulado y maltratado.
Francisco Rubiales