La reina ha hablado y el país se escandaliza. El problema es que las opiniones de la reina van contra la línea de flotación de la izquierda y de la dictadura de la progresía, imperante en España. Si la reina hubiera dicho algo parecido a lo que dijo su esposo, el rey, no hace mucho, cuando alabó a Zapatero o mando callar al gorila rojo de Venezuela, no habría surgido el escándalo porque aquellas declaraciones beneficiaban a los dictadores.
Pero la reina ha dicho cosas que galpean el corazón de la "religión progre" que el Estado protege y propaga. Ese es, al parecer, su único pecado.
La reina ha tocado temás intocables, como el aborto, pero sus palabras más "dañinas" son las que tocaban de lleno al potente lobby gay español, muy influyente en la izquierda y también (aunque menos) en la derecha.
Las palabras que más "heridas" han causado son las siguientes:
"Puedo comprender, aceptar y respetar que haya personas con otra tendencia sexual, pero ¿que se sientan orgullosos por ser gays? ¿Que se suban a una carroza y salgan en manifestaciones?"
"Si esas personas quieren vivir juntas, vestirse de novios y casarse, pueden estar en su derecho, o no, según las leyes de su país: pero que a eso no le llamen matrimonio, porque no lo es. Hay muchos nombres posibles: contrato social, contrato de unión."
Mi opinión es que España es un país perturbado y tan surrealista que todo funciona al revés. El rey y la reina, en sintonía con la insensatez nacional, callan cuando deben hablar y hablan cuando deben callar. Los reyes no hablan cuando todos esperamos que hablen porque se viola la Constitución o porque se ponen en peligro principios y valores sustanciales, que afectan directamente a la Jefatura del Estado, mientras que hablan para romper el equilibrio y la neutralidad debidas, ensalzando a un presidente de gobierno como Zapatero, quizás en detrimento de otro, de distinto color político, como Aznar, o para cuestionar leyes aprobadas por Las Cortes.
Este blog, únicamente preocupado por la democracia en declive, publicó no hace mucho un artículo titulado "El rey mudo; que obtuvo gran atención y numerosas lecturas. Uno de los párrafos de ese artículo decía:
El silencio del rey Juan Carlos es cada día más inquietante y decepcionante. Silencio frente a la corrupción que envilece a España, ante las negociaciones entreguistas del gobierno con ETA, ante la creciente inseguridad ciudadana, ante el inconstitucional Estatuto de Cataluña, rompedor de la igualdad y de la unidad de España, que el rey debe cuidar por mandato constitucional, silencio ante el auge del nacionalismo disgregador y radical, silencio ante la crisis económica galopante que empobrece a los españoles... ¡Menudo porvenir le espera a una Corona que no se preocupa de los dueños de la misma!
Pero la reina ha dicho cosas que galpean el corazón de la "religión progre" que el Estado protege y propaga. Ese es, al parecer, su único pecado.
La reina ha tocado temás intocables, como el aborto, pero sus palabras más "dañinas" son las que tocaban de lleno al potente lobby gay español, muy influyente en la izquierda y también (aunque menos) en la derecha.
Las palabras que más "heridas" han causado son las siguientes:
"Puedo comprender, aceptar y respetar que haya personas con otra tendencia sexual, pero ¿que se sientan orgullosos por ser gays? ¿Que se suban a una carroza y salgan en manifestaciones?"
"Si esas personas quieren vivir juntas, vestirse de novios y casarse, pueden estar en su derecho, o no, según las leyes de su país: pero que a eso no le llamen matrimonio, porque no lo es. Hay muchos nombres posibles: contrato social, contrato de unión."
Mi opinión es que España es un país perturbado y tan surrealista que todo funciona al revés. El rey y la reina, en sintonía con la insensatez nacional, callan cuando deben hablar y hablan cuando deben callar. Los reyes no hablan cuando todos esperamos que hablen porque se viola la Constitución o porque se ponen en peligro principios y valores sustanciales, que afectan directamente a la Jefatura del Estado, mientras que hablan para romper el equilibrio y la neutralidad debidas, ensalzando a un presidente de gobierno como Zapatero, quizás en detrimento de otro, de distinto color político, como Aznar, o para cuestionar leyes aprobadas por Las Cortes.
Este blog, únicamente preocupado por la democracia en declive, publicó no hace mucho un artículo titulado "El rey mudo; que obtuvo gran atención y numerosas lecturas. Uno de los párrafos de ese artículo decía:
El silencio del rey Juan Carlos es cada día más inquietante y decepcionante. Silencio frente a la corrupción que envilece a España, ante las negociaciones entreguistas del gobierno con ETA, ante la creciente inseguridad ciudadana, ante el inconstitucional Estatuto de Cataluña, rompedor de la igualdad y de la unidad de España, que el rey debe cuidar por mandato constitucional, silencio ante el auge del nacionalismo disgregador y radical, silencio ante la crisis económica galopante que empobrece a los españoles... ¡Menudo porvenir le espera a una Corona que no se preocupa de los dueños de la misma!
Comentarios: