El periodista Pablo Sebastián, como muchos otros analistas, explica el demencial giro que está dando el sanchismo hacia la represión y la destrucción de lo que queda de democracia en España afirmando que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez "está mentalmente enfermo". Dice que así lo ha reconocido él mismo al tomarse cinco días de vacaciones porque necesitaba ‘parar y reflexionar, o cuando el pasado martes, en la cadena Ser, declaró que había estado ‘mal’.
Sebastián continúa: "Y si Sánchez está mal, o lo estuvo en los pasados días, existe el riesgo de una recaída que nadie debe descartar. Una posibilidad que tiene en vilo a su Gobierno y al PSOE, partido que estuvo a punto de quedarse sin líder y sin presidente del Gobierno de manera inesperada".
Y concluye: "En todo caso, si Sánchez, como parece, tiene o ha tenido mal sus facultades mentales, debe abandonar la presidencia del Gobierno, acudir a un hospital o tomarse unos meses más de vacaciones hasta que los médicos psiquiatras (le recomendamos al prestigioso Luis Rojas Marcos de Nueva York) le den el alta para que pueda volver con plena estabilidad emocional al ejercicio del poder.
Es cierto que hasta el diario gubernamental El País reconoció en un editorial la gravedad de tan anómala situación diciendo que, tras el amago de fuga de Sánchez, el PSOE tiene que comenzar a reflexionar y actuar sobre una posible sucesión del secretario general. En el subtítulo del editorial El País escribe: ‘La inédita reflexión privada de Pedro Sánchez obliga al partido a comenzar el debate sobre un futuro sin su liderazgo’.
El problema de Sánchez se convierte en drama y en serio peligro para todos los españoles cuando Sánchez pretende automedicarse y decide pedir la compasión del Gobierno y su partido y luego culpar de su deterioro político y mental a la oposición, a los jueces y a los medios de comunicación, dando prueba de su desvarío.
España atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia moderna y el peor desde la muerte de Franco, con toda seguridad, porque tiene al frente del gobierno a un tipo descontrolado y peligroso, probablemente desequilibrado y completamente impredecible.
El drama se agrava porque todos temen al dictador Sánchez y nadie se atreve a plantarle cara, ni siquiera las instituciones que fueron creadas para defender la patria en caso de peligro, como la Corona, las Fuerzas Armadas, la Justicia y el Parlamento. El aprendiz de tirano avanza hacia la tiranía dominándolos a todos y utilizando a la sociedad española como rehén y laboratorio de experimentación.
El miedo a Sánchez crece y ya es un obstáculo serio para el progreso de la nación. Sánchez, sus impuestos abusivos y sus neuronas dañadas crean miedo en las empresas, en los inversores, entre los aliados internacionales de España y en los grandes foros mundiales. En la Unión Europea hay ya muchos países que consideran a España de Sánchez como un foco problemático y peligroso.
España no tiene necesidad alguna de controlar y reprimir a sus jueces y periodistas, pero sí debe controlar, vigilar y curar al propio presidente del gobierno, al que el poder, la ambición y el desorden mental han convertido en un auténtico peligro.
Francisco Rubiales
Sebastián continúa: "Y si Sánchez está mal, o lo estuvo en los pasados días, existe el riesgo de una recaída que nadie debe descartar. Una posibilidad que tiene en vilo a su Gobierno y al PSOE, partido que estuvo a punto de quedarse sin líder y sin presidente del Gobierno de manera inesperada".
Y concluye: "En todo caso, si Sánchez, como parece, tiene o ha tenido mal sus facultades mentales, debe abandonar la presidencia del Gobierno, acudir a un hospital o tomarse unos meses más de vacaciones hasta que los médicos psiquiatras (le recomendamos al prestigioso Luis Rojas Marcos de Nueva York) le den el alta para que pueda volver con plena estabilidad emocional al ejercicio del poder.
Es cierto que hasta el diario gubernamental El País reconoció en un editorial la gravedad de tan anómala situación diciendo que, tras el amago de fuga de Sánchez, el PSOE tiene que comenzar a reflexionar y actuar sobre una posible sucesión del secretario general. En el subtítulo del editorial El País escribe: ‘La inédita reflexión privada de Pedro Sánchez obliga al partido a comenzar el debate sobre un futuro sin su liderazgo’.
El problema de Sánchez se convierte en drama y en serio peligro para todos los españoles cuando Sánchez pretende automedicarse y decide pedir la compasión del Gobierno y su partido y luego culpar de su deterioro político y mental a la oposición, a los jueces y a los medios de comunicación, dando prueba de su desvarío.
España atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia moderna y el peor desde la muerte de Franco, con toda seguridad, porque tiene al frente del gobierno a un tipo descontrolado y peligroso, probablemente desequilibrado y completamente impredecible.
El drama se agrava porque todos temen al dictador Sánchez y nadie se atreve a plantarle cara, ni siquiera las instituciones que fueron creadas para defender la patria en caso de peligro, como la Corona, las Fuerzas Armadas, la Justicia y el Parlamento. El aprendiz de tirano avanza hacia la tiranía dominándolos a todos y utilizando a la sociedad española como rehén y laboratorio de experimentación.
El miedo a Sánchez crece y ya es un obstáculo serio para el progreso de la nación. Sánchez, sus impuestos abusivos y sus neuronas dañadas crean miedo en las empresas, en los inversores, entre los aliados internacionales de España y en los grandes foros mundiales. En la Unión Europea hay ya muchos países que consideran a España de Sánchez como un foco problemático y peligroso.
España no tiene necesidad alguna de controlar y reprimir a sus jueces y periodistas, pero sí debe controlar, vigilar y curar al propio presidente del gobierno, al que el poder, la ambición y el desorden mental han convertido en un auténtico peligro.
Francisco Rubiales