El PP de Casado parece haberse dado cuenta del enorme error que representa el robo a la ciudadanía a través de los impuestos, que contrariamente a lo que se dice no los pagan los ricos, sino los empleados, los autónomos, los profesionales y las clases medias.
Por fin el PP ha elegido la reducción de impuestos y la eliminación de los más brutales e injustos como la gran bandera que le conducirá hasta la Moncloa. Ha descubierto que la obsesión de la izquierda por exprimir y saquear a los ciudadanos en estos tiempo de pandemia, pobreza y sufrimiento constituye un error demasiado grande, que puede costarle el poder.
Subir los impuestos cuando el resto de los países los baja es absurdo, contraproducente y estúpido, además de un inmenso error y una ofensa cruel al atribulado ciudadano.
Sin duda alguna, el PP esta vez ha acertado y la izquierda, víctima de su arrogancia y despreció a la ciudadanía, se ha equivocado y ha convertido su despreciable voracidad fiscal en el punto débil por el que puede ser abatida.
Hay impuestos en España que provocan enormes oleadas de rechazo pulular. Quizás el más odiado sea el de Sucesiones, el que grava las herencias, un tributo que el pueblo ha bautizado como "el robo de herencias", tan injusto e impopular que está en retroceso en todo el mundo, menos en España, donde los socialistas, atiborrados de soberbia y arrogancia, quieren imponerlo en todo el territorio y ampliarlo.
La derecha española, casi tan mendaz y corrupta como la izquierda, alardea que ha eliminado ese impuesto en algunas autonomías, pero miente porque sólo lo ha bonificado al 99 por ciento y únicamente a los familiares directos, manteniendo en el expolio a tíos, sobrinos, primos y demás parientes.
Pero el robo de herencias no es el único impuesto injusto, cruel y contraproducente en España, el único país de Europa que mantiene el Impuesto al Patrimonio, otra brutalidad confiscatoria que solo defiende la insaciable izquierda española, llena de codicia e insensibilidad.
La derecha española quiere recuperar, al menos en parte, las raíces liberales que ha abandonado en su camino y, en consecuencia, quiere bajar los impuestos y cumplir aquella sabia sentencia de que el dinero donde es más rentable y productivo es en el bolsillo de los ciudadanos.
Esa batalla en torno a la fiscalidad va a ser crucial y será la tumba de una izquierda que se ha vuelto demasiado codiciosa, voraz y esquilmadora.
En Castilla León, el gobierno del PP acaba de anunciar que suprimirá el impuesto de Sucesiones, todo un símbolo del nuevo rumbo porque ese impuesto, el que roba las herencias, es el mas odiado por una ciudadanía que ya está harta de soportar a la drones en el poder.
Francisco Rubiales
Por fin el PP ha elegido la reducción de impuestos y la eliminación de los más brutales e injustos como la gran bandera que le conducirá hasta la Moncloa. Ha descubierto que la obsesión de la izquierda por exprimir y saquear a los ciudadanos en estos tiempo de pandemia, pobreza y sufrimiento constituye un error demasiado grande, que puede costarle el poder.
Subir los impuestos cuando el resto de los países los baja es absurdo, contraproducente y estúpido, además de un inmenso error y una ofensa cruel al atribulado ciudadano.
Sin duda alguna, el PP esta vez ha acertado y la izquierda, víctima de su arrogancia y despreció a la ciudadanía, se ha equivocado y ha convertido su despreciable voracidad fiscal en el punto débil por el que puede ser abatida.
Hay impuestos en España que provocan enormes oleadas de rechazo pulular. Quizás el más odiado sea el de Sucesiones, el que grava las herencias, un tributo que el pueblo ha bautizado como "el robo de herencias", tan injusto e impopular que está en retroceso en todo el mundo, menos en España, donde los socialistas, atiborrados de soberbia y arrogancia, quieren imponerlo en todo el territorio y ampliarlo.
La derecha española, casi tan mendaz y corrupta como la izquierda, alardea que ha eliminado ese impuesto en algunas autonomías, pero miente porque sólo lo ha bonificado al 99 por ciento y únicamente a los familiares directos, manteniendo en el expolio a tíos, sobrinos, primos y demás parientes.
Pero el robo de herencias no es el único impuesto injusto, cruel y contraproducente en España, el único país de Europa que mantiene el Impuesto al Patrimonio, otra brutalidad confiscatoria que solo defiende la insaciable izquierda española, llena de codicia e insensibilidad.
La derecha española quiere recuperar, al menos en parte, las raíces liberales que ha abandonado en su camino y, en consecuencia, quiere bajar los impuestos y cumplir aquella sabia sentencia de que el dinero donde es más rentable y productivo es en el bolsillo de los ciudadanos.
Esa batalla en torno a la fiscalidad va a ser crucial y será la tumba de una izquierda que se ha vuelto demasiado codiciosa, voraz y esquilmadora.
En Castilla León, el gobierno del PP acaba de anunciar que suprimirá el impuesto de Sucesiones, todo un símbolo del nuevo rumbo porque ese impuesto, el que roba las herencias, es el mas odiado por una ciudadanía que ya está harta de soportar a la drones en el poder.
Francisco Rubiales