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La rebelión de los gestores está liquidando la democracia y la economía mundial





José Ignacio Goirigolzarri, consejero delegado del BBVA, segundo banco de España, se prejubila cargado de oro. En tiempos de crisis, cobrará una indecente pensión de más de tres millones de euros anuales los próximos diez años, hasta que cumpla los 65. Entonces le esperan otros 52.5 millones de euros que el banco tiene reservados para su jubilación.

Lo que ha hecho el BBVA es justo o que critica con dureza el G-20, secundado por un enjambre de políticos en todo el mundo. Ante los sueldos, indemnizaciones y pensiones obscenas que cobran los banqueros y la consiguiente indignación de los ciudadanos, muchos de ellos arrojados a la pobreza por la crisis, dicen los políticos que las reglas básicas del capitalismo, según las cuales son los propietarios de las empresas (accionistas) los que deben mandar, están siendo burladas en la banca, donde los altos gestores han tomado el poder y adoptan decisiones, entre ellas la adjudicación de sueldos, pensiones e indemnizaciones estratosféricas, sin que los accionistas estén de acuerdo. Aseguran los políticos que los criterios de los accionistas deben prevalecer y que los sueldos y privilegios de los banqueros deben ser controlados y limitados.

Nadie sabe si la arremetida de los políticos contra los banqueros multimillonarios la hacen por principios o por envidia. La razón y el análisis impulsan a creer que debe ser por envidia, ya que ellos han hecho exactamente lo mismo que los banqueros con la democracia, que es la empresa de todos, fundada por los ciudadanos (accionistas), a los que han los políticos han desplazado del poder y excluído de todo el proceso de toma de decisones, adoptando medidas, entre ellas los múltiples privilegios, las autosubidas de sueldos y las pensiones de lujo, que los ciudadanos-accionistas desaprueban. Porque no les conviene saberlo, los políticos ignoran, de manera consciente, que los ciudadanos soberanos también exigen que sus poderes y privilegios sean controlados y limitados.

La crisis ha puesto sobre el tapete toda una sucia paradoja del poder: los políticos critican a los banqueros por hacer lo mismo que ellos han hecho antes.

La rebelión de los gestores contra los propietarios, tanto en la banca como en la política, además de constituir un delito contra los derechos de la propiedad y una violación de las leyes y de las reglas del juego pactadas, está arruinando nuestro mundo, especialmente en los tres pilares básicos que lo sostienen:

La política queda envilecida por el asalto al poder de los políticos, en contra de los dueños y soberanos del sistema, que son los ciudadanos.
La economía está siendo esquilmada por los gestores, que han aplastado los derechos de los propietarios y que, imitando a los políticos, han tomado el poder en las grandes empresas.
Los valores, empezando por la honradez y siguiendo por la igualdad, la justicia y el respeto, están siendo violados desde la cúspide, generando una corriente de podredumbre que parte de las élites y contamina a todos los sectores de la sociedad.
Para solucionar esta degeneración, cuyos principales culpables son los gestores políticos y económicos, son necesarias grandes y drásticas medidas, todas traumáticas, empezando por la restitución del poder a sus dueños naturales, que son los ciudadanos y los accionistas, medida a la que debe seguir la destitución y castigo de los que han violado las reglas y nos han robado nuestros derechos.



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Miércoles, 30 de Septiembre 2009
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