Información y Opinión

La rebelión de la gente decente (L)



La mejor manera de entender la victoria de Fratelli y de Meloni en Italia es como “la rebelión de la gente decente”. Maltratados durante décadas por las izquierdas y las derechas contaminadas de marxismo, los italianos decentes por fin han reaccionado. Pronto les seguirá el resto de los europeos, también maltratados y llenos de indignación.

Lo ocurrido en Italia no es un cambio de gobierno sino toda una rebelión de oprimidos y maltratados contra los nuevos amos del mundo, los políticos falsos progresistas.
---



La última gran esperanza
Los europeos empiezan a darse cuenta de como las izquierdas globalistas les han tomado el pelo durante décadas: suicidio energético, ciudades llenas de inmigrantes peligrosos sin ánimo de integrarse, mentiras y miedo esparcidos desde el poder, corrupción a chorros, abuso de poder, impuestos leoninos y abusivos y avance de la pobreza, la incultura y el desorden.

Los italianos, que suelen anticiparse al devenir, se han dado cuenta antes y han propinado a las izquierdas una derrota memorable, otorgando su confianza a lo que las izquierdas más abominan, a lo que llaman "ultraderecha", que no es otra cosa que una derecha auténtica, no contaminada de socialdemocracia y cobardía.

Los falsos progresistas de la izquierda han llegado demasiado lejos y han logrado cabrear a la ciudadanía. Los falsos progresistas son fanáticos irredentos que solo admiten en su mundo miope dos bandos: ellos y los fascistas. Gran parte de la vieja derecha se ha contaminado de marxismo cultural y de socialdemocracia, al mismo tiempo que sus líderes se transformaban en casta privilegiada de millonarios abarrotados de poder.

El pueblo italiano, harto de mentirosos y de nuevos señores poderosos e ineptos, han votado a lo que la izquierda más odia: a los que los corruptos llaman fascistas.

Todo eso se paga y parece que les ha llegado la hora de retroceder y hacer las maletas. El pueblo sabe ya que son farsantes y que son ellos los que han construido, desde el poder, el mundo que hoy vivimos, al borde de una tercera Guerra Mundial, enfrentado, sin valores, atribulado por la confusión, la inseguridad, la injusticia y el miedo.

Quien la hace la paga. esa es la ley inexorable de la vida y la Historia lo demuestra. Los farsantes tienen que escapar a toda prisa porque han fracasado.

Se han cargado la lealtad, el honor, la verdad, la limpieza, el servicio y la dignidad. Han asesinado a Dios y a la democracia y lo han sustituido todo por un Estado enorme y todopoderoso, dueño de la vida y de la muerte, que solo es de ellos y al que llaman hipócritamente "de bienestar", cuando los únicos que disfrutan del bienestar y la opulencia son ellos, los políticos y las élites mundiales que les sostienen con sus miles de millones.

Lo que ha ocurrido en Italia es un acto de justicia histórica que representa la mayor esperanza del mundo moderno desde la II Guerra Mundial y que pronto creará escuela y se expandirá por todo el planeta como una esperanza de cambio y liberación.

Sobre eso que llaman "ultraderecha", que no es otra cosa que una forma de conectar con los deseos y anhelos de los ciudadanos frustrados, recae ahora la gran responsabilidad de gobernar con justicia y decencia, sin caer en los abusos e iniquidades de la falsa progresía, sin impuestos abusivos, sin clientelismo mafioso para conservar el poder, sin beneficios y privilegios reservados a los amigos y socios, sin vía libre para la corrupción, sin caminos oscuros para hacerse millonarios con la política, sin canalladas y suciedades.

Si los nuevos elegidos fracasan, como desean los falsos "progres" subvencionados con todas sus fuerzas, el mundo sentirá una terrible orfandad y una decepción muy difícil de sobrellevar sin un estallido desesperado.

Francisco Rubiales



- -
Martes, 27 de Septiembre 2022
Artículo leído 2392 veces

También en esta sección: