Los experiencias de las últimas semanas con Marruecos, Chad y los amigos latinoamericanos, generalmente negativas, ofrecen a Zapatero y al socialismo español gobernante una oportunidad única para que reflexione, extraiga conclusiones y reoriente su política hacia el lado de la ética, los valores y los principios.
De una reflexión serena surgirá con claridad el criterio de que el antiamericanismo y el pragmatismo salvaje impuestos por Zapatero a la política interior y exterior de su gobierno le está llevando a la ruina y causando a España daños notables.
En política exterior, sustituir las alianza con democracias sólidas como Estados Unidos, Alemania, Francia y Gran Bretaña por amistades tan peligrosas como las de Fidel Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega y otros países totalitarios desprestigiados está resultando una “inversión” nefasta para los intereses de España, que pierde constantemente peso y solvencia en el escenario internacional.
Los nuevos “amigos” de la España de Zapatero, desde Marruecos a Venezuela, se transforman en fuentes de conflictos, hasta el punto de que España está hoy más directamente amenazada que nunca por el terrorismo islamista y al borde de una fractura en nuestra alianza natural y cultural con la Comunidad Iberoamericana de Naciones, que es el programa más importante y creativo de nuestra política exterior.
En política interna, la tendencia de Zapatero a cultivar amistades peligrosas, en este caso con nacionalistas catalanes y vascos que odian a España y que trabajan por la destrucción del Estado puede llevarnos a una tragedia, cuyos primeros pasos, plasmados en disgregación, insolidaridad y hasta odio entre distintas regiones españolas, ya son visibles.
Zapatero necesita recuperar con urgencia el concepto de “democracia” y convertirlo en la línea maestra de su política interna y externa. Los amigos de España deben ser demócratas y los principios que rijan nuestra política de alianzas deberá ser la democracia. Las experiencias están demostrando hasta la saciedad que aliarse con tiranos y firmar pactos de gobierno con nacionalistas descerebrados causa daños a España y envilece a los que firman esas alianzas indeseables.
Zapatero debería mostrar la generosidad que España necesita renunciando a pactar con gente situada en las antípoda ideológicas de una democracia y de una nación decente, aunque esa generosidad le llevara a perder las elecciones, cosa que dudo porque la sociedad española, cada día mas harta de renuncias, vilezas y traiciones, quiere recuperar los valores y principios que se han perdido inexplicablemente en democracia, un sistema ideado para la convivencia que, sin embargo, en España está generando desigualdad, inseguridad, injusticia y un peligroso desprestigio del sistema político y de los políticos profesionales que lo gestionan.
De una reflexión serena surgirá con claridad el criterio de que el antiamericanismo y el pragmatismo salvaje impuestos por Zapatero a la política interior y exterior de su gobierno le está llevando a la ruina y causando a España daños notables.
En política exterior, sustituir las alianza con democracias sólidas como Estados Unidos, Alemania, Francia y Gran Bretaña por amistades tan peligrosas como las de Fidel Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega y otros países totalitarios desprestigiados está resultando una “inversión” nefasta para los intereses de España, que pierde constantemente peso y solvencia en el escenario internacional.
Los nuevos “amigos” de la España de Zapatero, desde Marruecos a Venezuela, se transforman en fuentes de conflictos, hasta el punto de que España está hoy más directamente amenazada que nunca por el terrorismo islamista y al borde de una fractura en nuestra alianza natural y cultural con la Comunidad Iberoamericana de Naciones, que es el programa más importante y creativo de nuestra política exterior.
En política interna, la tendencia de Zapatero a cultivar amistades peligrosas, en este caso con nacionalistas catalanes y vascos que odian a España y que trabajan por la destrucción del Estado puede llevarnos a una tragedia, cuyos primeros pasos, plasmados en disgregación, insolidaridad y hasta odio entre distintas regiones españolas, ya son visibles.
Zapatero necesita recuperar con urgencia el concepto de “democracia” y convertirlo en la línea maestra de su política interna y externa. Los amigos de España deben ser demócratas y los principios que rijan nuestra política de alianzas deberá ser la democracia. Las experiencias están demostrando hasta la saciedad que aliarse con tiranos y firmar pactos de gobierno con nacionalistas descerebrados causa daños a España y envilece a los que firman esas alianzas indeseables.
Zapatero debería mostrar la generosidad que España necesita renunciando a pactar con gente situada en las antípoda ideológicas de una democracia y de una nación decente, aunque esa generosidad le llevara a perder las elecciones, cosa que dudo porque la sociedad española, cada día mas harta de renuncias, vilezas y traiciones, quiere recuperar los valores y principios que se han perdido inexplicablemente en democracia, un sistema ideado para la convivencia que, sin embargo, en España está generando desigualdad, inseguridad, injusticia y un peligroso desprestigio del sistema político y de los políticos profesionales que lo gestionan.