Información y Opinión

La orgía catalana del odio



La reciente aprobación en el Parlamento catalán de la ilegal ley del referéndum es el fruto de una de las orgías de odio más intensas y peligrosas desplegadas por un gobierno en la Europa moderna.

De todos los pecados, abusos y brutalidades cometidos por los políticos nacionalistas catalanes, el peor de todos no es intentar romper España, el desacato a las leyes, el incumplimiento de las sentencias de los altos tribunales o la prevaricación, sino haber recurrido al odio como palanca del independentismo y haberlo propagado de manera irresponsable, infectando a una parte importante de la sociedad y dañando la economía, la convivencia y la concordia.

Estas orgías del odio son altamente peligrosas porque muchas veces se escapan de las manos y culminan en enfrentamientos y luchas civiles que pueden incluir derramamiento de sangre.
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España asiste estupefacta a la orgía de odio desatada en Cataluña por la Generalitat y los partidos nacionalistas, cuyo objetivo final es que el odio estalle en tumultos, rebeliones y, si fuera posible, violencia y hasta sangre. Es obvio que la única salida de los independentistas fanáticos, que avanzan contra las leyes y la Constitución, es una revuelta popular con mártires y sangre redentora.

El gobierno de España y los partidos constitucionalistas emplean, sobre todo, argumentos jurídicos y esgrimen la Constitución y las leyes contra el independentismo, pero nadie parece haberse dado cuenta que lo más grave que han hecho los independentistas es haber infectado la sociedad con el virus del odio, una enfermedad que mata y que en mas de una ocasión ha desatado guerras y exterminios.

El odio ciega, sobre todo a los que lo promueven, que parecen haber olvidado los terribles efectos que el odio causó en la Rusia de los zares, en la Alemania nazi, en la guerra civil española, en la guerra civil balcánica, que enfrentó a Serbia, Croacia y Bosnia, y en otros muchos dramas de la Humanidad.

El odio catalán se ha manifestado en tergiversaciones de la Historia, mentiras del poder, uso político del dinero del contribuyente, favoritismo para los más radicales nacionalistas, irrespeto a la igualdad de oportunidades, programas de enseñanza con el virus del odio incluidos, marginación de los comercios y empresas que utilizan el idioma español, boicots a productos españoles, quemas de banderas, pitadas al himno nacional, gritos en los estadios, insultos, problemas para los no nacionalistas y muchas otras manifestaciones que envenenan la convivencia y generan, por si mismas, mas odio.

Como consecuencia de esa política de enfrentamiento, los delitos de odio se han disparado un 147 por ciento en España, sobre todo en Cataluña. El último episodio fue el de Rosa, una independentista fanatizada que deseó públicamente "violaciones colectivas" a la dirigente de Ciudadanos, Ines Arrimadas.

Esa enorme peligrosidad del odio exige que sea frenado lo antes posible, antes de que empiece a matarnos.

En un artículo recién publicado en El Independiente, la curtida periodista Victoria Prego afirmaba que los independentistas buscan víctimas en las calles.

El odio ha sido y es la esencia del independentismo catalán. La labor de los nacionalistas se ha concentrado, desde hace décadas, en promover el odio contra todo lo que huela a España, Ellos fueron los que empezaron a boicotear los productos españoles, a tergiversar la Historia, a financiar medios de comunicación propagadores del sentimiento antiespañol, a mentir y a acusar a los españoles de explotar a Cataluña y robarles. El lema "España nos roba", estimulado desde el gobierno y propagado por todos los ámbitos y canales dominados por los nacionalistas, incluyendo medios de comunicación, escuelas y asociaciones de todo tipo, tuvo éxito y desató riadas de odio irresponsable y nocivo para la convivencia y la concordia.

Esa propagación irresponsable y peligrosa del odio, que ni siquiera se frenó a la hora de contaminar a los niños, es el mayor delito cometido por Pujol, Artur Mas, Puigdemont y sus acólitos nacionalistas, aunque ese delito, lamentablemente, no esté suficientemente castigado como delito del poder.

Ese odio tiene que ser frenado antes de que empiece a matarnos. Ese peligro de muerte que encierra el odio es el principal argumento para intervenir en Cataluña y erradicar ese letal peligro y mortal amenaza. Más que cualquier otro de los que se esgrimen contra el nacionalismo depredador.

Francisco Rubiales


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Jueves, 7 de Septiembre 2017
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