Los rusos han aprendido la lección y, conscientes de que perdieron la Guerra Fría porque les tocó jugar el papel de totalitarios y malos, hoy quieren ganar la Segunda Guerra Fría, en la que juegan el papel de buenos y decentes frente a un Occidente corrupto y decadente.
Vladimir Putin quiere devolver a Rusia la condición de gran potencia y contrapunto del Occidente corrompido que capitanean los Estados Unidos. Quiere que el mundo vuelva a ser dual y que Rusia se alce ante el mundo como un paraíso de valores y de respeto a la persona frente a un Occidente infectado de corrupción y víctima de un proceso donde la falsa democracia, la cobardía y la degeneración de las élites políticas y empresariales que controlan el poder están generando decepción entre los ciudadanos y un gran deseo de valores y principios éticos.
Existen opiniones publicadas del analista político Patrick J. Buchanan, que fue consejero de los presidentes estadounidenses Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, en las que pone en duda que esta vez Dios esté con los occidentales y parece inclinarse del lado de Putin y de su lucha por los valores frente a un Occidente demasiado corrompido y alejado de la democracia y la decencia.
La cruzada de Putin, cuyo núcleo es la resurrección de la Rusia cristiana, conecta con viejas profecías que presentan la conversión de Rusia y su papel moral como claves para evitar el gran desastre del Armaguedon. Algunos afirman que ese papel clave de Rusia para salvar al mundo es también una de los secretos revelados en Fátima por la Virgen, mantenido oculto por la Iglesia hasta hoy.
Buchanan alude a un discurso presidencial de Putin ante la Asamblea Federal, el año pasado, en el que el líder ruso hablaba de la oposición rusa al decadente Occidente. “Muchos países europeos se han desviado de sus raíces, incluyendo los valores cristianos; los matrimonios entre personas del mismo sexo están al mismo nivel que las familias numerosas, así como la fe en Dios y la adoración de Satanás, ese es el camino a la degradación”, dijo Putin.
Putin, que sabe que hay grandes masas en Occidente que se oponen a la deriva política, moral y cultural impuesta por sus gobiernos y que no están dispuestas a permanecer quietas ante la degradación de la convivencia, los "crímenes morales", la debilidad frente a la invasión musulmana, el hundimiento de los viejos valores y el acoso a una cultura de raíces cristianas que defiende la vida frente a la cultura del nihilismo y de la muerte, quiere convertirse en el líder de la renovación moral del mundo y de una especie de regeneración basada mas en los principios y valores que en la política.
Afirma Buchanan que Putin cree que “es Rusia la que está del lado de Dios, mientras que Occidente es Gomorra” y que a pesar de la ola de críticas por parte de líderes occidentales, Putin sabe exactamente lo que está haciendo y que sus afirmaciones sobre valores morales “tienen un linaje venerable”.
Putin, que al parecer tiene conocimientos esotéricos y es aficionado a las viejas profecías, cree que Moscú es la nueva Roma, en realidad la tercera, ya que la primera fue la capital del Imperio Romano y la segunda Constantinopla. Y también está convencido de que la hegemonía mundial no se ganará en el siglo XXI con misiles balísticos sino con ideas y valores morales.
Buchanan opina que Putin ha elegido sabiamente esa vía moral para lograr la hegemonía y que es probable que esa competencia por el poder mundial tenga en estos tiempos mas contenidos ideológicos y morales que económicos y políticos. A favor de Rusia juega también el hecho de que la mayoría de los ciudadanos del mundo se sentían mas a gusto en un mundo bipolar, donde dos conceptos diferentes se enfrentaban entre sí y ambos bandos se esforzaban por ser el mejor y mas atractivo, que en el actual mundo unipolar, donde los estados se sienten menos soberanos y mas vasallos de quien tiene el poder y la hegemonía de Occidente impone, sin oposición, una concepción del mundo injusta, desequilibrada, escasamente democrática y a veces nauseabunda por sus conexiones con el vicio y la corrupción.
Putin, sorprendentemente, se ha colocado al lado de la Iglesia Católica e incluye en sus discursos referencias claras a las ideas de Juan Pablo II, cuya encíclica Evangelium Vitae incluye duras críticas a Occidente por adoptar una "cultura de la muerte" que conduce a la perdición.
El dirigente ruso sabe perfectamente que mucha gente en Occidente hasta se avergüenza ya de hablar de religión y que la degradación ha llegado a extremos inauditos, como el que algunos partidos políticos minoritarios propongan la legalidad de la pedofilia.
Putin coincide con una gran parte de los católicos al creer que Occidente ha asesinado el núcleo de valores demasiado importantes, sustituyendo los valores cristianos por los promovidos por Hollywood, abriendo las puertas a la pornografía, la homosexualidad, el feminismo, el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia y la devaluación de la fe en el Dios supremo.
Los términos de la nueva guerra ya están claros para Putín, que parece bien asesorado por intelectuales, investigadores, politólogos y por la misma Iglesia ortodoxa rusa: Occidente avanza hacia una visión pagana del mundo, mientras Rusia defiende los valores cristianos.
Rusia está realizando grandes esfuerzos por restar aliados occidentales a Estados Unidos y posicionarse como gran potencia. El pasado 15 de noviembre, la canciller alemana Ángela Merkel y el presidente ruso, Vladimir Putin, pasaron cuatro horas hablando a solas, sin ni siquiera traductores, ya que Merkel habla ruso y Putin alemán. Las conversaciones tocaron asuntos como el pago de la energía rusa con euros, en lugar de dólares, posibles alianzas de la Unión Europea con los países BRICS y reparto de influencia en el este de Europa.
No sabemos quien ganará la nueva contienda, pero la gente libre, demócrata y adicta a los valores de Occidente, cansada de vulgaridad, corrupción, abuso de poder , mentiras y de la miseria moral de sus gobiernos y dirigentes políticos y financieros, siente una fuerte corriente de simpatía hacia las posiciones rusas y hacia cualquier liderazgo mundial que patrocine el retorno de los valores y la recuperación de las raíces que dieron personalidad e identidad a nuestro mundo.
Vladimir Putin quiere devolver a Rusia la condición de gran potencia y contrapunto del Occidente corrompido que capitanean los Estados Unidos. Quiere que el mundo vuelva a ser dual y que Rusia se alce ante el mundo como un paraíso de valores y de respeto a la persona frente a un Occidente infectado de corrupción y víctima de un proceso donde la falsa democracia, la cobardía y la degeneración de las élites políticas y empresariales que controlan el poder están generando decepción entre los ciudadanos y un gran deseo de valores y principios éticos.
Existen opiniones publicadas del analista político Patrick J. Buchanan, que fue consejero de los presidentes estadounidenses Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, en las que pone en duda que esta vez Dios esté con los occidentales y parece inclinarse del lado de Putin y de su lucha por los valores frente a un Occidente demasiado corrompido y alejado de la democracia y la decencia.
La cruzada de Putin, cuyo núcleo es la resurrección de la Rusia cristiana, conecta con viejas profecías que presentan la conversión de Rusia y su papel moral como claves para evitar el gran desastre del Armaguedon. Algunos afirman que ese papel clave de Rusia para salvar al mundo es también una de los secretos revelados en Fátima por la Virgen, mantenido oculto por la Iglesia hasta hoy.
Buchanan alude a un discurso presidencial de Putin ante la Asamblea Federal, el año pasado, en el que el líder ruso hablaba de la oposición rusa al decadente Occidente. “Muchos países europeos se han desviado de sus raíces, incluyendo los valores cristianos; los matrimonios entre personas del mismo sexo están al mismo nivel que las familias numerosas, así como la fe en Dios y la adoración de Satanás, ese es el camino a la degradación”, dijo Putin.
Putin, que sabe que hay grandes masas en Occidente que se oponen a la deriva política, moral y cultural impuesta por sus gobiernos y que no están dispuestas a permanecer quietas ante la degradación de la convivencia, los "crímenes morales", la debilidad frente a la invasión musulmana, el hundimiento de los viejos valores y el acoso a una cultura de raíces cristianas que defiende la vida frente a la cultura del nihilismo y de la muerte, quiere convertirse en el líder de la renovación moral del mundo y de una especie de regeneración basada mas en los principios y valores que en la política.
Afirma Buchanan que Putin cree que “es Rusia la que está del lado de Dios, mientras que Occidente es Gomorra” y que a pesar de la ola de críticas por parte de líderes occidentales, Putin sabe exactamente lo que está haciendo y que sus afirmaciones sobre valores morales “tienen un linaje venerable”.
Putin, que al parecer tiene conocimientos esotéricos y es aficionado a las viejas profecías, cree que Moscú es la nueva Roma, en realidad la tercera, ya que la primera fue la capital del Imperio Romano y la segunda Constantinopla. Y también está convencido de que la hegemonía mundial no se ganará en el siglo XXI con misiles balísticos sino con ideas y valores morales.
Buchanan opina que Putin ha elegido sabiamente esa vía moral para lograr la hegemonía y que es probable que esa competencia por el poder mundial tenga en estos tiempos mas contenidos ideológicos y morales que económicos y políticos. A favor de Rusia juega también el hecho de que la mayoría de los ciudadanos del mundo se sentían mas a gusto en un mundo bipolar, donde dos conceptos diferentes se enfrentaban entre sí y ambos bandos se esforzaban por ser el mejor y mas atractivo, que en el actual mundo unipolar, donde los estados se sienten menos soberanos y mas vasallos de quien tiene el poder y la hegemonía de Occidente impone, sin oposición, una concepción del mundo injusta, desequilibrada, escasamente democrática y a veces nauseabunda por sus conexiones con el vicio y la corrupción.
Putin, sorprendentemente, se ha colocado al lado de la Iglesia Católica e incluye en sus discursos referencias claras a las ideas de Juan Pablo II, cuya encíclica Evangelium Vitae incluye duras críticas a Occidente por adoptar una "cultura de la muerte" que conduce a la perdición.
El dirigente ruso sabe perfectamente que mucha gente en Occidente hasta se avergüenza ya de hablar de religión y que la degradación ha llegado a extremos inauditos, como el que algunos partidos políticos minoritarios propongan la legalidad de la pedofilia.
Putin coincide con una gran parte de los católicos al creer que Occidente ha asesinado el núcleo de valores demasiado importantes, sustituyendo los valores cristianos por los promovidos por Hollywood, abriendo las puertas a la pornografía, la homosexualidad, el feminismo, el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia y la devaluación de la fe en el Dios supremo.
Los términos de la nueva guerra ya están claros para Putín, que parece bien asesorado por intelectuales, investigadores, politólogos y por la misma Iglesia ortodoxa rusa: Occidente avanza hacia una visión pagana del mundo, mientras Rusia defiende los valores cristianos.
Rusia está realizando grandes esfuerzos por restar aliados occidentales a Estados Unidos y posicionarse como gran potencia. El pasado 15 de noviembre, la canciller alemana Ángela Merkel y el presidente ruso, Vladimir Putin, pasaron cuatro horas hablando a solas, sin ni siquiera traductores, ya que Merkel habla ruso y Putin alemán. Las conversaciones tocaron asuntos como el pago de la energía rusa con euros, en lugar de dólares, posibles alianzas de la Unión Europea con los países BRICS y reparto de influencia en el este de Europa.
No sabemos quien ganará la nueva contienda, pero la gente libre, demócrata y adicta a los valores de Occidente, cansada de vulgaridad, corrupción, abuso de poder , mentiras y de la miseria moral de sus gobiernos y dirigentes políticos y financieros, siente una fuerte corriente de simpatía hacia las posiciones rusas y hacia cualquier liderazgo mundial que patrocine el retorno de los valores y la recuperación de las raíces que dieron personalidad e identidad a nuestro mundo.