Información y Opinión

La nueva 'Revolución' francesa





En Francia están pasado cosas muy importantes para la política mundial y para la democracia. Los franceses están debatiendo en serio y quieren reformar una política mundialmente degradada, que asquea a los ciudadanos, y una democracia que sólo interesa ya a los políticos, que ha perdido la frescura y que, manipulada por los políticos profesionales, se está ganando a pulso el desprecio de los ciudadanos.

Francia se encuentra ya en plena campaña electoral y, una vez más, está revisando la política y abriendo nuevas rutas que, sin duda, marcarán el futuro. Aunque a muchos no nos guste el protagonismo gabacho, hay que reconocer que están políticamente vivos en una Europa de cadáveres y que son los únicos maestros de la política innovadora mundial, junto con Estados Unidos.

La candidata de la izquierda, Ségolène Royal, consciente del hastío del ciudadano por la conducta y gestión de los políticos, ha propuesto la revolucionaria idea de implantar unos «jurados populares» que califiquen y juzguen la labor de los cargos públicos. Se trata de toda una revolución en una política europea que cada día está más alejada de la ciudadanía y que ha sido degradada y maquillada para que sólo sirva a los intereses de los políticos, los nuevos amos, convertidos en burócratas alienados, expertos en cazar privilegios.

El de Ségolène es un intento de reconciliarse con un electorado que cada día está más "cabreado" y furioso ante el bochornoso espectáculo de una casta política profesionalizada cuyo principal objetivo no es ya el de servir a la ciudadanía con eficiencia, sino el más rastrero de mantenerse en el poder "como sea", incluso a costa de degenerar la democracia.

Por su parte, el candidato de la derecha, Nicolás Sarkozy, reconociendo también el divorcio existente entre política y ciudadanía, habla de "democracia irreprochable" y promete recolocar al ciudadano en el proceso de toma de decisiones, participando en el "destino común" de los franceses.

El debate francés es auténtico y brillantemente cívico. Las promesas de los políticos, ante el hastío y la decepción de los electores, son arriesgadas. El primer ministro Villepín reconoce ante "les enfants de Don Quixotte" (los hijos de Don Quijote) el derecho a exigir una vivienda digna ante los tribunales y promete nada menos que todos los franceses podrán acceder a un alojamiento digno en 2012.

La prensa española no está destacando la "revolución" francesa, quizás porque la política española, al ser comparada con la francesa, parece de tercera división, o porque a los políticos españoles les produciría vergüenza y desasosiego que los españoles lleguen a conocer lo que está pasando en Francia y se atrevan a comparar la tristeza profesionalizada de la política española, hecha a imagen y semejanza de los políticos y de espaldas al ciudadano, con los cambios ilusionantes que están impulsando los franceses para devolver la vida a este cadaver democrático que gobierna en Europa.

Al analizar lo que está ocurriendo en Francia, es lícito exclamar que toda semejanza de la degradada democracia española con la francesa ¡es puro ridículo!



Franky  
Lunes, 15 de Enero 2007
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