Ningún político español ha mentido más que Pedro Sánchez, que quizás sea también el mayor traidor de nuestra historia como pueblo
Un sistema corrupto tiene su principal valedor en la mentira. Se tiene que robar pero después decir que no se roba, se tiene que colocar a familiares y demás fauna afín a sueldo del Estado, pero luego hay que negarlo, se tiene que mentir con el déficit, con las cuentas de las entidades financieras y con las medidas que se toman y, como no, se necesitan altavoces bien pagados para que oculten las verdades que no convienen al poder y propaguen toda la mentira del régimen.
La peor corrupción es la mentira, que es también el gran atributo de los tiranos y de los asesinos de la democracia. La democracia tiene su alma en la verdad y por eso la mentira es su peor enemigo.
Algunos creemos que la verdad y la honestidad pueden vencer a la corrupción y a la mentira, Por eso luchamos contra un gobierno como el actual de Pedro Sánchez, que ha mentido desde el poder más que cualquier otro en nuestra historia y quizás más que todos los gobiernos juntos desde la dictadura de Primo de Rivera.
Algunos creen que robar es el gran signo de la corrupción, pero en realidad es la mentira, que es enemiga de la limpieza, la transparencia y la decencia. Los que mienten no pueden ser demócratas. Es metafísicamente imposible, lo que nos permite señalar tranquilamente a un tipo como Pedro Sánchez, campeón de la mentira, para decirle con tranquilidad: "eres un corrupto".
La relación de Pedro Sánchez con la mentira es de profundo amor, casi idílica. Su condición de mentiroso empedernido lo aleja de la democracia y lo convierte en un político odioso para los demócratas porque la democracia, sin la verdad, no puede existir. Sánchez dijo que nunca pactaría con los independentistas y pactó, que convocaría inmediatamente elecciones, después de la moción de censura, y se mantuvo en el poder, sin convocarlas, todo lo que pudo, y dijo también que los que plagian deben dimitir, lo que el no hizo cuando España descubrió que su tesis doctoral, además de mediocre, fue un intenso y vergonzoso plagio.
Aunque el filósofo Kant creía que "mentir es absolutamente malo", sin excusas, algunos gobiernos han defendido que a veces es necesario mentir por razones de alta seguridad. Para algunos gobiernos, la mentira puede ser un recurso estratégico que utilizan en su política exterior, siempre con excepcionalidad y cautela, pero para otros, como es el caso de España, la mentira es cotidiana, frívola y escandalosamente sucia, un vulgar recurso para controlar el poder.
Cuando Pedro Sánchez afirmo que "no pactaría con independentistas" y después lo hizo, mintió con descaro y esa mentira ni es democrática, ni leal, ni decente, ni humanamente perdonable. En cualquier sistema decente obligaría a dimitir, pero España, por lo visto, ni es decente, ni tiene un sistema de poder, sino una simple ocupación de las instituciones por el más fuerte, osado y hábil.
Igualmente rastrera fue su mentira "Ni antes ni después pactaremos con el populismo, el final del populismo es la Venezuela de Chávez". Y después ha pactado con los populistas de la Venezuela de Chávez y de Maduro. Sanchez, como cualquier enfermo de arrogancia y del síndrome de Hybris, la enfermedad del poder, es un ser tan carente de ética y principios que ni siquiera es capaz de sentir que miente y que la mentira es mala.
Conozco a media docena de psicólogos que afirman, sin ningún género de duda, que Sánchez padece la enfermedad del poder de manera extremadamente grave.
La definición de Pedro Sánchez que hace Jesús Cacho en su artículo, recientemente publicado en Vozpopuli, es estremecedora:
"Es un majadero integral, impostado hasta el ademán, necio hasta para posar, falso hasta para fingir. Mal pertrechado para el cara a cara, su carácter rebela la edad mental de un niño de primaria que se enfada a las primeras de cambio y protesta cuando le quitan el juguete, le cantan las cuarenta o simplemente le llevan la contraria. Un tipo irascible que tuerce el gesto y pierde los nervios a la menor contrariedad. Un fatuo fascinado por la arboladura de un físico que corona una cabeza vacía de contenido. Un cero a la izquierda intelectualmente hablando. Una ambición de poder sin límites y sin ideología conocida. Un peligro, desde cualquier punto de vista, como presidente del Gobierno."
El matrimonio del actual gobierno con la prensa sometida al poder y su afición por la censura demuestran su enemistad con la verdad y con la democracia, un sistema que exige un rígido culto a la verdad y a la transparencia que en la España actual, reino de la mentira y del engaño, no existe.
Francisco Rubiales
La peor corrupción es la mentira, que es también el gran atributo de los tiranos y de los asesinos de la democracia. La democracia tiene su alma en la verdad y por eso la mentira es su peor enemigo.
Algunos creemos que la verdad y la honestidad pueden vencer a la corrupción y a la mentira, Por eso luchamos contra un gobierno como el actual de Pedro Sánchez, que ha mentido desde el poder más que cualquier otro en nuestra historia y quizás más que todos los gobiernos juntos desde la dictadura de Primo de Rivera.
Algunos creen que robar es el gran signo de la corrupción, pero en realidad es la mentira, que es enemiga de la limpieza, la transparencia y la decencia. Los que mienten no pueden ser demócratas. Es metafísicamente imposible, lo que nos permite señalar tranquilamente a un tipo como Pedro Sánchez, campeón de la mentira, para decirle con tranquilidad: "eres un corrupto".
La relación de Pedro Sánchez con la mentira es de profundo amor, casi idílica. Su condición de mentiroso empedernido lo aleja de la democracia y lo convierte en un político odioso para los demócratas porque la democracia, sin la verdad, no puede existir. Sánchez dijo que nunca pactaría con los independentistas y pactó, que convocaría inmediatamente elecciones, después de la moción de censura, y se mantuvo en el poder, sin convocarlas, todo lo que pudo, y dijo también que los que plagian deben dimitir, lo que el no hizo cuando España descubrió que su tesis doctoral, además de mediocre, fue un intenso y vergonzoso plagio.
Aunque el filósofo Kant creía que "mentir es absolutamente malo", sin excusas, algunos gobiernos han defendido que a veces es necesario mentir por razones de alta seguridad. Para algunos gobiernos, la mentira puede ser un recurso estratégico que utilizan en su política exterior, siempre con excepcionalidad y cautela, pero para otros, como es el caso de España, la mentira es cotidiana, frívola y escandalosamente sucia, un vulgar recurso para controlar el poder.
Cuando Pedro Sánchez afirmo que "no pactaría con independentistas" y después lo hizo, mintió con descaro y esa mentira ni es democrática, ni leal, ni decente, ni humanamente perdonable. En cualquier sistema decente obligaría a dimitir, pero España, por lo visto, ni es decente, ni tiene un sistema de poder, sino una simple ocupación de las instituciones por el más fuerte, osado y hábil.
Igualmente rastrera fue su mentira "Ni antes ni después pactaremos con el populismo, el final del populismo es la Venezuela de Chávez". Y después ha pactado con los populistas de la Venezuela de Chávez y de Maduro. Sanchez, como cualquier enfermo de arrogancia y del síndrome de Hybris, la enfermedad del poder, es un ser tan carente de ética y principios que ni siquiera es capaz de sentir que miente y que la mentira es mala.
Conozco a media docena de psicólogos que afirman, sin ningún género de duda, que Sánchez padece la enfermedad del poder de manera extremadamente grave.
La definición de Pedro Sánchez que hace Jesús Cacho en su artículo, recientemente publicado en Vozpopuli, es estremecedora:
"Es un majadero integral, impostado hasta el ademán, necio hasta para posar, falso hasta para fingir. Mal pertrechado para el cara a cara, su carácter rebela la edad mental de un niño de primaria que se enfada a las primeras de cambio y protesta cuando le quitan el juguete, le cantan las cuarenta o simplemente le llevan la contraria. Un tipo irascible que tuerce el gesto y pierde los nervios a la menor contrariedad. Un fatuo fascinado por la arboladura de un físico que corona una cabeza vacía de contenido. Un cero a la izquierda intelectualmente hablando. Una ambición de poder sin límites y sin ideología conocida. Un peligro, desde cualquier punto de vista, como presidente del Gobierno."
El matrimonio del actual gobierno con la prensa sometida al poder y su afición por la censura demuestran su enemistad con la verdad y con la democracia, un sistema que exige un rígido culto a la verdad y a la transparencia que en la España actual, reino de la mentira y del engaño, no existe.
Francisco Rubiales