Información y Opinión

La maravillosa “Desobediencia Civil”



El derecho ciudadano a desobedecer a los gobiernos inicuos es sagrado y está ya reconocido en los países verdaderamente libres y decentes, aunque en las tiranías y democracias degeneradas los desobedientes sean marginados, perseguidos o castigados, muchos de ellos incluso con el asesinato.

La España del presente, gobernada por el "sanchismo", que es una degradación del ya perverso socialismo, a pesar de que en teoría es una democracia, persigue, acosa y castiga a los que desobedecen al poder e incluso a los que piensan distinto.

La “desobediencia civil” es el arma revolucionaria de los demócratas y de las personas decentes. Es un arma pacífica y serena, pero cien veces más poderosa que la violencia y la sangre. Ghandi ganó la batalla al Imperio Británico en la India con la desobediencia civil. Frente a ella, los déspotas y tiranos tiemblan y siempre terminan derrotados.

Sirve para combatir y derrotar a los opresores y a los gobiernos abusivos, inspiró a Ghandi, Martin Luther Kong y a muchos luchadores demócratas y es el terror de los tiranos.
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Thoreau fue el gran modelo de disidente irreductible y defensor de la libertad frente a los gobiernos inicuos
Henry David Thoreau es el padre de la desobediencia civil, cuyo termino acuñó. Su lucha fue contra el pago de impuestos injustos, pero su desobediencia al poder inicuo sirve también para combatir la injusticia, el abuso y a todo tipo de déspotas y canallas con poder.

A Thoreau y a todos los luchadores pacíficos contra los gobiernos indecentes les corresponde un homenaje por habernos enseñado el camino para derrocar a corruptos, canallas y tiranos.

El mundo vive una época donde proliferan los gobernantes miserables y enemigos de sus pueblos. Es ésta una etapa en la que la "desobediencia civil" es más necesaria que nunca.

Muchos gobiernos, entre ellos el que padece hoy España, al frente del cual está el inquietante Pedro Sánchez, se creen con derecho a hacer lo que quieran cuando son elegidos. Esa concepción de la democracia es brutal y bastarda. Las repúblicas y monarquías más miserables afirman que representan la voluntad del pueblo, pero lo cierto es que sólo respetan el interés de la minoría más influyente, utilizando la fuerza para neutralizar cualquier objeción o disidencia. No hay razones legítimas para obedecer a un gobierno injusto, pues la conciencia nos ordena primero ser hombres, individuos, conciencias libres y responsables, y sólo después, súbditos.

La proliferación de indeseables con poder político al frente de gobiernos que arruinan y envilecen a las naciones nos empuja a considerar aquello que dijo Thoreau: "¿Es la democracia, tal como la conocemos, el último logro posible en materia de gobierno? ¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Nunca podrá haber un Estado realmente libre e iluminado hasta que no reconozca al individuo como poder superior independiente del que derivan el que a él le cabe y su autoridad, y, en consecuencia, le dé el tratamiento correspondiente."

La anécdota es valiosa:

"Thoreau no hace retórica. No es un filósofo alejado de la realidad, que elabora mandatos desde su retiro, eludiendo la confrontación con la realidad, sino un hombre comprometido y consecuente con sus principios. El 24 o 25 de julio de 1846, el recaudador de impuestos local, Sam Staples, le exigió el pago de seis años atrasados. Thoreau se negó, afirmando que se negaba a colaborar con un gobierno que consentía la esclavitud y que se había embarcado en una guerra inmoral contra México. El escritor fue arrestado y pasó una noche entre rejas, pero alguien pagó de forma anónima la fianza, contrariando su voluntad. Circula la leyenda de que Ralph Waldo Emerson lo visitó durante su corto encierro, preguntándole qué hacía allí dentro. Supuestamente, Thoreau contestó: “¿Qué hace usted ahí fuera?”. Cuando dos años más tarde el Concord Lyceum invitó a Thoreau a impartir un ciclo de conferencias, escogió como título "Los derechos y los deberes del individuo en relación con el gobierno". Esas disertaciones serían el punto de partida del opúsculo "Del deber de la desobediencia civil", que inspiraría a figuras como Lev Tolstói, Mahatma Gandhi y Martin Luther King."

Francisco Rubiales


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Miércoles, 28 de Abril 2021
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