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La lluvia de ministros 'cuneros' es una burla a la democracia





Zapatero ha visto las luces rojas encendidas ante la próxima cita electoral y ha decidido enviar a sus ministros a encabezar las listas electorales en las provincias más reñidas, provocando rechazo entre los socialistas locales y una nueva sensación de frustración entre los demócratas, para los que esa lluvia de ministros, en su mayoría "cuneros", constituye otra burla de la verdadera democracia.

El aterrizaje de Rubalcaba en Cádiz, sustituyendo al gaditano Alfonso Perales, fallecido, está levantando ampollas y constituye todo un ejemplo de "aterrizaje cunero" desagradable y molesto. El tema seguro que tendrá reflejo en los carnavales y hay ya un conocido chirigotero que comenta que Rubalcaba tiene tanto que ver con la provincia como un elefante africano con el Polo Norte. Algo parecido ocurre con Bermejo en Murcia, la "Vice" María Teresa en Valencia o Moratinos en Córdoba.

"Es un error. La invasión de ministros cuneros que le va a costar cara al PSOE", me decía esta mañana un catedrático cordobés, en conversación telefónica.

La invasión de los ministros revela algo que ya todos sabemos: que lo único importante para el político es el poder y que hay que ganarlo como sea. Pero el verdadero daño a la democracia que causa esta oleada de ministros a la caza del voto es que el concepto mismo de la representación ciudadana queda traicionado ¿A quien será leal Rubalcaba, a los gaditanos que le votan o a Zapatero, que es quien le ha puesto en la cabecera de la lista gaditana? Sin duda a Zapatero. Los ciudadanos quedan, una vez más, marginados en esta democracia española de opereta.

La democracia española no contempla que los que resultan elegidos representen a sus electores, ni tengan una relación especial con ellos. Si se preguntara a los españoles los nombres de sus representantes en las Cortes, más de un 90 por ciento no sabrían responder. De hecho, la lealtad y el agradecimiento de los elegidos es para las élites de sus partidos, que son quienes en realidad les eligieron. Los ciudadanos, ante esas listas cerradas y bloqueadas que ningún experto en derecho político considera democráticas, tienen que limitarse a aceptarlas o a rechazarlas en bloque, sin poder elegir entre los nombres.

Cuando el elegido es un ministro, el concepto de representación queda todavía más mermado porque un ministro sirve al gobierno y tiene todo su tiempo dedicado a gestionar su parcela de poder. Es matemáticamente imposible que represente a sus electores, de los que, obviamente, se olvidará hasta que, nuevamente, aterrice en vísperas de las sigueintes elecciones para cosechar más votos.

"Cunero": La Real Academia de la Lengua ofrece cinco definiciones de cunero y la tercera reza así: "Dicho de un candidato o diputado a Cortes extraño al distrito y patrocinado por el Gobierno".

   
Miércoles, 21 de Noviembre 2007
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