El mayor problema de la España actual no es la corrupción, ni la baja calidad de la democracia, sino la falta de solvencia y solidez de sus partidos políticos, en especial de la izquierda, protagonista de una actitud cobarde, entreguista y abducida por los nacionalismos catalán y vasco.
La reciente moción de censura de Pedro Sánchez confirma ese entreguismo cobarde y antiespañol del PSOE al nacionalismo, al que acepta como aliado con tal de llegar a la Moncloa, un contubernio que repugna y exaspera a los españoles demócratas y decentes.
Los socialistas de la II República (Largo Caballero, Prieto, Negrín, Besteiro) eran claramente hostiles a los nacionalismos vasco y catalán. El estatuto de autonomía concedido por la República a Cataluña en 1934 era muy inferior en competencias al actual, mientras que el estatuto de autonomía vasco, concedido en 1936 para garantizarse la lealtad de las provincias vascas de Vizcaya y Guipuzcoa durante la guerra, concedido en 1936, era ridículo en comparación con el actual.
Entonces, ¿qué le ha pasado a la izquierda? ¿Cómo ha perdido sus valores ancestrales y se ha convertido en un instrumento dócil de la demagogia y del populismo? ¿Que le queda de decente a una izquierda "progre", representada ahora por el PSOE, Podemos e Izquierda Unida, que es capaz de unirse a la jauría nazi catalana, con tal de gobernar?
La lista de los que necesitan resetearse y someterse a purgas dramáticas en busca de la regeneración crece cada día y en el "paquete" de los desahuciados ya están el PP, el PSOE, Podemos, los nacionalismos antiespañoles y la marea de satélites populistas y nacionalistas, todos ellos imbuidos de un cóctel letal que combina ambición desmedida, incultura, irresponsabilidad, odio y un enfermizo culto al Estado que les incapacita para la libertad y la democracia.
Francisco Rubiales
La reciente moción de censura de Pedro Sánchez confirma ese entreguismo cobarde y antiespañol del PSOE al nacionalismo, al que acepta como aliado con tal de llegar a la Moncloa, un contubernio que repugna y exaspera a los españoles demócratas y decentes.
Los socialistas de la II República (Largo Caballero, Prieto, Negrín, Besteiro) eran claramente hostiles a los nacionalismos vasco y catalán. El estatuto de autonomía concedido por la República a Cataluña en 1934 era muy inferior en competencias al actual, mientras que el estatuto de autonomía vasco, concedido en 1936 para garantizarse la lealtad de las provincias vascas de Vizcaya y Guipuzcoa durante la guerra, concedido en 1936, era ridículo en comparación con el actual.
Entonces, ¿qué le ha pasado a la izquierda? ¿Cómo ha perdido sus valores ancestrales y se ha convertido en un instrumento dócil de la demagogia y del populismo? ¿Que le queda de decente a una izquierda "progre", representada ahora por el PSOE, Podemos e Izquierda Unida, que es capaz de unirse a la jauría nazi catalana, con tal de gobernar?
La lista de los que necesitan resetearse y someterse a purgas dramáticas en busca de la regeneración crece cada día y en el "paquete" de los desahuciados ya están el PP, el PSOE, Podemos, los nacionalismos antiespañoles y la marea de satélites populistas y nacionalistas, todos ellos imbuidos de un cóctel letal que combina ambición desmedida, incultura, irresponsabilidad, odio y un enfermizo culto al Estado que les incapacita para la libertad y la democracia.
Francisco Rubiales