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La intolerancia del PP con VOX da oxígeno al asfixiado Pedro Sánchez



La mayoría de la opinión pública y parte del electorado de derecha que votó al PP en las elecciones de mayo está indignado con la intolerancia del PP y su incapacidad para pactar con VOX nuevos gobiernos en autonomías y municipios. Esa indignación se traducirá en más votos para Pedro Sánchez el 23 de julio.

Si Sánchez, contra todo pronóstico, gana las elecciones generales de julio, el principal culpable será el PP, que no quiere entender que el bipartidismo ha muerto y que los ciudadanos quieren que se entienda con VOX para cambiar la política española.

Lo que ocurre en Extremadura con la dirigente del PP y candidata María Guardiola es un escándalo de alcance nacional y un jarro de agua fría sobre los millones de españoles que esperaban que culminara el cambio político votado por la mayoría de los españoles.
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Rajoy, un perdedor de triste recuerdo, parece reeencarnarse en Feijóo
El PP ha decidido echarle un pulso a VOX e ir a nuevas elecciones en Extremadura por intolerante, por no querer compartir gobierno con el partido que le proporciona la mayoría.

Ir a nuevas elecciones es una decisión que encierra un enorme riesgo para la derecha, que será penalizada por sus votantes, con toda seguridad, lo que implica el riesgo de que el PSOE continúe gobernando la región.

El fracaso de los pactos entre el PP y VOX para formar gobiernos beneficia al PSOE de Sánchez, al que proporciona oxígeno cuando se encontraba asfixiado y envuelto en la derrota.

Esa pugna entre la derecha suave y contaminada de socialdemocracia (PP) y la nueva derecha de VOX beneficia a Pedro Sánchez y constituye un riesgo enorme para el cambio de rumbo que España ha votado porque lo necesita.

Todo indica que se producirá una nueva votación en otoño, cuyo resultado es incierto porque no se sabe a quien penalizarán los extremeños por el fracaso, aunque lo más probable es que sea castigado el intransigente PP.

La decisión de María Guardiola cuenta con el aval de Feijóo, que muestra peligrosamente la misma debilidad y fragilidad de principios que exhibió el fracasado Rajoy en el pasado, comportamiento que mereció a su partido el calificativo de "derechita cobarde".

La clave de la ruptura no es la deferencia de criterio entre VOX y el PP sobre la violencia de género, sino el sueño del PP de acaparar en toda España los votos de la izquierda descontentos con el sanchismo. Los populares creen que su alianza con VOX le aleja de esa bolsa de votantes de izquierda y, en consecuencia, traiciona a sus votantes situados más a la derecha.

Lo que el PP ignora es que por cada voto que gane por la izquierda, pierde al menos dos por su derecha, sobre todo cuando el electorado, de manera masiva, quiere que la expulsión del poder de Pedro Sánchez sea la prioridad absoluta.

Rajoy se reencarna en el también gallego Feijóo, al que las cosas le iban bien, pero al que empieza a envolverle el olor a derrota por su incapacidad para pactar y para anteponer a su electoralismo lo que constituye la gran demanda de la sociedad española: el fin del sanchismo.

Francisco Rubiales

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Miércoles, 21 de Junio 2023
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