Información y Opinión

La insaciable "Generación Dorada" de Cuba



Si quiere usted abrir una empresa en Cuba o conseguir una concesión rentable del gobierno castrista, la mejor manera de lograrlo es contratando como directivo empleado a un miembro de la "Juventud Dorada", formada por hijos de comandantes de la revolución, ministros y altos cargos del partido comunista de Cuba. El éxito está asegurado y las puertas del difícil mercado cubano se abrirán de par en par.
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Los cubanos llaman "Generación Dorada" a los hijos de los comandantes y altos cargos de la revolución, ya adultos y escasamente controlados por sus ancianos padres, tipos insolentes que recorren el país con trajes de diseño, relojes de lujo, autos de gran cilindrada y teléfonos celulares, llamando la atención y despertando la sorpresa, la envidia y la indignación del empobrecido pueblo cubano.

Son los "hijos de papás" revolucionarios, uno de los legados más tristes del castrismo, los jóvenes impunes de la revolución cubana, muchos de ellos marcados por la corrupción, que están heredando la isla que perteneció por entero a sus padres.

Desde que Fidel conquistó el poder, quedó borrada en Cuba la diferencia entre lo público y lo privado. Todo el patrimonio público y privado quedó a entera disposición de los vencedores. Cuba y Fidel se convirtieron en la misma cosa. Quien se enfrentaba a los Castro se enfrentaba a Cuba y era oficialmente considerado "traidor a la patria".

A partir de entonces se disparó la codicia, el abuso y el expolio. Pero algunos cruzaron el límite impuesto por Fidel, partidario de la discreción y de guardar las formas. Algunos perdieron la libertad, el prestigio y la vida misma como consecuencia de la opresión descarada. Ahí están los Acevedos, Luis Orlando Dominguez, Diocles Torralba, Ochoa, Abrahantes y otros muchos.

Pero hoy, con los viejos revolucionarios ancianos y sin apenas fuerzas, muchos miembros de la "generación dorada" se han desmadrado, se enriquecen sin control, participan en negocios internacionales y están causando escándalos inquietantes en la isla de los pobres, ante la impotencia de sus padres, que ya no pueden controlarlos.

En 1959, tras la entrada de lo barbudos en la Habana, Cuba y Fidel Castro, pasaron a ser sinónimos. Si usted esta contra Fidel esta contra Cuba, es un traidor a la patria. Los vencedores, sus cómplices y allegados empezaron a disfrutar el botín y se apropiaron de las mejores casas, de las obras de arte más valiosas, de los mejores autos y de todo lo que tuviera valor. Fidel permitía el expolio, pero pedía a cambio discreción. Su filosofía del abuso y del expolio quedó clara cuando le dijo a Diocles Torralba: "No te critico por robar; te critico por no saber robar".

Esa discreción impuesta por Fidel está siendo dinamitada por la "juventud dorada", integrada por jóvenes ambiciosos que se creen herederos de la isla y que, sin pudor ni prudencia, exhiben su poder y su "superioridad" sobre el resto de los cubanos, toda una vergüenza para una revolución que siempre se presentó ante el mundo como "igualitaria".

Las empresas mixtas son el caldo de cultivo preferido de esa nueva clase de jóvenes cubanos, "hijos del poder" revolucionario. Allí suelen trabajar esos nuevos cachorros del poder cubano, generalmente más inteligentes que sus padres, mejor formados y más fieles al lujo y a la ostentación que a los viejos comportamientos revolucionarios. Los empresarios extranjeros descubrieron pronto que la mejor garantía para sus negocios consistía en emplear con buenos sueldos a los hijos de los altos cargos de la revolución.

El problema es que esos jóvenes cachorros están demostrando una avaricia incontrolable. Los escándalos, los robos en almacenes del Estado, la desaparición de la escasa gasolina, las estafas y la utilización fraudulenta y abusiva de recursos del Estado se convirtieron en habituales y en el peor estigma de la revolución cubana en el presente.

Los iniciados en asuntos cubanos saben de las "hazañas" de esos jóvenes, muchos de ellos hijos de comandantes de la revolución, de ministros y de miembros de la alta jerarquía del partido comunista de cuba. Llegaron, incluso, a efectuar golpes tan sorprendentes como el robo en los almacenes privados de Ramiro Valdés, protegidos por comandos especiales del ejército, de los que, inexplicablemente, se llevaron electrodomésticos, cajas de vinos de gran valor y diverso material tecnológico e informático.

Algunos de los "cachorros" se han convertido en verdaderos expertos en la venta a extranjeros de obras de arte decomisadas a la vieja burguesía cubana, tras el triunfo de la revolución. Otros falsificaban puros Cohiba y algunos de ellos, gracias a que el poder de sus padres les permite viajar libremente, se establecieron en el extranjero, generalmente en Venezuela o en España, para poder operar más fácilmente. Algunos, los más osados, llegaron a establecerse en el mismo Miami.

Muchos observadores y expertos en asuntos cubanos identifican a esa juventud dorada como la semilla de la futura "mafia" cubana, que intentará hacerse dueña de la isla cuando los viejos comandantes del castrismo desaparezcan y el país se abra al mercado libre.


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Viernes, 25 de Junio 2010
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