España tenía 445.568 políticos en el año 2.011, pero ahora debe tener mucho más de medio millón, todos ellos mantenidos por el Estado más irracional y gastoso de Occidente. Tenemos el doble de políticos colocados que el segundo país con más políticos de Europa, que es Italia. Tenemos 300.000 políticos más que Alemania, con la mitad de población. Tenemos más políticos colocados que Alemania, Francia y Gran Bretaña juntos. También tenemos más políticos que médicos, policías y bomberos juntos.
A esa enorme número de políticos que viven del Estado hay que agregar los asesores, que son una plaga, y otros muchos que cobran indirecta y truculentamente del Estado, como son los que están colocados en chiringuitos subvencionados y los que figuran en las nóminas de empresa que tienen contratos públicos y a las que se les pide que coloquen a determinados amigos del poder.
También somos el país que más subvenciones otorga y en el que el gobierno dispone de más masa de dinero para gastarlo a voluntad.
Por último, somos el país de Europa cuyos ciudadanos soportan una mayor presión fiscal en relación con su renta per cápita.
Si se suman todos, desde políticos colocados a los subvencionados, el lastre de los políticos supera con creces los 600.000, lo que constituye una auténtica barbaridad, a la que hay que añadir que España tiene más coches oficiales que el resto de la Unión Europea y Estados Unidos juntos.
Un despilfarro insoportable que convierte al Estado en un saqueador del bolsillo del ciudadano y un aplastador de las empresas privadas, a los que esquilma con impuestos para pagar, sobre todo, nóminas y compra de impunidad y voluntades.
Si España redujera su masa de políticos, en su mayoría ociosos e innecesarios, hasta niveles razonables, similares a los vigentes en los países de nuestro entorno, tendría dinero suficiente para garantizar las pensiones, empezar a pagar su deuda y disparar su crecimiento. El inmenso coste del Estado funciona como un lastre, como una losa de plomo que impide al país avanzar en prosperidad y fuerza. Además, el endeudamiento, el despilfarro y el constante abuso de poder han hecho que la España del presente sea un país problemático, sin prestigio y hasta despreciado en numeroso foros y ámbitos internacionales.
Ningún país del mundo puede soportar a tantos parásitos viviendo de los impuestos del ciudadano, que en España son abusivos y abrumadores.
Para colmo de males, a los políticos españoles no se les exige prácticamente nada para ocupar cargos públicos. A los médicos, funcionarios, policías, secretarias y a todos los técnicos al servicio del Estado se les exigen carreras y títulos, pero a los políticos les basta con el "dedo" del líder amigo.
Para más datos sobre el desastre corrupto español, pulse AQUÍ
Francisco Rubiales
A esa enorme número de políticos que viven del Estado hay que agregar los asesores, que son una plaga, y otros muchos que cobran indirecta y truculentamente del Estado, como son los que están colocados en chiringuitos subvencionados y los que figuran en las nóminas de empresa que tienen contratos públicos y a las que se les pide que coloquen a determinados amigos del poder.
También somos el país que más subvenciones otorga y en el que el gobierno dispone de más masa de dinero para gastarlo a voluntad.
Por último, somos el país de Europa cuyos ciudadanos soportan una mayor presión fiscal en relación con su renta per cápita.
Si se suman todos, desde políticos colocados a los subvencionados, el lastre de los políticos supera con creces los 600.000, lo que constituye una auténtica barbaridad, a la que hay que añadir que España tiene más coches oficiales que el resto de la Unión Europea y Estados Unidos juntos.
Un despilfarro insoportable que convierte al Estado en un saqueador del bolsillo del ciudadano y un aplastador de las empresas privadas, a los que esquilma con impuestos para pagar, sobre todo, nóminas y compra de impunidad y voluntades.
Si España redujera su masa de políticos, en su mayoría ociosos e innecesarios, hasta niveles razonables, similares a los vigentes en los países de nuestro entorno, tendría dinero suficiente para garantizar las pensiones, empezar a pagar su deuda y disparar su crecimiento. El inmenso coste del Estado funciona como un lastre, como una losa de plomo que impide al país avanzar en prosperidad y fuerza. Además, el endeudamiento, el despilfarro y el constante abuso de poder han hecho que la España del presente sea un país problemático, sin prestigio y hasta despreciado en numeroso foros y ámbitos internacionales.
Ningún país del mundo puede soportar a tantos parásitos viviendo de los impuestos del ciudadano, que en España son abusivos y abrumadores.
Para colmo de males, a los políticos españoles no se les exige prácticamente nada para ocupar cargos públicos. A los médicos, funcionarios, policías, secretarias y a todos los técnicos al servicio del Estado se les exigen carreras y títulos, pero a los políticos les basta con el "dedo" del líder amigo.
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Francisco Rubiales