Hay más interés en retirar símbolos franquistas que en potenciar la calidad de la Universidad española
La Universidad está todavía más corrompida que la política y la situación de injusticia, podredumbre y abuso en los departamentos y aulas es peor que la existente en los gobiernos, las finanzas, los partidos políticos, la justicia y los sindicatos. Está tan corrompida que algunos expertos proponen el cierre temporal de algunas universidades, sobre todo de las facultades de Sociología y Ciencias Políticas, las mas contaminadas, transformadas en fábricas de marxistas donde se adoctrina a los jóvenes estudiantes en el sectarismo y el odio.
España merece las pésimas calificaciones en educación que obtiene en el conjunto europeo, un suspenso que se sucede año tras año, ante la insolente indiferencia de los partidos políticos.
La beca trucada del profesor Errejón no es un caso aislado. En muchos departamentos se trafica con las becas y con los puestos de profesores y se exigen a cambio favores, incluso de naturaleza sexual. Las bases y condiciones para acceder a becas y puestos se redactan con parcialidad y alevosía, para que les sean adjudicadas a determinadas personas.
La corrupción es medular y capilar, alcanzando a todo el conjunto de la Universidad española, desde rectores a decanos, catedráticos, profesores y alumnos. Algunos cursos de doctorado son una vergüenza y las calificación con laude no responde casi nunca a un alto nivel de conocimientos sino a la amistad y compromiso previo de los tribunales.
No toda la universidad es corrupta, pero los que se libran de las malas prácticas y abusos son pocos y los reductos limpios, serios y responsables parecen islas extrañas. Los pocos decentes merecen condena por su silencio cómplice, por no denunciar ante la sociedad la podredumbre del sistema universitario.
Endogamia, mafias departamentales, tráfico de favores, mal uso del dinero público, cátedras hereditarias, sexo y tramas de intercambios de favores son el caldo de cultivo en el que germinan la pobre calidad de la enseñanza en España, el escaso nivel académico de muchos profesores y el bajo valor de muchos títulos.
La corrupción ideológica ocupa un creciente protagonismo en las universidades, donde determinados departamentos están en poder de marxistas, anarquistas, socialistas o de la derecha. Los partidos no sólo no luchan contra esa degradación, sino que la utilizan como vías para el clientelismo y la influencia.
El resultado de tanta suciedad y bajeza es una universidad devaluada, sin músculo, fosilizada, incapaz de adaptarse a los nuevos conocimientos y métodos de vanguardia, con profesores atados a sus sillones de por vida, donde sólo unos pocos realizan labores admirables, casi heroicas, únicamente porque poseen una vocación férrea y principios éticos afianzados desde la infancia.
Lo que tenía que ser la luz del mundo y un ejemplo de reflexión, crítica y verdad para la sociedad es un estercolero corrupto donde se están formando miles de totalitarios.
En las universidades españolas se está asesinando cada día la democracia y la decencia, más intensamente que en los mismos partidos políticos, otro motivo para llorar por nuestro futuro.
Francisco Rubiales
España merece las pésimas calificaciones en educación que obtiene en el conjunto europeo, un suspenso que se sucede año tras año, ante la insolente indiferencia de los partidos políticos.
La beca trucada del profesor Errejón no es un caso aislado. En muchos departamentos se trafica con las becas y con los puestos de profesores y se exigen a cambio favores, incluso de naturaleza sexual. Las bases y condiciones para acceder a becas y puestos se redactan con parcialidad y alevosía, para que les sean adjudicadas a determinadas personas.
La corrupción es medular y capilar, alcanzando a todo el conjunto de la Universidad española, desde rectores a decanos, catedráticos, profesores y alumnos. Algunos cursos de doctorado son una vergüenza y las calificación con laude no responde casi nunca a un alto nivel de conocimientos sino a la amistad y compromiso previo de los tribunales.
No toda la universidad es corrupta, pero los que se libran de las malas prácticas y abusos son pocos y los reductos limpios, serios y responsables parecen islas extrañas. Los pocos decentes merecen condena por su silencio cómplice, por no denunciar ante la sociedad la podredumbre del sistema universitario.
Endogamia, mafias departamentales, tráfico de favores, mal uso del dinero público, cátedras hereditarias, sexo y tramas de intercambios de favores son el caldo de cultivo en el que germinan la pobre calidad de la enseñanza en España, el escaso nivel académico de muchos profesores y el bajo valor de muchos títulos.
La corrupción ideológica ocupa un creciente protagonismo en las universidades, donde determinados departamentos están en poder de marxistas, anarquistas, socialistas o de la derecha. Los partidos no sólo no luchan contra esa degradación, sino que la utilizan como vías para el clientelismo y la influencia.
El resultado de tanta suciedad y bajeza es una universidad devaluada, sin músculo, fosilizada, incapaz de adaptarse a los nuevos conocimientos y métodos de vanguardia, con profesores atados a sus sillones de por vida, donde sólo unos pocos realizan labores admirables, casi heroicas, únicamente porque poseen una vocación férrea y principios éticos afianzados desde la infancia.
Lo que tenía que ser la luz del mundo y un ejemplo de reflexión, crítica y verdad para la sociedad es un estercolero corrupto donde se están formando miles de totalitarios.
En las universidades españolas se está asesinando cada día la democracia y la decencia, más intensamente que en los mismos partidos políticos, otro motivo para llorar por nuestro futuro.
Francisco Rubiales