Si regresara Franco o alguien como él, Sánchez y sus tribus de la corrupción y el odio saldían corriendo, llenos de miedo, y no pararían hasta llegar a Laponia
La masa de los españoles indignados está creciendo y eso, a la larga, perjudica al PP, el PSOE y a su socio Podemos, beneficiando a VOX, partido que empieza a repuntar de nuevo.
Hay cientos de miles de españoles que se están enrolando en la resistencia contra el sanchismo, convencidos de que Sánchez y sus amigos, los enemigos de España y adalides del odio y la revancha, están perjudicando a España y comprometiendo el futuro de la nación.
La política española está en ebullición porque el gobierno está apretando el acelerador y llegando demasiado lejos con sus cambios de leyes y rediseños del sistema. El asalto al poder judicial, la supresión del delito de sedición, el proyecto de despenalizar también la malversación, la retirada de la guardia civil de tráfico de Navarra y las reiteradas concesiones y cesiones a los socios bastardos y enemigos de España que acompañan a Sánchez en su gobierno de demolición están crispando la sociedad y fabricando a diario miles de indignados y frustrados, dispuestos a vengarse cuando se abran las urnas.
Las encuestas todavía no detectan claramente el incremento del cabreo y la resistencia al fuego artillero anticonstitucional y antiespañol de la coalición de gobierno, pero pronto quedará claro que esa reacción existe y que su principal efecto será el repunte de VOX y de la resistencia al sanchismo depredador.
El gobierno, que ya ha detectado ese riesgo y esa tendencia, está pensando en como neutralizarla, para lo cual estudia con sus estrategas tres vías: la primera es adelantar las elecciones para evitar que el descontento siga creciendo; la segunda es incrementar todavía más las concesiones al populismo y a la masa de ciudadanos, a la que ya ha regalado medidas como el incremento de las pensiones, la subida del salario mínimo, el bono cultural para los jóvenes, los 20 céntimos de descuento en la gasolina y otras muchas; y la tercera es escenificar efectos falsos y teatrales de intenso dramatismo, que conmuevan a los ciudadanos y tuerzan su intención de voto, como ocurrió cuando los horribles atentados de los trenes de Atocha consiguieron que el desahuciado Zapatero ganara las las elecciones a un PP que se consideraba ganador.
Sánchez, aunque lo disimule y lo oculte gracias a su alianza corrupta con los medios de comunicación comprados y sometidos, está destrozando no sólo a España, sino también a su partido, a la cohesión nacional, a los fundamentos de la economía, a la democracia y, sobre todo, a los valores, convirtiendo al país en un ring de boxeo donde los partidos se atizan mutuamente ante los ojos preocupados y llenos de miedo de los ciudadanos.
La gran ventaja de Sánchez y de sus tribus enemigas de España es que la derecha carece de un liderazgo capaz de aglutinar y encauzar el descontento y la resistencia. Feijóo es demasiado blando, Juanma Moreno es demasiado correcto y suave y Ayuso tiene demasiados enemigos dentro de su partido. Por su parte, a VOX le faltan algunos hervores para poder gobernar.
Si existiera un fuerte liderazgo en la oposición al sanchismo, el PSOE sería ya un partido marginal, casi en bancarrota, como consecuencia de los daños y agresiones a España, a su unidad y a su prosperidad y decencia. Pero en la vieja derecha del PP, que es el partido con más fuerza de la oposición, reinan la blandura, la mediocridad y el fracaso.
El grueso de la España decente, democrática y que se resiste al marxismo está asustada, indignada y en espera de que llegue un verdadero líder que conduzca a la nación hacia el futuro con garantías, ilusión y esperanza.
Francisco Rubiales
Hay cientos de miles de españoles que se están enrolando en la resistencia contra el sanchismo, convencidos de que Sánchez y sus amigos, los enemigos de España y adalides del odio y la revancha, están perjudicando a España y comprometiendo el futuro de la nación.
La política española está en ebullición porque el gobierno está apretando el acelerador y llegando demasiado lejos con sus cambios de leyes y rediseños del sistema. El asalto al poder judicial, la supresión del delito de sedición, el proyecto de despenalizar también la malversación, la retirada de la guardia civil de tráfico de Navarra y las reiteradas concesiones y cesiones a los socios bastardos y enemigos de España que acompañan a Sánchez en su gobierno de demolición están crispando la sociedad y fabricando a diario miles de indignados y frustrados, dispuestos a vengarse cuando se abran las urnas.
Las encuestas todavía no detectan claramente el incremento del cabreo y la resistencia al fuego artillero anticonstitucional y antiespañol de la coalición de gobierno, pero pronto quedará claro que esa reacción existe y que su principal efecto será el repunte de VOX y de la resistencia al sanchismo depredador.
El gobierno, que ya ha detectado ese riesgo y esa tendencia, está pensando en como neutralizarla, para lo cual estudia con sus estrategas tres vías: la primera es adelantar las elecciones para evitar que el descontento siga creciendo; la segunda es incrementar todavía más las concesiones al populismo y a la masa de ciudadanos, a la que ya ha regalado medidas como el incremento de las pensiones, la subida del salario mínimo, el bono cultural para los jóvenes, los 20 céntimos de descuento en la gasolina y otras muchas; y la tercera es escenificar efectos falsos y teatrales de intenso dramatismo, que conmuevan a los ciudadanos y tuerzan su intención de voto, como ocurrió cuando los horribles atentados de los trenes de Atocha consiguieron que el desahuciado Zapatero ganara las las elecciones a un PP que se consideraba ganador.
Sánchez, aunque lo disimule y lo oculte gracias a su alianza corrupta con los medios de comunicación comprados y sometidos, está destrozando no sólo a España, sino también a su partido, a la cohesión nacional, a los fundamentos de la economía, a la democracia y, sobre todo, a los valores, convirtiendo al país en un ring de boxeo donde los partidos se atizan mutuamente ante los ojos preocupados y llenos de miedo de los ciudadanos.
La gran ventaja de Sánchez y de sus tribus enemigas de España es que la derecha carece de un liderazgo capaz de aglutinar y encauzar el descontento y la resistencia. Feijóo es demasiado blando, Juanma Moreno es demasiado correcto y suave y Ayuso tiene demasiados enemigos dentro de su partido. Por su parte, a VOX le faltan algunos hervores para poder gobernar.
Si existiera un fuerte liderazgo en la oposición al sanchismo, el PSOE sería ya un partido marginal, casi en bancarrota, como consecuencia de los daños y agresiones a España, a su unidad y a su prosperidad y decencia. Pero en la vieja derecha del PP, que es el partido con más fuerza de la oposición, reinan la blandura, la mediocridad y el fracaso.
El grueso de la España decente, democrática y que se resiste al marxismo está asustada, indignada y en espera de que llegue un verdadero líder que conduzca a la nación hacia el futuro con garantías, ilusión y esperanza.
Francisco Rubiales